Inicio: San Nicolás de Bujaruelo
Final: San Nicolás de Bujaruelo
Tiempo: 8 horas
Distancia: 18,5 km
Desnivel [+]: 1011 m
Desnivel [--]: 965 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RESUMEN
La segunda jornada se prometía más tranquila. En el refugio nos informaron que
el paso entre los valles de Ordiso y Otal estaba abierto. La nieve había
desaparecido y, por tanto, podríamos hacer una travesía sin problemas.
Con
nieve, este paso presenta problemas en la vertiente de Otal, tanto por su
excesiva inclinación como por la probabilidad de aludes, ya que hay zonas en las
que la nieve se asienta sobre una base de hierba y eso, junto con las "altas"
temperaturas, proporciona poca estabilidad. Pero llegamos en buen
momento.
El Valle de Bujaruelo encierra unas cuantas maravillas
pirenaicas. En su cabecera, que es técnicamente, la cabecera del río Ara, está
el imponente macizo de Vignemale, una de las cumbres más deseadas por los
montañeros que compite en afluencia con el Monte Perdido y el Aneto.
Es la
cumbre más alta del pirineo francés (compartida con España), contiene el glaciar
más extenso del Pirineo Francés y el nombre que prevalece es francés; en versión
española, se llama Comachibosa, nombre que tan sólo se ve en los mapas.
Río
abajo (omito los barrancos de Batanes y Espelunz porque aún no los conozco), en
la margen derecha del Ara, hay dos valles tributarios, Ordiso y Otal.
El primero
es un jardín, el segundo, también y, además, es un valle glaciar colgado de
libro. Son dos valles con un encanto especial que nacen en el extremo este de la
Sierra de Tendeñera y vierten sus aguas al Ara y la mejor ruta que puede hacerse
es la travesía de uno a otro. Y a eso fuimos.
Un comienzo relajado por
las pequeñas praderas ribereñas y por la pista que lleva hasta el Valle de
Ordiso. Nos desviamos para jugar un rato con un puente colgante sobre el Ara,
cuyo caudal impresionaba, y que nos planteó el interrogante de a dónde llevaba.
A un camino casi abandonado, me contó el guarda del refugio. Lástima. Nos
hicimos fotos mil bajo la cascada del salto del Pich y disfrutamos de la
cantidad de flores que ya se dejaban ver en el valle de Ordiso con un río
pequeño pero salvaje y una pasarela de hormigón doblada, casi partida en dos,
que daba un poco de "respeto" cruzar.
La llegada la Collado de Ordiso no
podía ser más bonita. Miremos por donde miremos, las distancias hacían que las
grandes cumbres se nos presentaran con cierta placidez, no como ayer, cuando
todo resultó salvaje, impactante, brutal. Hoy no.
Hoy las montañas, algunas las
mismas de ayer, se nos presentan con una perspectiva más amable. Si acaso, la
Peña de Otal se nos antojaba un tanto arrogante dada su cercanía.
El Vignemale
recupera el protagonismo que perdió ayer ante los Marborés, y la Tendeñera, un
tresmil frustrado, nos muestra una mole más asociada al pastoreo que a las
grandes gestas montañeras (un engaño, alcanzar esta cumbre tiene lo suyo).
Disfrutamos recorriendo con la vista la subida de ayer al puerto de Bujaruelo y el posterior descenso del Puerto Viejo. ¿Y por ahí hemos bajado?
La bajada fue por
sendero entre hierba, con parada para comer al arrullo de un arroyo en el que
algunos nos refrescamos los pies. Un sendero un tanto engañoso, con complejo de
guadiana, nos metió hasta el fondo del Circo de Otal compensando la caminata con
la belleza salvaje de este rincón.
Finalmente, tomamos la pista que nos
terminaría de sacar del Valle y, atajo tras atajo, de nuevo nos encontramos ante
la estampa, siempre gratificante, del Ara pasando bajo el puente de
Bujaruelo.
Juan.
* Paisajes de Ordesa
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje del grupo
FOTOS
* Fotos de Ángel R. Otero
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