Inicio: Cercedilla
Final: Segovia
Tiempo: 8 a 9 horas
Distancia: 28,8 Km
Desnivel [+]: 858 m
Desnivel [--]: 1008 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: En parte
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 5
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
Estación del Pinar de las Rozas, 8’30 de la mañana: se encuentran allí ya los 5 miembros de la excursión, a saber: José Luis “el Rubi”, Joaquín, Antonio, Antolín y el autor de estas líneas.
Bueno, se encuentran allí a las
8’30 y allí siguen a las 8’53 ya que aunque el tren tenía su horario fijado a las 8’39 no llegó hasta las 8’54,
esto para desdecir el positivo comentario que, sobre la mejora en la
puntualidad de los cercanías tuve el riesgo de expresar unos minutos antes
(¡Sra. Aguirre!). Por fin, ya desde el tren camino
de Cercedilla pudimos ir viendo lugares ya transitados en anteriores etapas.
Llegamos a Cercedilla a las 9’40 y decidimos subir a la Fuenfría, no por el camino
oficial que recorrimos en el entrenamiento que habíamos realizado sino por el
camino Puriceli, que nos llevó por una zona más agradable, entre densos pinares, hasta
el Hospital de la Fuenfría.
A una distancia prudencial del
hospital hicimos la primera parada para beber y comer algo. Eran las 11’07.
Continuamos hacia arriba por una
senda helechada (palabra de mi invención que significa rodeada de helechos) y
que es más tendida, que la otra ruta – la de la calzada romana- pero que guarda
un último repecho de aúpa; en los 600 últimos metros hay que remontar 160 (más
de un 25% de pendiente).
Coronamos el puerto de la Fuenfría a las 12’04 y allí
hicimos una nueva parada. Hacía un vientecillo
fresco que hizo que algunos
prefirieran beber al sol.
Se hizo la foto de grupo y con lágrimas en los ojos (¿o
eran gotas de sudor?) despedimos a Antonio que, por motivos de horario, no
podía acompañarnos a Segovia sino que debía regresar a Cercedilla. Le dimos los
consejos de rigor para que no cediera a las tentaciones que, al ir solo,
seguramente se le presentarían en el descenso por la calzada romana y nos
dispusimos a iniciar el descenso por la vertiente castellano-leonesa hacia
Segovia.
A las 12’25 nos pusimos en
marcha. Tomamos el camino de la izquierda en lugar de la carretera de la República y entre
bromas, chistes y comentarios “sicarios” bajamos a buen ritmo.
Paramos a beber en la fuente de la Reina y después de atravesar
la pradera del mismo nombre José Luis advirtió el olvido de mi bordón (bastón).
Me lo había dejado en la fuente. Este hecho le permitió a Joaquín liberar un poco de energía y mostrar su buena forma física en una carrerita de 500 metros. La inmediatamente posterior caída de mi móvil, que fue recogido por Antolín generó un buen cachondeito en el grupo. “Anda que como hagas solo el camino, llegarás a Santiago sin los pantalones” fue uno de los ingeniosos comentarios que tuve que oír de alguno de mis compañeros.
Me lo había dejado en la fuente. Este hecho le permitió a Joaquín liberar un poco de energía y mostrar su buena forma física en una carrerita de 500 metros. La inmediatamente posterior caída de mi móvil, que fue recogido por Antolín generó un buen cachondeito en el grupo. “Anda que como hagas solo el camino, llegarás a Santiago sin los pantalones” fue uno de los ingeniosos comentarios que tuve que oír de alguno de mis compañeros.
Protegidos de los rayos del Sol
por el alto techo de los pinos de Valsaín continuamos camino hasta que a las
14’20 llegamos a la leñera, lugar escogido para comer. Un rato delicioso con fresca
brisa que, aún sobre el duro techo de un
depósito de aguas, aprovechamos para comer y descansar un rato. Incluso Joaquín se calló durante un par de minutos
y pudimos oír el canto de los pájaros, el de las chicharras y el rumor del
viento en las copas de los pinos.
Aproveché para pedir que Segovia
viniera hacia nosotros, pero lo hice con tan poca fe que, al final, tuvimos que
levantarnos para ser nosotros los que fuéramos hacia Segovia.
Todavía durante dos o tres
kilómetros los árboles entre los que poco a poco los pinos iban cediendo a las
encinas nos ofrecieron su protección hasta que a eso de las 15’45 la llanura
castellana nos mostró su apariencia mas árida. Ni una sombra. Y eso que al principio
el camino estaba casi enmoquetado con una hierba la mar de cómoda. Poco después ya fue pura y dura
senda de tierra. Menos mal que
Segovia se veía cada vez mas cerca.
A las 16’40 alcanzamos el paso
sobre las vías del AVE con un calor ya de muy buen nivel y recorriendo un
secarral asfixiante. Sorprendentemente, un buen
segoviano ha creado a pocos metros un oasis increíble para los extenuados
peregrinos. Desde lejos se ve sólo como una pequeña mancha verde junto al
camino
Pero cuando se llega la sorpresa
es mayúscula; árboles frutales, rosales, lirios, etc. un jardín del Edén
en 10 m2. La puerta no estaba cerrada y accedimos al interior.
Sin
alterar nada nos sentamos y nos
permitimos 15 minutos de relax; últimos tragos, con oferta de agua fresca de El
Rubi, para que le descargáramos la mochila, un cigarrito de José María,
estupendas vistas de La mujer muerta, en
fin una gozada.
A partir de ese momento empezaron
a aparecer las “hadas” segovianas, jóvenes, mágicas y complacientes, aunque,
desgraciadamente para nosotros, quizás por ser fin de mes eligieron para su
aparición una de sus menos atractivas reencarnaciones (arrugadas y renegrías en
lugar de níveas y turgentes). ¡Que lástima! No mereció la pena ni hacerles
fotos.
Los 5 últimos kilómetros fueron duros
de verdad. Con las piernas doloridas, los pies requemados, pero con el espíritu
aún entero los recorrimos para entrar en Segovia a las 17’52.
Tras recorrer algunas de sus
avenidas pasamos por la Puerta
de Madrid que se encuentra a pocos metros de la estación de RENFE.
Al llegar a la estación compramos
los billetes para el regreso, nos refrescamos y nos cambiamos de camisa para
ofrecer nuestro mejor aspecto en la terraza donde degustamos las anheladas
jarras de cerveza y ante la fachada de la estación en la última foto del día.
El regreso hasta El Pinar de las
Rozas, aunque largo y pesado se desarrolló sin novedad. Como al principio del
día llegamos con 10 minutos de retraso (otra vez: ¡Sra. Aguirre!).
Objetivo cumplido casi 30 kilómetros
recorridos y 8 horas y 12 minutos empleados (de ellos 6 horas y 53 minutos
andando).
Hasta la cuarta etapa.
José María Pérez
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