miércoles, 20 de noviembre de 2024

Excursión 820: Jardines de Aranjuez y Real Cortijo de San Isidro

FICHA TÉCNICA
Inicio: Aranjuez
Final: Aranjuez
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15 Km 
Desnivel [+]: 25 m 
Desnivel [--]: 25 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 46

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Voy a arrancar esta crónica con un agradecimiento: gracias, Antonio, por tirarme el desafío de poner en palabras lo que vivimos el miércoles 20 de noviembre de 2024. Porque, a ver, ¿cómo resumís un día con 46 caminantes intrépidos, un pueblo que parece salido de una postal y un río que te hipnotiza con su color? Pero bueno, acá estamos. Vamos de a poco.

Primero, la convocatoria. El grupo de los miércoles es una orquesta afinada: llegas y ya estás en familia. Pero, claro, llegar no siempre es simple. Madrid amaneció ese día con una sinfonía de “bocinazos” y autovías en reparación. Todo un reto llegar al punto de encuentro, pero llegamos. Y ahí estaban, esperándome en el Palacio Real de Aranjuez, con sonrisas y mate (metafórico, pero lo sentí igual).

El día estaba perfecto: 17 grados, un cielo celeste inmaculado y una brisa que te recordaba que el otoño puede ser amable. Cruzamos el río Tajo por el puente de la Escalinata, donde el agua ya te empieza a coquetear con ese azul verdoso que parece pintado a mano. Y así, charlando y abrazando al resto del grupo, nos metimos en el Jardín de la Isla.

Acá se pone interesante. Si Felipe II y Carlos V se levantaran de sus tumbas, seguro nos aplauden. Porque estos jardines no solo son monumentales, sino que tienen una historia que Paz, nuestra guía estrella, supo desgranar como si estuviera contando un cuento al lado del fuego.

Fuimos de fuente en fuente como quien busca capítulos de un buen libro: la de Hércules y la Hidra, la de Apolo, la del Niño de la Espina... Hasta llegamos a la Fuente de Baco, donde a más de uno nos empezó a picar la sed (irónico, ¿no?).

El otoño hizo lo suyo. Árboles rojizos y dorados, pavos reales que te miraban como diciendo "¿y ustedes qué hacen acá?" y un aroma a naturaleza que te ponía en piloto automático de buen humor. 

Seguimos al Jardín del Parterre, cruzamos la Puerta del Embarcadero y ahí nos topamos con el Parque del Príncipe, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2001. ¿Favoritos? La Fuente de Narciso, que nos sacó una sonrisa con su pose narcisista, y los Estanques de los Chinescos, donde las cámaras de fotos sacaron humo.

Para ese momento, el hambre ya pedía pista. Nos acomodamos en un rincón estratégico para comer nuestros bocadillos, pero los guardaparques, siempre atentos, nos sugirieron salir del parque para evitar accidentes culturales con las migas. Salimos, comimos y recargamos pilas, porque lo que venía prometía.

El camino al Real Cortijo de San Isidro fue un desfile de paisajes otoñales: árboles con hojas amarillas y marrones, campos de fresas y una energía grupal que daba gusto.

Llegamos al Cortijo y ahí estaba el alcalde, Antonio Morollón Pardo, con Dña. Josefina Freire Ferrero, esperándonos con historias y una calidez que reconfortaba.

Nos contaron los orígenes del pueblo, los proyectos futuros y hasta paseamos por el lugar con ilustraciones hechas por Josefina misma.

La capilla, construida en 1788, fue un punto alto del recorrido, aunque nos quedamos con las ganas de ver la iglesia y la bodega por dentro. Eso sí, encontramos un barcito que nos salvó con cervezas y buena onda. 

Después, emprendimos el regreso por las huertas, acompañados nuevamente por el río Tajo, hasta llegar al restaurante El Rana Verde. Ahí, entre risas y anécdotas, cerramos el día y el corazón lleno.

No quiero cerrar sin agradecer al grupo entero por hacerme sentir como en casa. Es gente de esa que te renueva la fe en los miércoles. A Sol y Antonio, gracias por la invitación. Espero haber estado a la altura de esta banda de caminantes imbatibles. Y a todos los valientes: ¡nos vemos en la próxima!
Fernando Amin

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