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miércoles, 15 de mayo de 2024

Excursión 780: Embalse de Pinilla y la Cachiporrilla

FICHA TÉCNICA
Inicio: Área recreativa de Hoya Encavera 
Final: Área recreativa de Hoya Encavera
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 20,7 Km 
Desnivel [+]: 564 m 
Desnivel [--]: 564 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Como indicaba Antonio en su mensaje de convocatoria, en esta ocasión y de la mano de Carlos Revilla la propuesta era completar un recorrido circular de unos 18 km, que finalmente fueron 20,7km y con desnivel de 600 metros, que  se quedaron en 564.

Entre que es 15 de mayo, festivo local en Madrid Capital, que unos cuantos de los habituales regresaron el 14 del viaje a Albania y otros salían el día 16, “solo 8 valientes” nos dimos cita en el entorno del muro del embalse de Pinilla.

Está nublado pero la temperatura es ideal para un buen paseo por este entorno excepcional, que las últimas lluvias han cubierto de un manto verde, salpicado de los brillantes colores de las flores que no han faltado en todo el recorrido.

Nada más iniciar el recorrido, atravesamos un pequeño puente que permite superar el río Lozoya. Al otro lado ya encontramos el primer grupo de vacas que pastan libremente y que parecen desearnos un buen camino al pasar a su lado.

Tras recorrer un tramo asfaltado, de la carretera que se utiliza para el acceso al embalse de Pinilla, nos desviamos por un sendero a la izquierda que nos llevará por Hoya Encabera hasta la base del inicio de ascensión hasta La Cachiporrilla.

Por aquí, el camino se adivina fácilmente y aunque la vegetación ha crecido en todo el entorno, es fácil seguirlo.

Todo lo contrario de lo que ocurre al iniciar el ascenso: la senda ha desaparecido, cubierta por vegetación y tan solo un pequeño muro de piedra nos va a permitir guiarnos hasta que llegamos arriba.

Solo gracias al track que lleva Carlos en el GPS y la indicación de siempre mantener a nuestra derecha el muro de piedra, conseguimos ir avanzando sin pérdida. Las vistas según vamos subiendo, son espectaculares:

Dejamos atrás el valle, con el viaducto de la antigua línea férrea de Madrid a Burgos, una construcción que por su altura y ubicación parece desafiar el equilibrio.

Es una verdadera lástima que no se pueda dar un uso aunque sea turístico, ya que el práctico de facilitar el transporte ya no tiene sentido con las nuevas líneas de Alta Velocidad, que ha dejado obsoleto el antiguo trazado.

Los daños en los túneles de la línea hacen muy costosa su rehabilitación y hace tiempo que se descartó la recuperación como línea para un tren turístico.

Seguimos avanzando en sentido ascendente no sin dificultades para seguir la ruta adecuada, que en alguna ocasión nos obliga a desandar pequeños tramos para superar zonas con arbustos espesos por los que no podemos pasar.

Las flores por todo el recorrido son frecuentes: Peonías, Azulejo, Jacinto Silvestre, Retama, todas con sus plenos colores gracias a las últimas lluvias.

En este punto, Javier y Jorge se dan la vuelta para estar pronto de regreso, pero antes nos hacemos la foto de grupo.

El resto, según subimos conseguimos acceder a las vistas del embalse de Pinilla con la localidad de Pinilla del Valle, que llega con casas hasta el mismo borde del agua. El puerto de Navafría y los últimos retazos de nieve que queda en su entorno.

Las nubes amenazan lluvia durante todo el recorrido, pero nos respetan a lo largo del día. Al otro lado y también echando la vista atrás, alcanzamos a ver la localidad de Canencia, en la base del cerro de Mondalindo. En su entorno se puede completar una ruta denominada los Puentes Medievales de Canencia, que permite conocerlos a través de un cómodo recorrido. sus nombres son puente Canto, puente de las Cadenas y puente de Matafrailes.

Seguimos el camino ascendente manteniendo a la vista el muro de piedra y nos vemos obligados a superar, haciendo cierto ejercicio de equilibrio, otro muro perpendicular y que nos da acceso al entorno de La Cachiporrilla Baja con su caseta de vigilancia, que vemos abierta y ocupada por una persona del servicio forestal, al no ver vehículo alguno, pero si identificar un camino que parece practicable para vehículos, hacemos la suposición de que al inicio de la jornada se completa un recorrido para llevar a cada uno de los agentes a las diferentes construcciones de este tipo y que se les recoge al finalizar el día.

Tras dejar atrás la caseta de vigilancia y ya por un camino fácilmente identificable y “cómodo” para completar el ascenso, llegamos a La Cachiporrilla (1620m), nuestro objetivo. Encontramos el pedestal del punto geodésico y una construcción identificada como propiedad del Canal de Isabel II y que tiene elementos de una estación meteorológica y una antena para la comunicación de los datos recabados.

A partir de aquí, iniciamos el descenso, buscando un sitio resguardado del fuerte viento para poder hace una parada para comer. Atravesamos una gran zona verde y llegamos al collado del Portachuelo, con estupendas vistas a Peñalara.

En el camino encontramos un par de fuentes, en el entorno del arroyo del Hontanar, a las que se les ha habilitado una conducción para llenar unas antiguas bañeras que son utilizadas para facilitar el acceso al agua del ganado que se mueve por las parcelas valladas que nos vemos obligados a atravesar por puertas con carteles en los que se insiste en que se dejen cerradas tras nuestro paso.

La senda discurre en sentido descendente por la Portadilla, en continuo zig-zag y ya en una zona con árboles que nos protegen del aire nos sentamos a reponer fuerzas.

Justo antes de alcanzar este punto, Ángel decide desviarse para alcanzar una cima que, si bien parece estar cerca, presenta un nuevo desnivel respecto a La Cachiporrilla: el Cerro del Águila (1661m). 

Antes de que terminemos con el avituallamiento se incorpora, de nuevo con nosotros y ya juntos continuamos con el descenso en zig-zag.

En varias ocasiones nos planteamos “atajar” para recortar distancia, pero no nos atrevemos al no tener identificada una senda libre de árboles. Cruzamos el arroyo Malabarba, que un poco más abajo se une al arroyo del Hontanar.

Cuando llegamos a la cabecera del embalse de Pinilla, y ya cerca de Pinilla del Valle, Ana y Marcos deciden acercarse al pueblo para esperarnos allí. A partir de este punto nos restan unos 5 kilómetros hasta la zona en la que tenemos los coches.

Se trata de un recorrido plano y por un cómodo camino a lo largo del cual no dejamos de tener una valla metálica que protege fincas particulares a nuestra derecha, a nuestra izquierda el embalse que, gracias al viento, presenta un ligero oleaje que recuerda al del mar.

En este camino se encuentra el yacimiento del Valle de los Neandertales. Se trata de un conjunto que en la actualidad incluye siete yacimientos cársticos con cronologías que abarcan desde el último tercio del Pleistoceno Medio hasta mediados del Pleistoceno Superior (entre 300.000-40.000 años antes de la actualidad).

Estos yacimientos contienen registro tanto de los animales y plantas que vivieron en el Valle a lo largo de todo este tiempo, como de los seres humanos que eligieron las cuevas y abrigos como morada, y de las actividades que realizaron.

Dos especies son las protagonistas destacadas en este conjunto de yacimientos. Por un lado, el hombre de Neandertal, Homo neanderthalensis, y por otro, la hiena manchada, Crocuta crocuta

Ellos fueron los que originaron las concentraciones de restos de otras especies de vertebrados que se encuentran hoy en los yacimientos, al cazarlas y transportarlas a los abrigos y cuevas para consumirlas y finalmente abandonar en ellas sus despojos. Aquí más información sobre el yacimiento.

Continuamos por el cómodo camino, pasamos junto a un búnker y llegamos al puente sobre el río Lozoya que cruzamos esta mañana para a continuación alcanzar la zona en la que aparcamos los coches.

Allí nos esperan las vacas que ahora si parecen saludarnos y felicitarnos por lograr completar un recorrido que si bien no tenia grandes dificultades, los problemas para identificar el camino en el ascenso lo han hecho “interesante” y que califico con un 4 sobre 5.
Ricardo Fernández

miércoles, 11 de octubre de 2017

Excursión 371: Los pueblos del Valle del Lozoya

FICHA TÉCNICA
Inicio: Monasterio de El Paular
Final: Lozoya

Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  19,8 Km
Desnivel [+]: 261m
Desnivel [--]: 320 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua:
Ciclable:
Valoración: 4
Participantes: 27

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Mediados de Octubre y seguimos en este largo verano que parece no tener fin. Pero gracias al buen tiempo pudimos disfrutar de una excursión fácil y razonablemente fresquita a lo largo del rio Lozoya donde los árboles empezaban poco a poco a otoñar, quizás sólo por el recuerdo de que otros años a estas alturas sus hojas eran de color amarillo o rojo y muchos de ellos ya habían empezado a perderlas. A mí, que por fin estoy volviendo a la normalidad y a disfrutar de nuevo de las excursiones, me pareció esta marcha una magnifica propuesta, ya desde la convocatoria. Por eso no pude negarme cuando bien avanzada la marcha nuestro Boss me propuso hacer la crónica. Así que, ahí va.

El punto de partida era el aparcamiento del monasterio del Paular. Mientras iban llegando los 27 participantes a esta marcha, algunos aprovechamos para ser los primeros en comprar la lotería de Navidad del GMSMA, al mismo tiempo que notábamos que se nos ponía ese nudo en el estómago que se forma cuando empiezas a darte cuenta de lo cerca que está de nuevo la Navidad.

El comienzo prometía, ya que empezamos cruzando el río por el Puente del Perdón, justo enfrente del monasterio. Aunque construido en el siglo XIV, el actual puente es una remodelación del XVIII de sillería de granito con tres arcos de medio punto y dos descansaderos con bancos de piedra en forma de semicírculo. Una preciosidad.

Giramos a la izquierda por un ancho camino por el que poco a poco íbamos adentrándonos en el bosque de los finlandeses, un paraje espectacular con abetos, chopos, abedules y otras especies de árboles propias del norte de Europa. Pasear por este lugar y sobre todo cuando te vas acercando al pequeño embarcadero donde se forma una represa en el río, junto al que se encuentra una caseta de madera que en su día se utilizó como sauna, te hace sentir como si de verdad estuvieras en Finlandia. Aunque nos hubiera gustado verlo con más agua y los árboles un poco más otoñales, no nos defraudó.

Nos costó volver a coger el camino, pero nos esperaba un día largo y poco a poco retomamos nuestra senda. Cruzamos de nuevo el río, que bajaba con muy poca agua, y casi sin darnos cuenta llegamos al primer pueblo de nuestro recorrido: Rascafría. La mayoría de senderistas se dedicarían a ver este precioso pueblo, pero los gmsmanos se dedicaron a asaltar la famosa chocolatería San Lázaro, unos a comprar y otros a probar los exquisitos y muy variados chocolates que se hacen en este lugar.

Dejamos Rascafría y seguimos camino a Oteruelo del Valle, donde tomamos el tentempié mañanero poco antes de llegar al pueblo. Me llamó la atención lo señalizadas que están las diferentes sendas por esta zona y lo remodelado que está este pequeño pueblo en el que destaca la espadaña de su iglesia, y en el que las nuevas casas de fin de semana se mezclan con las antiguas de los escasos habitantes de lugar.

De allí nos dirigimos a Alameda del Valle donde rodeamos la vistosa Iglesia de Santa Marina y seguimos avanzando hacia el puente que cruza la cola del embalse de la Pinilla. Sobre el puente nos hicimos la foto de grupo y nos separamos de nuestras estrellas fugaces, que desde allí volvieron directamente al pueblo de Pinilla del Valle. Es de destacar lo bajo que está el embalse, que le costará unos cuantos años lluviosos llegar al menos al 50% de su capacidad. Seguimos hacia el otro lado del embalse para visitar lo que para mí sería la parte más especial de nuestra ruta de hoy: El Valle de los Neandertales.

No sabía yo de la existencia de este proyecto, cuyo objetivo es estudiar los yacimientos arqueopaleontológicos descubiertos cerca de Pinilla del Valle. Pero revisando la wiki he visto que se trata de un conjunto que en la actualidad incluye siete yacimientos cársticos con cronologías que abarcan desde el último tercio del Pleistoceno Medio hasta mediados del Pleistoceno Superior (entre 300.000-40.000 años antes de la actualidad). Los yacimientos contienen registro tanto de los animales y plantas que vivieron en el Valle a lo largo de todo este tiempo, como de los seres humanos que eligieron las cuevas y abrigos como morada, y de las actividades que realizaron. Paseamos un buen rato por el yacimiento denominado El Abrigo de Navalmaíllo, descubierto en 2002. Se trata de un campamento de Neandertales de hace unos 70.000 años, que conserva los restos de las actividades que grupos de homínidos realizaron aprovechando el abrigo de la roca.

Empujados por la fuerza que nos habían transmitido nuestros ancestros, nos animamos a completar la última parte de nuestra ruta. Seguimos camino bordeando el embalse de la Pinilla por una senda ya más estrecha hasta llegar a la presa. No pudimos cruzar por ella ya que la rodeaba una infranqueable valla, así que la bordeamos por la carretera hasta llegar a un pequeño puente que había aguas abajo por el que finalmente cruzamos al otro lado, donde nos refrescamos e hicimos muchas fotos disfrutando del salto de agua de la central hidroeléctrica.

A estas alturas de la excursión, cuando habíamos sobrepasado la distancia prevista en algunos kilometrillos y ya próximos a Lozoya, lo único que nos sostenía era la magnífica cerveza que nos íbamos a tomar en alguna terracita del pueblo. Así que, unos atajando y otros completando formalmente toda la ruta, llegamos a Lozoya donde celebramos el magnífico día, la reincorporación de Vicente, la vuelta de Carmen y mi cumpleaños.

Una muy bonita excursión que, por sus paisajes, el paseo por los yacimientos prehistóricos y lo bien que lo pasamos, se ha merecido 4 sicarias.
Leonor Moliz

FOTO REPORTAJES