Inicio: Valdesquí
Final: Valdesquí
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 10,7 Km
Desnivel [+]: 775 m
Desnivel [--]: 775 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 31
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Dicen que el ascenso más cómodo y sencillo de todos los posibles a Cabezas de Hierro es el que comienza en el aparcamiento de la estación de Valdesquí, comparándolos con el más habitual del puerto de Navacerrada por la Bola del Mundo o el más exigente que parte del refugio del Pingarrón y se adentra en el circo de las Cerradillas.
Confiando en la certeza de lo anterior, nos acercamos al punto de partida, Valdesquí, pasando primero por el puerto de Cotos, donde tomamos la carretera que lleva a la estación.
Para nuestra sorpresa, tuvimos que dejar los coches a 300 metros de ella, fruto del celo por poner barreras y vigilantes donde antes no los había, así es que tuvimos que salvar la valla, más alta que la de Ceuta, descendiendo otros 100 metros, lo que, quieras que no, resta puntos en el cómputo comparativo anterior.
Para nuestra sorpresa, tuvimos que dejar los coches a 300 metros de ella, fruto del celo por poner barreras y vigilantes donde antes no los había, así es que tuvimos que salvar la valla, más alta que la de Ceuta, descendiendo otros 100 metros, lo que, quieras que no, resta puntos en el cómputo comparativo anterior.
Sorteado el estrecho paso que la valla deja en su tramo final, iniciamos el ascenso tras cruzar el incipiente arroyo de las Guarramillas, con más agua de lo esperado. siguiendo una estrecha senda entre piornos que en ocasiones medio la tapaban, complicando un poco la de por sí empinada pendiente, suavizada por un ligero pero refrescante viento que actuaba de bálsamo para el cansancio.
Conforme ganábamos altura, las vistas iban mejorando, a nuestra derecha destacaban las rectilíneas pistas de Valdesquí, que parecían las marcas dejadas por las zarpas de un gigante. A nuestra izquierda el excelso valle de la Angostura. Tras alcanzar una pequeña pista, llegamos al remonte del Collado, en el que a más de uno le hubiese encantado subir.
Continuamos ascendiendo por la senda que bordea la cara norte del Cerro de Valdemartín, contemplado a las apacibles cabras que reposaban en la parte alta del circo de las Cerradillas, hasta que los ladridos de nuestra perrita Mecha las puso en alerta y salieron corriendo despavoridas.
La senda pasaba por tramos bastante aéreos, que con nieve exigen, a buen seguro, el uso de Los crampones y piolets para evitar accidentes no deseados.
Entretenidos con las idas y venidas de las cabras, sin apenas darnos cuenta alcanzamos la cresta de Valdemartín, por donde pasa el PR-11, por todos conocido como Cuerda Larga. Allí esperamos al reagrupamiento del desperdigado personal y en el collado del mismo nombre repusimos fuerzas mientras nos deleitábamos con el devenir de las nubes.
La senda pasaba por tramos bastante aéreos, que con nieve exigen, a buen seguro, el uso de Los crampones y piolets para evitar accidentes no deseados.
Entretenidos con las idas y venidas de las cabras, sin apenas darnos cuenta alcanzamos la cresta de Valdemartín, por donde pasa el PR-11, por todos conocido como Cuerda Larga. Allí esperamos al reagrupamiento del desperdigado personal y en el collado del mismo nombre repusimos fuerzas mientras nos deleitábamos con el devenir de las nubes.
Con los ánimos renovados, ascendimos los pedregosos 2.376 metros de la cima de Cabeza de Hierro Menor, que proporcionaban estupendas vistas cuando las nubes lo permitían.
Hechas las numerosas fotos que requerían los espectaculares paisajes que desde allí contemplábamos, iniciamos el descenso entre los grandes pedruscos de la vertiente oriental de la cumbre, con algún que otro resbalón sin mayores consecuencias.
Al poco, estábamos en el segundo objetivo del día, Cabezas de Hierro Mayor, 4 metros de diferencia con su hermana le dan el título, y 48 menos que Peñalara le quitan el de ser la montaña más alta de Madrid.
Su solitario vértice geodésico, con 2.380 metros de altura, se levanta todos los días contemplando al norte el valle del Lozoya y su embalse de Pinilla, al sur el del Manzanares y su embalse de Santillana, con . Al este, una vista única de la Pedriza y la Loma de Pandasco. Al oeste, la Bola del Mundo o Alto de las Guarramillas y la Maliciosa, amén de los Montes Carpetanos, Peñalara, Abantos, las Machotas y medio Madrid, todo un mundo a nuestro alcance.
La llegada de unos inagotables corredores, nos hizo ver, por simple comparación, que nos faltaba mucho para volver a estar en forma tras el descanso veraniego y nos animó a seguir de inmediato la ruta, que en principio iba a discurrir por donde habíamos venido, pero que a sugerencia de Juan, la realizamos descendiendo por el circo de las Cerradillas, ganando así emoción y vistas.
Siguiendo el PR-27 nos precipitamos en un descenso de notable pendiente, por un interminable canchal en el que la senda hacía múltiples zigzag, muy resbaladizos.
Pasado lo peor, paramos a tomarnos los bocadillos, en pleno circo de las Cerradillas, con un suave sol y un mullido suelo que invitaba a la siesta, sólo alterada por el ir y venir de Teo en busca de algo de comida, ya que la suya, se había quedado olvidada en el coche.
Sólo quedaba bajar al frondoso pinar que teníamos enfrente, atravesar hasta cuatro arroyos, uno de ellos el de las Cerradillas, pasar junto a la Poza de Sócrates y acercarnos al arroyo de las Guarramillas, para remontarlo por su margen derecha hasta alcanzar de nuevo el aparcamiento de Valdesquí, en lo que fue, sin duda, el tramo más cómodo y verde de la ruta.
La celebración de fin de ruta, que se merece 4,5 sicarias, la realizamos en el bar Dos Castillas, del puerto de Navacerrada, poniendo así el broche de oro a esta exigente pero maravillosa excursión.
Paco Nieto
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