Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 11 Km
Desnivel [+]: 743 m
Desnivel [--]: 743 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 45
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RUTA EN WIKILOC
RESUMEN
Quedamos en Canto Cochino, para realizar esta bonita excursión por la Pedriza, con gran asistencia, mayor de la que esperaba, porque en otras excursiones la palabra "Pedriza" había provocado desbandada general, pero en esta ocasión un adjetivo dedicado en la convocatoria de la ruta como "llevadera", obró el milagro de participación.
En el aparcamiento gran agitación, con caras que hacía tiempo no nos acompañaban por estar superando heroicamente enfermedades innombrables y otra nueva, la de Mariola, bienvenida. Con ganas de aprovechar el excelente día que teníamos por delante iniciamos la ruta cruzando el Río Manzanares por el puente de madera, mientras el agua se hacía escuchar a nuestro paso.
Giramos a continuación a la izquierda para seguir el PR-M1, que al poco tuvimos que dejar por estar cortado por tala de árboles, pero que enseguida recuperamos para después abandonarla definitivamente para seguir por una senda en desuso que va directa al risco del Cáliz, pero que dejamos al alcanzar unos riscos del mismo nombre porque estaba medio tapada por los arbustos lo que la hacía impracticable.
Tras la breve parada de reagrupamiento, continuamos hacia el este, en busca del antiguo PR-M1, al que llegamos a campo a través. La empinada y algo erosionada senda nos llevó directos, en dirección norte, hacia el Cancho de los Muertos.
En los riscos que éste tiene enfrente paramos a tomar el tentempié de media mañana, disfrutando de unas estupendas vistas, del propio Cancho de los Muertos, desde donde cayeron, según cuenta la leyenda, en el transcurso de una pelea, el bandolero llamado Barrasa y uno de sus secuaces de la banda de los Peseteros. Y miráramos donde miráramos, muchos otros riscos que nos empiezan a sonar familiares a fuerza de identificarlos.
Poco nos quedaba para alcanzar el Collado del Cabrón (1304 m), donde nos hicimos la foto de grupo, una vez agrupados de nuevo, aprovechando la presencia de unos monitores que acompañaban a una multitud de chavales.
Estamos en una encrucijada de caminos que cruzan el collado de oeste a este y de norte a sur. Aquí los que tenía prisa por regresar a Madrid se quedaron para realizar una ruta más corta y seguro que más "llevadera" que la que hicimos el resto, que para acometer el segundo tramo de la excursión, seguimos por el más occidental de los senderos, sin abandonar el PR-M1 que traíamos.
Continuamos, por tanto, en dirección noroeste hasta llegar a los pies del Canal del Pajarito, tras cruzar el arroyo del Risco, que estaba completamente seco. Conforme avanzamos, la senda va adquiriendo mayor pendiente, a la vez que aumenta el número de grandes moles con caprichosas formas, entre pinares y vegetación intensa.
Cuanto más ascendemos, más disfrutamos de bonitas vistas de la Cuerda Larga y el valle del río Manzanares. Mirando atrás podemos contemplar las espectaculares vistas al sur de Peña Horcajo, el característico Cáliz y El Cancho de los Muertos que desde aquí ya no nos parece tan imponente, y a nuestra izquierda, la inconfundible silueta de la Maliciosa.
El desfiladero es un paso imponente de unos 70 metros de longitud y 40 metros de desnivel, donde se encuentra El Pajarito (1504 m), La Vela, El Castillete o Galisol (1534 m) y La Campana (1569 m), que se abre entre estos míticos riscos.
Tras una y otra trepada, que cada cual salva como puede, alcanzamos en su cumbre el Jardín de la Campana, una especie de patio, rodeado de bloques de granito, entre pinos jóvenes que está a 1500 metros. El sitio tiene mucha magia, en él esperamos a estar todos mientras disfrutábamos de unas vistas increíbles, al fondo asoma el Embalse de Santillana y, a lo lejos, se adivina Madrid.
Desde allí, continuamos ascendiendo entre riscos, pasando junto al Cancho de los Buitres, el Collado de la Canaleja y bordeando el Carro del Diablo, y tras pasar por el Collado de la Romera, fuimos a dar a La Diligencia, que bordeamos por la derecha para proseguir por el PR-M1 hasta abandonarlo poco antes de llegar a las Milaneras, en el desvío, que sale a la derecha entre robles, continuando por un tramo con apenas algún hito por los que guiarse, para alcanzar el Puente de los Poyos por su cara norte.
Tras las interminables fotos con tan peculiar marco de fondo, y sobre el cual algunos llegaron a posar, procedimos en fila de a uno a descender por su empinado talud para, en su base, parar a tomarnos los bocadillos.
Tras el descanso, descendimos el puente y el lanchal de la Majada de Quila para continuar por una senda bien definida, pasando por una covacha y al poco llegar a la senda forestal del Collado Cabrón al PR-M2, giramos a la izquierda, continuando hacia la zona de Los Llanillos, hasta cruce con el PR-M2 conocido como Cuatro Caminos.
Desde este cruce de caminos, descendimos siguiendo el PR-M2, pasando junto al Arroyo de los Poyos, y el de la Ventana hasta llegar al desvió del Refugio Giner, prosiguiendo por la Autopista de la Pedriza hasta llegar de nuevo a Canto Cochino.
Las cañas de celebración las tomamos en el bar del picadero que hay a la entrada de la Pedriza, en el que gustosamente invité para celebrar mi cumpleaños, junto a Pepa, Luz, Julián y Ángel, recientes condecorados con estrellas.
En el aparcamiento gran agitación, con caras que hacía tiempo no nos acompañaban por estar superando heroicamente enfermedades innombrables y otra nueva, la de Mariola, bienvenida. Con ganas de aprovechar el excelente día que teníamos por delante iniciamos la ruta cruzando el Río Manzanares por el puente de madera, mientras el agua se hacía escuchar a nuestro paso.
Giramos a continuación a la izquierda para seguir el PR-M1, que al poco tuvimos que dejar por estar cortado por tala de árboles, pero que enseguida recuperamos para después abandonarla definitivamente para seguir por una senda en desuso que va directa al risco del Cáliz, pero que dejamos al alcanzar unos riscos del mismo nombre porque estaba medio tapada por los arbustos lo que la hacía impracticable.
Tras la breve parada de reagrupamiento, continuamos hacia el este, en busca del antiguo PR-M1, al que llegamos a campo a través. La empinada y algo erosionada senda nos llevó directos, en dirección norte, hacia el Cancho de los Muertos.
En los riscos que éste tiene enfrente paramos a tomar el tentempié de media mañana, disfrutando de unas estupendas vistas, del propio Cancho de los Muertos, desde donde cayeron, según cuenta la leyenda, en el transcurso de una pelea, el bandolero llamado Barrasa y uno de sus secuaces de la banda de los Peseteros. Y miráramos donde miráramos, muchos otros riscos que nos empiezan a sonar familiares a fuerza de identificarlos.
Poco nos quedaba para alcanzar el Collado del Cabrón (1304 m), donde nos hicimos la foto de grupo, una vez agrupados de nuevo, aprovechando la presencia de unos monitores que acompañaban a una multitud de chavales.
Estamos en una encrucijada de caminos que cruzan el collado de oeste a este y de norte a sur. Aquí los que tenía prisa por regresar a Madrid se quedaron para realizar una ruta más corta y seguro que más "llevadera" que la que hicimos el resto, que para acometer el segundo tramo de la excursión, seguimos por el más occidental de los senderos, sin abandonar el PR-M1 que traíamos.
Continuamos, por tanto, en dirección noroeste hasta llegar a los pies del Canal del Pajarito, tras cruzar el arroyo del Risco, que estaba completamente seco. Conforme avanzamos, la senda va adquiriendo mayor pendiente, a la vez que aumenta el número de grandes moles con caprichosas formas, entre pinares y vegetación intensa.
Cuanto más ascendemos, más disfrutamos de bonitas vistas de la Cuerda Larga y el valle del río Manzanares. Mirando atrás podemos contemplar las espectaculares vistas al sur de Peña Horcajo, el característico Cáliz y El Cancho de los Muertos que desde aquí ya no nos parece tan imponente, y a nuestra izquierda, la inconfundible silueta de la Maliciosa.
El desfiladero es un paso imponente de unos 70 metros de longitud y 40 metros de desnivel, donde se encuentra El Pajarito (1504 m), La Vela, El Castillete o Galisol (1534 m) y La Campana (1569 m), que se abre entre estos míticos riscos.
Tras una y otra trepada, que cada cual salva como puede, alcanzamos en su cumbre el Jardín de la Campana, una especie de patio, rodeado de bloques de granito, entre pinos jóvenes que está a 1500 metros. El sitio tiene mucha magia, en él esperamos a estar todos mientras disfrutábamos de unas vistas increíbles, al fondo asoma el Embalse de Santillana y, a lo lejos, se adivina Madrid.
Desde allí, continuamos ascendiendo entre riscos, pasando junto al Cancho de los Buitres, el Collado de la Canaleja y bordeando el Carro del Diablo, y tras pasar por el Collado de la Romera, fuimos a dar a La Diligencia, que bordeamos por la derecha para proseguir por el PR-M1 hasta abandonarlo poco antes de llegar a las Milaneras, en el desvío, que sale a la derecha entre robles, continuando por un tramo con apenas algún hito por los que guiarse, para alcanzar el Puente de los Poyos por su cara norte.
Tras las interminables fotos con tan peculiar marco de fondo, y sobre el cual algunos llegaron a posar, procedimos en fila de a uno a descender por su empinado talud para, en su base, parar a tomarnos los bocadillos.
Tras el descanso, descendimos el puente y el lanchal de la Majada de Quila para continuar por una senda bien definida, pasando por una covacha y al poco llegar a la senda forestal del Collado Cabrón al PR-M2, giramos a la izquierda, continuando hacia la zona de Los Llanillos, hasta cruce con el PR-M2 conocido como Cuatro Caminos.
Desde este cruce de caminos, descendimos siguiendo el PR-M2, pasando junto al Arroyo de los Poyos, y el de la Ventana hasta llegar al desvió del Refugio Giner, prosiguiendo por la Autopista de la Pedriza hasta llegar de nuevo a Canto Cochino.
Las cañas de celebración las tomamos en el bar del picadero que hay a la entrada de la Pedriza, en el que gustosamente invité para celebrar mi cumpleaños, junto a Pepa, Luz, Julián y Ángel, recientes condecorados con estrellas.
Por lo divertida y emocionante de esta ruta con cierta dificultad pero con muchas sorpresas, esta excursión merece ser puntuada con la nota más alta, 5.
Paco Nieto
FOTO REPORTAJES
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