miércoles, 20 de septiembre de 2017

Excursión 368: Pico Santa Catalina

FICHA TÉCNICA
Inicio: Valdemaqueda
Final: Valdemaqueda

Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  16,6 Km
Desnivel [+]: 807 m
Desnivel [--]: 807 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 29

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RESUMEN
Como todos los miércoles los senderomagos nos fuimos de excursión, en esta ocasión fuimos 29 los que emprendimos la salida, en la que se pretendía ver las vistas que nos perdimos debido a la niebla en la excursión 318, un año antes, en esta bonita zona de Valdemaqueda

Así que allá vamos después de los cafetitos, salimos hacia el cementerio del pueblo, situado en medio del pinar en un precioso sitio, pero con una fea y poco atrayente valla que lo rodea.

Un poco más adelante entramos en lo que era parte de los terrenos de la Unión Resinera Española, empresa dedicada a la explotación de la resina que desde 1906 era propietaria del 99,999 % del término municipal del pueblo, de manera que durante 90 años Valdemaqueda fue el pueblo de España con menor término municipal, sólo 3000 m2 eran propiedad del municipio, frente a las 5100 hectáreas propiedad de la mencionada empresa. Tal era el cerco, que los vecinos no podían ni salir a pasear sin toparse con una valla. Esta horrible situación acabó en 1996 cuando la Comunidad de Madrid compró por 220 millones de pesetas los terrenos de la empresa y éstos se abrieron al público.

Pues bien, por estos parajes antes inaccesibles nos encaminamos hacia el alto del Turral, por una de las sendas resineras donde nos tomamos el habitual almuerzo de las 12, al que fueron llegando un poco desperdigados los senderomagos. Hasta el empinado risco trepó nuestra siempre bien amada Leonor que se reincorporaba a las excursiones después de más de un año de baja por su rotura de tobillo, acompañada por los ángeles de la guarda Juan y Antonio V. Desde este privilegiado mirador, se podían contemplar unas excelentes vistas del comienzo de la provincia de Ávila, con unos prometedores recorridos para futuras excursiones.

Continuamos andando por la cuerda que hace de límite provincial entre Madrid y Ávila, encaminándonos a la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, no sin antes contemplar los pinos negrales, que aún muestran sus heridas de guerra, que vuelven a producir resina, al ser otra vez rentables, ahora gestionados por algún vecino de Valdemaqueda, que no ha olvidado su oficio y que cada nueve días vacía los tiestos de los pinos en los bidones donde se acumula el viscoso néctar.

Al empezar la subida al pico de Santa Catalina, escuchamos los roncos berridos de los ciervos de las fincas cinegéticas cercanas que entre la espesura iniciaban su habitual berrea anual. Pegaditos a una de las vallas de estas fincas alcanzamos la cima del pico (1.387 metros), inconfundible por sus antenas de telefonía móvil y su cresta rocosa, desde donde las vistas en 360º alrededor nos reconfortaron de la fatigosa e interminable ascenso. Allí nuestro buen amigo Julián recibió una llamada telefónica, que le hizo poner pies en polvorosa y establecer un record de bajada desde el pico de Santa Catalina a Valdemaqueda en solo 21 minutos (nosotros tardamos casi 2 horas en bajar).

Del pico, nos encaminamos al risco de Santa Catalina, donde casi nos sentimos aguiluchos avezados emprendiendo el vuelo sobre Valdemaqueda, a unos 500 metros justos por encima de sus tejados, con excepcionales vistas de Santa María de la Alameda, la explanada de Ávila, sierra de Gredos y la garganta profunda del Cofio.

Ya en calor y el cansancio hacia que las ganas de llegar para refrescarnos con las jarras de cerveza fueran creciendo, por lo que emprendimos una rápida bajada por los terrenos yermos que dan hacia Robledo de Chavela, produto del gran incendio que los arrasó hace pocos años.

Tanta eran las ganas de cerveza que algunos tenían, que avanzaron hasta casi llegar al pueblo, sin darse cuenta de que el camping El Canto de la Gallina estaba abierto, pues alli recalamos todos al final para gozar de las cervezas y del mejor aperitivo que nos han puesto en muchos años, pues sólo para nosotros y de aperitivo nos prepararon tres suculentas tortillas de patatas que nos supieron a gloria.

Así es que por los paisajes, las vistas y el apertivo esta excursión se merece 4 sicarias.
Antonio López

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