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miércoles, 9 de febrero de 2022

Excursión 604: Cruz del Mierlo y Cancho Mágico

F
ICHA TÉCNICA
Inicio: Ermita de San Isidro El Boalo
Final: Ermita de San Isidro El Boalo
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13 Km
Desnivel [+]: 826 m
Desnivel [--]: 826 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 43

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














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PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
La frustrante escasez de lluvia de los últimos meses está dando pie, por otro lado, a la sucesión de días despejados para nuestro solaz andarín. Y así sucedía un miércoles más, en que nos saludaba un solecito que daba gusto. Nuestro propósito declarado: Hacer la ruta de las Cabras desde El Boalo para ascender hasta la Torreta de Los Porrones y, desde ahí, continuar ruta por la cuerda visitando de paso la Cruz del Mierlo y el Cancho Mágico, éste supuestamente necesitado de alguna revisión.

Según íbamos llegando a las proximidades de la ermita de San Isidro, una noticia se extendía entre los reunidos: Un cartel avisaba de la prohibición de hacer el recorrido de la ruta de las Cabras hasta el mes de agosto, con el fin de no perturbar la reproducción de especies protegidas, léase buitres leonados. 

Ante tal tesitura y a pesar de ciertos augurios un tanto desoladores, Antonio no lo dudó y encontró una solución rápida, que apenas representaba un ligero desvío del trayecto programado: Subiríamos directamente al collado de Valdehalcones por una senda que discurre por lo hondo del barranco, en lugar de hacerlo por los riscos, evitando así la ruta prohibida.

Esto, a pesar de lo que pueda parecer, alegró súbitamente a unos cuantos, ya que la variación suponía eludir una vía ferrata que, sólo con el nombre, ponía en alerta al personal.

Después de una trabajosa subida y la visita de muchos a una cueva en la ladera, alcanzamos el collado justo a tiempo de adelantar la reparadora “hora del Ángelus”, a la espera de que el entorno de la famosa Cruz del Mierlo quedara despejado (uno de los efectos secundarios de la reciente pandemia es la gran afición desatada por salir a respirar al monte).

Acabada la manduca, Joaquín nos sirvió en dos sesiones el relato de todo lo acontecido en el lugar y sus inmediaciones según la leyenda, la cual ofrece todos los ingredientes necesarios para un superventas: Hermosa doncella en peligro, libidinosos bandidos, jefe expeditivo, familia de muchos posibles, cabrero pobre y honrado, luchas intestinas, venganza y final feliz un tanto amargo; todo ello en un entorno agreste y recóndito.

Una vez cumplido el rito, proseguimos marcha, salvo 2 ó 3 fugaces estrellas, siguiendo la cuerda de la sierra en un ascenso algo más sosegado sobre el roquedo, abriendo las vistas a izquierda y derecha en un deleite continuo.

Así alcanzamos sucesivamente Peña Blanca, el collado de Las Loberas, el Cancho de Las Porras, el Cancho Porrón y finalmente, El Cancho Mágico.

Con tan largo recorrido, el grupo se fue estirando de forma que cuando los últimos llegamos a la meta, ya estaba la mayoría hincando el diente al bocata, con el Cancho Mágico revisado.

Tomando ejemplo, nos ventilamos las viandas acariciados por la brisa y contemplando el panorama que hacia el sur se divisaba como si fuéramos pájaros en suspensión con las alas extendidas.

Algunos temíamos la vuelta por Mataelpino en brusco descenso por la ladera; sin embargo, hoy estábamos de suerte y tomamos la senda que discurre por la umbría de la ladera norte en una relativamente suave pendiente en dirección al collado de Quebrantaherraduras.

En cuanto llegamos a la sombra hubo que abrigarse; persistía la escarcha en la vegetación e incluso había rincones con masas de hielo. Ahora las vistas sobre el curso del Manzanares, con la Cuerda Larga y La Pedriza dorada por el sol de fondo, hacían que no sintiéramos casi las dificultades de la caminata. Entramos en el pinar y lo atravesamos hasta llegar a la pista de las zetas.

En ese punto hay una fuente y yo siempre la he visto con agua; no era así en esta ocasión. El objetivo inmediato había pasado a ser encontrar agua, así que Antonio nos dirigió por sendas y trochas con tal propósito.

Finalmente, llegamos a un pilón repleto donde nuestros amigos de cuatro patas saciaron su sed y quien quiso se refrescó.

Rodeamos la montaña siguiendo una cerca de piedra, entreteniéndonos de vez en cuando con las piruetas de un rebaño de cabras montesas y, ya por camino y después por pista, completamos nuestro recorrido regresando a la ermita de desde donde habíamos partido unas seis horas antes.

Resumiendo: Buen día, muy buena compañía, agradable caminata, pero con ciertas dudas por la vía ferrata; como varios se alegraron de no hacerla, no lo tendremos en cuenta y otorgaremos 5 sicarias sin darle más vueltas.
Melchor

FOTOS

miércoles, 4 de marzo de 2015

Excursión 223: Ruta de las Cabras

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Boalo
Final: El Boalo
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 6,9 km
Desnivel [+]: 481 m
Desnivel [--]: 471 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 36

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
 
En un lugar del Boalo, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que  un grupo de senderomagos  de los de botas, bastones, mochila antigua, rocín flaco y galgo…. me voy, me voy, cosas del pueblo.

A la convocatoria de Antonio, miércoles 4 a las 10 de la mañana en la plaza del Boalo, 36 senderomagos preparados, toma las riendas Paco Cantos y nos orienta hacia una tremenda pared vertical, como no, repleta de “cantos”.

A la salida del pueblo pasamos por un mercadillo (un único puesto) aventando bien sus mercancías y nos encaminamos hacia la ermita de San Isidro; ya habíamos caminado 1,5 Km. en llano, parece que la excursión prometía, pero… abrimos la puerta al campo, somier de muelles como es preceptivo y nos topamos a la izquierda con la Maliciosa, cubierta en su cumbre con un algodón de nubes sujeto por sus chorreras de nieve y, de frente, una pared “a priori” inexpugnable si no eres cabra,

Hablando de cabras, fue este el momento en que Melchor, estaba esperando a ¿? y cuando pasaba me dijo.. ¿Paco qué tal lo ves?  Respondí... ¿qué? pues lo de la crónica de la excursión,… pensé ¡por fin se han acordado de mi!, yo que lo primero que hacía todos los miércoles (como todos) era ir a saludar a Melchor a preguntarle que si esto que si lo otro, para estar a su lado al comienzo de la marcha  y nada, pero por fin me llegó el día.

Bueno, empecemos que ahora viene a lo que hemos venido: superar la pared de granito. Ya llevábamos 240m de desnivel y las primeras cabras vinieron a visitarnos, extrañadas por el rebaño tan largo y estirado que Paco Cantos lideraba.

Éste impuso tal ritmo que las amenazas, de no se qué hacerle en las piernas, las interpreto fatal, y antes al contrario, lo aceleró aún más, tanto es así que en la cota 1.250m ya habíamos ascendido 400m desde la apertura del somier y solo habíamos andado algo más de 1 Km cuando realizamos la primera parada para el primer avituallamiento y, principalmente, para el agrupamiento del rebaño, donde creo que tuve un momento en blanco, no lo recuerdo bien, seguramente por la emoción de la asignación.

Parada larga, costó poner en marcha nuevamente al personal, ya que el pastor habitual, no sé por qué, en esta ocasión, cerraba el rebaño; unos dicen que si... otros que creen... otros que le dijeron… que vieron... bueno, yo no estuve y sólo constato que siempre llegaba el último ¿?, cierto es que en una excursión tan alargada, se precisarían dos relatores para abarcarla.

Subimos un poquito más hacia el este, por debajo de la Torreta de los Porrones, una pequeña bajadita por un abrigo natural y como en los reportajes de la 2, una manada autentica de cabras apareció frente a nosotros y de repente sobre nuestras cabezas, a no más de 4-5 metros de altura, un águila real desplegó toda su grandeza y se lanzó al valle, dos o tres vueltas de cortesía y desapareció hacia el oeste, y con él también las cabras, que cuando fuimos a verlas nuevamente, ya no estaban.

Por fin llegamos a la guinda de la andada “las clavijas” y como decepción, las esculturas de latón, que dan nombre a esta ruta, habían desaparecido. Las clavijas, tengo que decir, que me resultó la parte mas cómoda y segura de la subida, principalmente por el espíritu de solidaridad del GMSMA siempre bien presente; los expertos te indicaban dónde poner cada una de las extremidades, se necesitaban las cuatro, como las cabras, hasta arnés y cuerda, para quien lo requiriera, todo un lujo (ver documentos gráficos). Esta subida estiró aún más el rebaño.
 

Subimos, a esto hemos venido ¿no?, unos 150m más hasta alcanzar la Torreta de los Porrones, vistas espectaculares, más de 180º de visión,  toda la Cuenca Alta del Manzanares; a nuestra espalda, la sierra de los Porrones, chorreante de neveros; al este, los fantasmas de la Pedriza y el Yelmo, nos recordaban algunos de nuestros maravillosos miércoles, como no, el siempre solitario cerro de San Pedro marcando territorio.

Más abajo, a nuestros pies,  Manzanares el Real, su castillo, el embalse de Santillana; alargando la vista al sur, las otras torres, las de la Castellana, y perdiéndonos, como el águila real, hacia la derecha, todo el valle repleto de afluentes y arroyos, que desembocan en el río Navacerrada, toda una exhibición de la naturaleza, que algunos acompañaron con un segundo avituallamiento.

Un empujoncito más, solo 40m de subida y coronamos la ruta, el Torreón del Robledillo (1.365,7 m), no está mal,  416 m de desnivel en unos 1.800 m de recorrido, bueno ya parecía todo fácil, estábamos arriba y nos dirigimos hacia la Cruz del Mierlo, pues elegimos, cómo no, las dificultosas piedras frente al camino placentero.

Llegamos al collado de Valdehalcones y  a la Cruz. Tuvimos que esperar al relator oficial del evento, que también en esta ocasión empujaba, desde atrás, a… , al rebaño.

El tiempo de espera, de nuevo, se aprovechó por algunos para hacer el tercer avituallamiento.

Cuando todos estábamos alrededor de la Cruz, Joaquín nos relató, con su indiscutible maestría, la historia del cabrero Mierlo, (los que aún no la han escuchado, que no se pierdan la próxima subida a la Cruz), sitio ideal, cómo no, para hacernos la fotografía del grupo.

Todo lo vivido y solo 3,5 Km. recorridos.  Lo que dan de sí la piedras y como todo lo que se sube se baja, de cabeza para abajo. Ya nadie se queja, el rebaño está más unido, el cuarto avituallamiento, el de verdad, nos espera.

Pasamos por una gran cueva de piedra y en menos que canta un gallo teníamos nuevamente la puerta de somier abierta, diciéndonos que esta excursión se había terminado, atrás dejábamos las cabras, su ruta y ahora la Maliciosa se mostraba sin sus abrigos de nubes, en todo su esplendor.

De nuevo en la Ermita de San Isidro, nos juntamos y nos dirigimos hacia los coches, por cierto, seguía el puesto del mercadillo.

Lo siguiente es conocido por los miembros y "miembras" de esta congregación, Las Postas, cervecitas, cocidito, cuarto avituallamiento, vino y porrón. Faltó el Niño de las Monjas, el piano y no dejamos que Fernando escalabrase a otro relator...

Y créanme vuestras mercedes, si les digo que garbanzos, carnes y verduras  sobraron; alegrías, risas y abrazos no faltaron. Las piedras, cantos y más piedras que por doquier nos acompañaron, merecen otorgar a esta jornada cuatro sicarias y media.
Paco Donaire