miércoles, 11 de noviembre de 2015

Excursión 265: Senda del Soto de Riofrío

FICHA TÉCNICA
Inicio: Palacio de Riofrío
Final: Palacio de Riofrío
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  6,9 Km
Desnivel [+]: 125 m
Desnivel [--]: 125 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No

Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 51

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN

En el momento de abandonar el Rancho de la Aldegüela se me acercó Melchor: nuestro compañero que en lugar de hacerse Rey Mago prefirió hacerse senderomago. Con su facilidad para decir las cosas sin decirlas y como mirando para otro lado, dejo caer: “pues alguien tiene que hacer la crónica”. En ese momento me recordó a ese otro mago que era Gila y que pretendía descubrir al asesino diciéndole : “alguien ha matado a alguien…”

Por supuesto en ese momento me hice el tonto, facultad para la que estoy muy entrenado. Pero al día siguiente pensé que si Melchor hubiera estado acompañado de otros senderosmagos más “incisivos”, seguro que hubiera aceptado la encomienda. El caso es que al día siguiente me ofrecí a realizarla.

Aquí me tenéis, hacer una crónica de lo que no vi, pues el grupo que  cumplió con los objetivos de la caza fotográfica fue el primero y mi amigo Santiago y yo fuimos en el grupo de consolación.

Bueno, en el de Delia que con su gran profesionalidad nos enseñaba gamos donde no los había, incluso una vez nos pareció ver un elefantito moviendo una trompa de bolsa de plástico. Menos mal que los reyes ya no cazan por esos parajes. Como me dijo mi amigo Santi: “estando a tu lado no podía ser de otra manera”.

 El caso es que a las 10:15 de la mañana y como si de unos autobuses del Inserso o de escolares se tratara, la plaza del Palacio de Riofrio se lleno de risas, voces, besos y abrazos. Nada menos que 51 senderomagos, o aspirantes a serlo, se encontraron para disfrutar del espectacular día de otoño que más bien parecía de verano.

Debido a que no admitían grupos tan grandes, se nos dividió a los 51 en dos, separados 20 minutos unos de otros. No sé quién fue el que (o la que) dividió su cuerpo para que fueran dos grupos iguales. Pero es quien tenía  que haber hecho la crónica.

Como os decía, íbamos con el objetivo máximo de ver berrear a los ciervos  o roncar a los gamos. Yo en el coche de vuelta creo que sí produje algún ronquido, pero eso fue todo.

Los del grupo primero capitaneado por Yolanda  se dedicaron a hacer fotos de la multitud de milanos reales, buitres negros y leonados ascendiendo en columna hacia el cielo, así como de las manadas de gamos y ciervos que pastaban tranquilamente y, como si de una competición se tratara, de espantar a las bestias para que nuestras cámaras quedaran en el mismo puesto que el de sus portadores.

Mi grupo hizo las mejores fotos del rascado de los herbívoros cuando están cambiando las astas. Bueno algún compañero creo que hizo fotos a un corzo que tienen posado en el bosque, seguramente cogido de un desguace de Cortylandia. La cosa es que el cliente no se vaya sin su fotografía.

Pasamos por distintas puertas de hierro que antes permitían la conexión por coche a los vecinos de los pueblos de alrededor: Madrona, Hontoria, Revenga, Navas de Riofrío y La Losa. Ahora las puertas están cerradas aunque los vecinos mantienen contenciosos con Patrimonio para reabrirlas. Bueno, eso nos dijeron, pero a lo peor es que las iban cerrando los del grupo primero, quien sabe.

El sotobosque es fabuloso, tiene unas majestuosas encinas, una, en el comienzo de la ruta, tenía unos apoyos para que no se le partieran sus enormes ramas.  También vimos unos imponentes fresnos bien podados. El fresno es uno de mis árboles preferidos, no sé si porque es una especie dioica, o sea, que hay fresnos y fresnas, que diría alguna ministra, o porque de las ramas del fresno hacíamos arcos los niños de los sesenta. Éramos unas bestias que sólo sabíamos jugar con armas de palo y balones.  También hay sabinas y rebollos en este precioso bosque.

La ruta fue muy facilita (menos de 7 km) y de paseo agradable. Como genialmente cita José María, no hubo ninguna cuesta espinosa en todo el recorrido. Excepto nuestra nueva compañera Ana (no se nos olvidarán sus apellidos).

Cada poco se encontraban “puestos de tirador” donde según Delia se apostaban los cazadores: reyes, nobles, embajadores. A saber lo que hacían, sin móvil, mientras esperaban a las piezas.

Durante todo el camino íbamos preocupados viendo a los buitres persiguiendo al primer grupo; no sabíamos si habían tenido algún herido y por ello el interés de las aves. La realidad es que era debido a que ellos y ellas iban moviendo a toda la fauna del soto.

Desde el punto de vista histórico os adjunto un pequeño resumen del Palacio, copiado de internet:

Los terrenos de Riofrío pertenecían a principios del siglo XVIII al Marqués de Paredes y fueron arrendados por  Felipe V como coto de caza. En 1751 y siendo ya reina viuda, Isabel de Farnesio los adquirió con el objetivo de levantar el actual Palacio.

Posteriormente, la Reina incrementó la extensión de la finca mediante la adquisición de terrenos colindantes a base de compras y permutas. Otras incorporaciones se llevaron a cabo durante los reinados de Carlos IV e Isabel II, resultando un bosque que no fue afectado por las ventas de propiedades del Real Patrimonio en el siglo XIX. Se encuentra rodeado en todo su perímetro por una tapia de mampostería.

Una vez acabada la ruta nos encaminamos al Rancho de la Aldegüela en Torrecaballeros donde sabíamos, por experiencia, que íbamos a comer bien, agasajados por Casilda y entretenidos por Fernando S.

Como esperábamos, allí los dos grupos se mezclaron y todos nos pusimos “morados”, yo puedo hablar sólo del cochinillo que estaba espectacular, de haber sabido lo de la crónica hubiera catado también el bacalao.

Después de la comida y las copas, hubo entrega de estrellas, recuerdo las de: Juan, Leonor, María Ángeles, Pepa, Javier B, Pepe A (no sé si olvido alguna). Leonor, Antonio y Fernando hicieron los honores con los vítores de todos los presentes.

Al final algunos/as todavía tenían ganas de más juerga y se metieron en el SPA. Incluso alguno (con alguna) durmió en el Rancho. Esta parte no la puedo contar. Y colorín colorado esta crónica se ha acabado.

Atendiendo a lo visto y disfrutado por el primer grupo, se puntúa con 4 sobre 5 a esta excursión.
Javier M.

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