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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
Ayer, miércoles, no pudimos acudir a la marcha propuesta, pero al medio día nos acercamos a la casa de nuestro amigo Ricardo, que nos recibió con la hospitalidad que le caracteriza y pudimos compartir con el grupo, unas horas de relax, charlando y degustando la excelente comida que nuestro amigo nos tenía preparada.
Pues viene a que, durante la comida, alguien comentó que, si este año no íbamos a tener una nocturna con luna llena, como ya es costumbre; por lo que le comenté a Antonio, nuestra intención y le pareció una buena idea, propuso, convocar al grupo para hacer la ruta.
Finalmente, la convocatoria se hizo a las 22:30h de la noche del miércoles, tarde muy tarde… Esa noche, en Madrid, fue muy calurosa y se esperaban temperaturas similares para el jueves, y además hay que considerar que Alcalá de Henares está lejos para la mayor parte de los componentes del grupo. La suma de estos factores, dio lugar a que la mayoría no atendiera a la convocatoria. Alguno me llamó para preguntarme si la convocatoria era una broma….
Cinco minutos antes de la hora, nos encontramos ocho senderomagos y el perro de Inés y Jorge dispuestos a realizar la marcha, además nos acompañaban una amigas, Concha y Laura.
En contra de lo previsto, la temperatura era soportable; empezamos a caminar tomando a la derecha del aparcamiento una senda que se adentra en el barranco Salobre, que coincide al principio con la senda de los Taráis, siempre a la sombra. Se notan bien las lluvias de esta primavera ya que las hiervas están muy altas y secas.
Dejamos el barranco Salobre, para tomar a nuestra izquierda el barranco de la Zarza, bastante más estrecho, que poco a poco se va encañonando con un terreno muy arcilloso y que año tras año, las lluvias modelan, cambiando su fisonomía.
Caminábamos siempre a la sombra y, de vez en cuando, el aire se encañonaba por el barranco ofreciéndonos una agradable y refrescante brisa.
La parte que sigue del barranco hasta llegar a la pista, es a mi gusto la más bonita del recorrido, la composición del terreno junto con las lluvias torrenciales ha conformado el paisaje actual, una red de barrancos abruptos, estrechos y en ocasiones con fuertes pendientes, donde el sol apenas penetra y aún hay zonas verdes.
Continuamos por la pista, donde el barranco se muestra bastante más abierto como 1.5Km y lo dejamos girando a la izquierda para afrontar el último Km, es la parte más dura del recorrido ya que tenemos que salvar los últimos 110m de desnivel y los últimos 300 metros por una pista con bastante pendiente y piedras sueltas, pero allí estábamos justo cuando la luna se empezó a asomar, al sol ya lo había tragado Navacerrada, pero también pudimos contemplar el atardecer.
Pronto oscureció e iluminados por la luna, brindamos por esta nueva excursión nocturna, con un cava fresquito, que me acompaño en la mochila durante la subida.
También allí, sentados degustamos nuestros bocadillos, y compartimos unos chocolates.
Estábamos en la gloria (cima), temperatura agradable, buenas vistas y conversación y mejor compañía, podíamos habernos quedado hasta las tantas, pero había que bajar, ya que los forasteros tenían por delante, además de la bajada, el coche hasta sus casas.
Pertrechados, con los frontales, tomamos desde la cima una estrecha senda que cruza en zigzag la anterior subida, haciéndola más suabe y menos resbaladiza, tomamos la pista hasta encontrarnos a nuestra derecha con el camino de la Barca.
Bajamos tranquilamente, la luna nos iluminaba lo suficiente para que en gran parte del camino los frontales no se necesitasen, continuamos con la conversación tan agradable que la bajada se nos hizo muy corta. Cuando llegamos a los coches, era cerca de la una de la madrugada y dimos por finalizada esta nocturna, con un recorrido prácticamente igual que la excursión 571, que realizamos en el 2021.
Creo que bien se merece las 4,5 sicarias.
Paco Donaire
“Los nombres tradicionales de las lunas llenas provienen, en su mayoría, de calendarios agrícolas y culturas ancestrales.
Es por ello que cada mes del año tiene asignado un nombre simbólico que se corresponde con fenómenos naturales o actividades estacionales.
Durante el mes de julio tiene lugar la 'luna del ciervo', que recibe su nombre de las tribus nativas norteamericanas, que observaban cómo en esta época del año en su territorio los ciervos machos comenzaban a desarrollar una nueva cornamenta, tras haberla perdido en invierno. Para ellos, este fenómeno natural marcaba un momento clave en el ciclo anual de la fauna, símbolo de renovación, crecimiento y fuerza.”
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