miércoles, 4 de diciembre de 2013

Excursión 166: Puerto de Cotos - Refugio Aranguez - Valsaín

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Valsaín
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,3 km
Desnivel [+]: 697 m
Desnivel [--]: 1329 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 34

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
¿Cómo calificar esta marcha donde todos, menos dos, tuvimos miedo de seguir el camino previsto?, ¿La excursión de los arrepentidos?, ¿La escapatoria de los cobardes?, ¿El triunfo de los prudentes?, ¿La humillación de los presuntuosos?, ¿Desperdigamiento desde Cotos?  Que cada cual elija el calificativo que menos le hiera. Sólo se salvan  Ángel y Miguel Ángel, quienes, cumpliendo con el itinerario marcado y en una forma excepcional, pueden bautizarla como “El triunfo de los valientes”; aún así, todavía hay quien tiene dudas relativas a su asombroso ascenso desde la pradera de Aranguez: ¿pudieron usar sus alas?

Por lo demás, la excursión fue preciosa para todos. Caminando por la nieve durante toda la marcha, con nuestro sol radiante de los miércoles, sin viento, sin nubes ni neblinas, pudimos avistar todas cumbres desde la sierra de Ayllón hasta Gredos y contemplar la vieja meseta castellana hasta el horizonte. Creo que Nines y Paco T., que asistían por primera vez, se llevaron un muy buen recuerdo.

Hay que decir que la cosa empezó mal para Antolín, nuestro veterano senderomago, además de cronista “oficial” durante varias temporadas, que vio cómo era ignorado cuando se empeñaba en señalar el camino correcto. Las mismas indicaciones dadas por otros de nosotros, seguramente más novatos, fueron seguidas por el grupo sin rechistar. Este desaire a la autoridad de la veteranía no puede repetirse, según él, por lo que propone distinguir a los centenarios con un símbolo que puedan exhibir. Ya veremos cómo acaba esto... ¡lo mismo algún novato sufre un arresto! ¡O hay una revuelta!

Remontando la ladera desde Cotos llegamos al collado entre Peña Citores y La Hermana Mayor, en medio de una inmensidad de nieve virgen, sólo mancillada por las marcas de algunas sendas.

Aquí, de pie, tomamos un aperitivo y los alcalaínos confraternizaron con un grupo de su ciudad que hacía lo mismo en las cercanías. Tras ello, Rosa B. y Raquel, con Mecha, se encaminaron al pico de Peñalara, para poder volver pronto a Cotos. Los demás seguimos caminando en fila hasta la ladera oeste de Peñalara para desde allí comenzar el descenso al refugio Aranguez.

La bajada era pronunciada y cada vez se acentuaba más, así que al poco una parejita de veteranos se arrepintió y dio media vuelta, según ellos porque la experiencia les ha hecho prudentes.

De los que seguimos bajando nos fuimos arrepintiendo algunos más en fases sucesivas, bien tras sufrir varios resbalones, bien al constatar la penosa tarea que iba a suponer volver,  habiéndonos ya conformado con las fabulosas vistas de la pradera de Aranguez cubierta de nieve allá abajo.


José Antonio es testigo de que a los últimos en volver nos costó subir, lo que dio la razón a los dos primeros arrepentidos veteranos. Únicamente 16 completaron el descenso al refugio Aranguez; los que regresamos tuvimos que aguantar de ellos algunas burlas por nuestra cobardía, aunque me consta que algunos de los 16 ya pensaban en la jugada final que tenían preparada...

Como Juan se quedó con el grupo cobardica, nos guió por la ladera de Peñalara a través de la nieve inmaculada en un paseo delicioso, en el que nos deleitamos con las esculturas de hielo labradas por el viento o con la visión hipnótica del azul pálido oculto bajo la nieve.


Así llegamos a las inmediaciones de La Hermana Mayor, donde descansamos y comimos plácidamente. Yo me quedé con ganas de subir a la cumbre de Peñalara, pero Juan sólo me ofreció hacerlo mientras los demás comían, así que, como tenía mucha hambre, preferí dejarlo para otra ocasión.

Mientras comíamos se desenmascaró la vergonzosa estratagema de los 16 más atrevidos: Nos pedían insistentemente por teléfono o con mensajes que les bajáramos a recoger con los coches a Valsaín. A punto estuvieron de no conseguirlo, no por falta de magnanimidad por nuestra parte, sino porque las comunicaciones eran muy dificultosas.

Los del grupo de los prudentes, ya resarcidos en nuestro honor, fuimos bajando alegres hacia Cotos, disfrutando de las vistas y con la cabeza bien alta. Allí pedimos unas cervecitas y de pronto aparecieron los dos únicos héroes del día: Ángel y Miguel Ángel, que, ante las dificultades en las comunicaciones, se quisieron asegurar el regreso a casa.

Cuando algunos bajamos a Valsaín a por los derrotados, estos todavía presumían de la dificultosa marcha que habían realizado mientras nos relataban la belleza del paisaje que habían hollado, con la nieve cubriéndoles hasta las caderas. Incluso tuve que soportar de Fernando S. la insistencia en encumbrar a Nines como la única mujer que había realizado todo el recorrido, cuando lo reseñable es, digo yo, que fue la única en  ir todo el rato cuesta abajo.

A pesar de los equívocos y de las dificultades, nuestra primera excursión de la temporada por la nieve ha sido un éxito. Los agentes de Madi han otorgado 4 sicarias a esta excursión.
Melchor

Para completar la crónica de la excursión, decir que el grupo de los "imprudentes" bajamos hasta el refugio de Aranguez siguiendo una casi desaparecida senda, en la que nos hundíamos en la polvorosa nieve como galletas en café, salvando una pendiente de más de 300 metros, y en la que una mala caída hubiese supuesto llegar al refugio en un par de segundos, de ahí nuestra temeridad, aunque para quitarle dramatismo al relato, también hay que decir que siguiendo el surco y pisando con precaución, nos sentíamos bastante seguros.

De lo que no estábamos tan seguros era de poder después remontar esta infernal loma, sabiendo lo escurridiza que estaba la nieve y que, al irse el sol, la probabilidad de encontrar helado alguno de los tramos iba a hacer más duro el ascenso.

Por esto, el ofrecimiento de Melchor, justo antes de despedirnos, de "si hace falta vamos a buscaros a la Granja", nos sonó a música celestial cuando llegamos al refugio, y la idea de continuar, en lugar de regresar, aprobada por Antonio, aplacó nuestro desasosiego. Pero la comunicación con el grupo de "rescate" era casi imposible, por falta de cobertura, lo que animó a un grupo de cuatro a volver a por los coches a Cotos para asegurar al resto el podernos recoger, finalmente en la Pradera de Valsaín, en lugar de la Granja.

Aquí hay que alabar la decisión de Antolín de acompañarlos, pero todos, como buenos amigos, le hicimos desistir, lo que nos agradeció infinitamente, como una hermosa prueba de amistad, no exenta, sin embargo, de cierta desconfianza hacia sus posibilidades de lograrlo, pero esto no se lo dijimos, claro.

El hecho es que de los cuatro, sólo Ángel y Miguel Ángel pudieron completar el recorrido, por un problema muscular de uno de los participantes, socorrido por el bueno de Joaquín, así pues, realmente resultaron cinco excursiones:
1.- Los que se fueron primero desde el collado Citores a Peñalara y volvieron a Cotos
2.- Los que se volvieron al ver lo que quedaba para el refugio y siguieron por la cuerda de Peñalara y después a Cotos
3.- Los que llegaron al refugio de Aranguez y se volvieron a Cotos por donde habían llegado
4.- Los que llegaron al refugio y se volvieron por donde habían llegado, pero se volvieron por algún que otro calambre y llegaron a Valsaín
5.- Los que llegaron al refugio y siguieron hasta Valsaín


En el refugio coincidimos con tres chicos que habían hecho noche en él, tenían la estufa encendida, lo que hacía que en su interior reinara una temperatura muy agradable, compartimos experiencias con ellos, algo de comida y hasta nos ofrecieron un trago de una bota de vino que tenían, lo que alivió nuestra desazón por haberse quedado nuestra bota en el grupo que no bajó al refugio.

Terminada la sobremesa, ellos antes y después nosotros, iniciamos la marcha hacia Valsaín, por una pradera completamente nevada y salpicada de pinos de postal de Navidad, muy distinta a como la conocimos en la excursión 104, pero igualmente preciosa.


Internados al poco en un bosque más espeso, cruzamos el arroyo de la Chorranca y entre altos pinos con algún que otro claro de excepcionales vistas de la sierra de Guadarrama, llegamos hasta la base del Cerro del Moño de la Tía Andrea, donde paramos para esperar a que Jesús C. volviera de buscar, y afortunadamente encontrar, las gafas que se había dejado en una de las paradas anteriores. Fue el momento de acompañar a algunos a ver la Silla del Rey, que desde 1848 domina la cima del mencionado Moño.

La bajada hasta el Puente del Vado de los Tres Maderos la hicimos sin prisa, procurando dar tiempo a Joaquín y su acompañante a alcanzarnos, lo que finalmente no ocurrió.


El reencuentro, casi cronometrado, en el bar de la Pradera con nuestros generosos rescatadores fue emotivo, pero cargado de "hirientes", como dice Melchor, misivas de un grupo a otro: que si cobardes, que si temerarios, etc., sólo sofocadas por las heladas cervezas, que además de aplacar nuestra sed, aplacó, como no podía ser de otra manera, las ganas de mofa de unos con otros. 

Las risas y el buen humor, junto con la experiencia vivida y la belleza de los parajes vistos, hará que no olvidemos fácilmente esta estupenda excursión, aunque quizás debería decir de estas 5 excursiones en una. 
Paco Nieto.

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