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viernes, 8 de noviembre de 2024

Excursión 817: Comillas y su costa

FICHA TÉCNICA
Inicio: Comillas 
Final: Comillas
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11 Km 
Desnivel [+]: 197 m 
Desnivel [--]: 197 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: Sí
Valoración: 3,5
Participantes: 36

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














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RESUMEN
Quedamos en la Plaza del Ayuntamiento Viejo o Plaza de La Constitución para hacer una ruta guiada por Comillas por el centro del pueblo, por la mañana, y por la costa hasta adentrarnos en el Parque Natural de Oyambre, por la tarde.

Era día me mercado, por lo que la plaza estaba muy animada y cubierta de puestos de los vendedores ambulantes.

Tras una introducción de Moncho, el guía local, poniendo en contexto la importancia del primer Marqués de Comillas en lo que ha sido y es el pueblo, desde sus orígenes, como municipio pesquero, a lugar de veraneo del rey Alfonso XII, que acabaría arrastrando a su corte y familias adineradas, nos encaminamos a la parte alta del pueblo, hacia el mar, pasando antes por el Corro San Pedro, lugar de fiestas y pandereta. Al fondo destaca el antiguo Parador, conocido posteriormente como Hotel San Pedro.

Llegamos al Mirador de Santa Lucia, tras pasar desde la calle de Antonio López por un callejón que recorre por delante de la Puerta Moro o Puerta de los Pájaros de Gaudí, con acceso peatonal, de carruajes y ¡para los pájaros también!

Esta puerta se realizó a base de desechos de materiales de construcción y es un ejemplo del arte modernista.

En el Mirador destaca las vistas de la costa acantilada solo interrumpida por la playa de Comillas y de Oyambre y alberga una ermita del mismo nombre que el mirador, donde los pescadores escuchaban misa antes de salir a la mar y tenían la campana de la ermita para aviso en días de temporal.

Aquí Moncho nos hizo la foto de grupo, última de nuestra escapada por Cantabria.

Desde el mirador se ve la playa y el puerto o muelle, como acostumbran a llamarlo aquí.

Nos explica que, por la dificultad de acceso a la bocana del muelle, por su estrechez y orientación sur, se dispone de tres faros, todos ellos visibles desde este emplazamiento, para ayuda a los barcos al hacer su entrada.

También nos cuenta la importancia que tuvo en su día la pesca de la ballena, que salían a pescar en chalupas armados de arpones y que luego despiezaban junto a una rocas anexas a la zona del muelle llamada Peña Blanca, debajo de las bodegas de los marineros.

Proseguimos por el Camino de Santa Lucía hacia el Monumento al Marqués de Comillas, pasando por El Duque o casa del Duque de Almodóvar del Río. Palacete que se utilizó en películas de terror de estilo anglosajón en contraste con el resto de edificios del pueblo.

Tras las correspondientes fotos en el monumento, bajamos por el Parque Guell hacia arriba del túnel que conecta la playa con el centro del pueblo y que en su día el Marques hizo construir para facilitar el acceso del Rey a la playa.

Pese a que el guía desaconseja hacernos la foto en el macro rotulo de letras con la palabra "Comillas" que hay junto al parque, los animosos senderomagos no renuncian a hacerse la correspondiente foto de grupo ahí.

Seguimos nuestros pasos de la ruta modernista hasta el cementerio, uno de los dos que hay pues según nuestro guía, este pueblo tiene muchas cosas por duplicado.

El cementerio proyectado por el arquitecto Doménech Y Montaner, se realizó dentro de las ruinas de una antigua iglesia gótica con panteones modernistas de la clase pudiente a un lado del cementerio y el resto de mortales al otro lado, que acabarían abandonando este cementerio por disputas con la clase noble, construyendo otra iglesia y cementerio por el centro del pueblo al abrigo del mar. Destaca en esta visita el ángel exterminador que posa como pájaro caído de los cielos en lo alto del muro del cementerio así como la verja de entrada recientemente restaurada.

Acabamos la ruta de la mañana volviendo al centro del pueblo a visitar el Capricho de Gaudí pasando por la Puerta de la Universidad Pontificia. Edificio tremendo que promovió el Marqués de Comillas como obra pía para ganarse el cielo, destacando en la colina. Lo íbamos a ir viendo también en la excursión de la tarde a nuestra izquierda pues lo acabaremos bordeando primero por la costa y luego por el interior.

Esta casa, El Capricho, fue diseñada por Gaudí para Máximo Díaz de Quijano, otro indiano abogado del Marqués de Comillas, una especie de play boy de su época, amante de la botánica. 

Gaudí diseña la casa en clave de sol, nunca mejor dicho. En clave porque el citado Máximo además de amante de la botánica era pianista y en la torre de la casa se puede ver una barandilla simulando un pentagrama. Y de sol porque como los girasoles en los frisos cerámicos que con este motivo adornan la fachada, toda la casa está pensada para ir haciendo la vida en torno al recorrido del astro.

Las habitaciones orientadas al este para despertarse con la salida del sol, un amplio invernadero acristalado que da luz y calor a toda la casa con orientación sur. Y la zona de fumadores y reposo por la tarde con orientación al oeste.

La fría parte norte queda para zona de salones con ventanas de guillotina doblemente acristaladas y con un novedoso sistema de elevación con poleas acompañado de música en el movimiento.

Acabamos la visita con románticas fotos en los balcones de hierro de la casa visitando la planta de arriba también.

Nos emplazamos a reponer fuerzas, comiendo por los bares y restaurantes del pueblo, para nuevamente quedar en la plaza del ayuntamiento viejo junto a la iglesia de San Cristobal, para iniciar nuestra ruta costera de la tarde.

Encaminamos nuestros pasos hacia el Mirador de Comillas en la Punta de la Moira donde la guía local nos explica la caza que se hacía de la ballena de los vascos o ballena septentrional caracterizada por su lentitud y presentarse en aguas superficiales.

Vamos por la carretera que pasa junto a la cochera de La Cantábrica y el EDAR local para acabar alcanzando Punta Lumbreras donde se encuentran unas estructuras metálicas utilizadas para la recolección de algas con cestas que se lanzan al mar y se extraen desde lo alto con ayuda de poleas.

En su día tuvo importancia para la industria farmacéutica aunque hoy en día se sigue usando quizás más para otros usos ganaderos.

Seguimos por un camino que bordea unos sembrados hasta acercarnos a la Ria de la Rabia. Estamos en el Parque Natural de Oyambre, donde destacan tres zonas, las dunas con el estuario que se atisban desde nuestra posición, las praderas y el monte Corina.

En la Playa de Oyambre tuvo lugar el aterrizaje de emergencia del primer vuelo trasatlántico entre América y Europa, en principio pensado para llegar a Francia.

La noche se nos echaba encima y desde este privilegiado mirador disfrutamos de una espectacular puesta de sol.

Iniciamos el regreso subiendo al pueblo de Trasvía, donde destaca la Ermita de San Andrés. Este pueblo nos cuenta la guía, fue origen de la captura de la ballena, anterior a Comillas, y posteriormente siguieron ligados al mar al enrolarse en la Compañía Trasatlántica que fundara el Marqués de Comillas y que gracias a los servicios prestados a Alfonso XII con sus barcos en una de las insurrecciones en Cuba, le permitirían entrar en la nobleza española como agradecimiento por parte del rey.

Apurando los últimos rayos de sol, pasamos por una especie de mesa de piedra con cruz labrada, que se nos explica serviría en su tiempo para dar descanso en el traslado de los féretros hacia el cementerio de comillas.

Completamos el recorrido entrando en Comillas por la carretera que va a San Vicente de la Barquera. Por la noche celebramos la cena de despedida.

Llegados a la valoración de la ruta, podemos decir que la parte urbana queda bien explicada por el trayecto realizado y permite una buena visión global del pueblo no así la parte costera, donde por un lado es aconsejable realizar esta ruta bien temprano por la mañana donde la luz es más interesante como se puede ver en las fotos que hicimos Fernando y yo por la mañana, en inesperada exploración repetida luego por la tarde.

Por otro lado también cambiaría algunas partes del recorrido para eliminar asfalto con tráfico rodado por la zona del EDAR y sustituirlo por pista existente colina arriba hacia los límites de la Universidad. Por todo ello le otorgo en global una valoración de tres sicarias y media.
César Rodríguez Bachiller

FOTOS

domingo, 12 de noviembre de 2023

Excursión 739: Abedular de Canencia

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Canencia 
Final: Puerto de Canencia 
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,9 Km 
Desnivel [+]: 474 m 
Desnivel [--]: 474 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 38

MAPAS 
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RESUMEN
En una mañana bastante fría 5⁰C nos reunimos 38 senderomagos en el Puerto de Canencia, el aparcamiento estaba a rebosar de coches, a los que se añadieron tres autocares con chavales jóvenes.

Como preámbulo Marcos Cid entrega el retrato de Alejandro y su nieta, un maestro de la pintura, que en cada ruta a la que viene capta como nadie algún momento y detalles florales del recorrido.

Iniciamos la andadura a través del aparcamiento, con un sendero cómodo y llano, esto entre pinares, para comenzar una bajada más pronunciada en busca de los abedules.

Debido a las últimas lluvias el arroyo del Sestil de Maillo venía con abundante agua, aquí algunos valientes se descalzaron y lo atravesaron con pies firmes.

Otros buscaron rio arriba un paso donde no nos mojáramos, aquí Julian encontró un 'puente' hecho con troncos y aunque no muy firme fue suficiente para nuestro propósito.

Una vez realizada la bajada da comienzo una subida tendida hasta llegar a nuestro 'ángelus' para reponer fuerzas.

Y ahora llega una ascensión abrupta llena de coloridos otoñales, amarillos, ocres y verdes interminables, así como musgos sobre las rocas haciendo un paraje de cuento de Navidad.

Efectuamos un pequeño retroceso para ver los abedules escondidos, título de esta excursión. Desde aquí ascenso por las chorreras, hoy todo un espectáculo por la gran cantidad de agua hasta llegar al mirador de la chorrera de Mojonavalle donde un 'foto call' generalizado inmortalizó el momento.


Con un bocadillo abeduliano hicimos la parada del almuerzo que si bien caminando no notábamos la temperatura, aquí nos quedamos un poco fríos.

Y de regreso al aparcamiento por un camino llano y amplio, donde la conversación en compañía de los senderomagos, se hizo ameno y corto.

A esta ruta le doy cuatro sicarias.
Pilar/Enrique Téllez


martes, 8 de noviembre de 2022

Excursión 664: Selva de Oza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Albergue de Selva de Oza
Final: Albergue de Selva de Oza
Tiempo: 1 a 2 horas
Distancia: 3,9 Km 
Desnivel [+]: 154 m 
Desnivel [--]: 154 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 9

MAPAS 
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta





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RESUMEN
Segunda parte del día. Ya habíamos comido. Llovía, pero ¿cómo nos íbamos a ir al hotel? Pues no. Juan propone otra miniruta, y nos vamos encantados.

Dejamos el coche en el aparcamiento del Camping de la Selva de Oza. Y bien protegidos con las capas de lluvia, emprendemos la ruta por la pista de Espata. A ambos lados del camino, los bosques son frondosos, con algunos ejemplares de abetos increíbles, con las piedras verdes de musgo acolchado.

A unos 500 metros hay una desviación a la izquierda que indica Corona de Muertos y hacia allí nos dirigimos, atravesamos dos pequeños puentes de madera, y una pequeña subidita resbalosa nos deja en este paraje peculiar. El ambiente lluvioso, y la soledad del lugar, le da un toque mágico.

La Corona de los Muertos es un yacimiento arqueológico formado por círculos de piedras de diferentes tamaños y de diámetro variable. Se construyeron desde el final del Neolítico hasta la primera edad del Hierro (3.000 a.c -500 a-C).

Fueron considerados como monumentos funerarios, pero estudios más recientes han apuntado a que podían ser zócalos de cabañas construidas con maderas y pieles y que servirían de vivienda.

Se han encontrado herramientas de sílex, puntas de flechas, raspadores, perforadores, así como armas y otros materiales de hierro de cronología medieval.

La elección del lugar no pudo ser más idónea, con agua asegurada y bosques donde conseguir su sustento.

Volvemos a la pista principal. Hay un banco de madera y Juan toma posesión del mismo para deleitarse con los paisajes, aunque casi no se le ve con esa “capa naranja fosforito”, nos quiere dar envidia y nos regala una sonrisa. Poquito a poco nos vamos adentrando por el bosque ganando altura de forma suave. 

Hay un cartel informativo hacia El Castillo d’Acher y Camino Viejo Puente Sil. Hacemos pequeños atajos, aunque hay que tener un poquito de cuidado en la bajada por las hojas húmedas. Tomamos una senda mas pequeña y llegamos a un puente sobre un pequeño riachuelo, el Barranco de Espata. Los troncos están preciosos. Aquí empieza nuestra vuelta.

El Camino de los Ganchos va dando paso a amplias explanadas, y al fondo entre nubes nuestras queridas montañas. Pasamos por una zona de tirolinas, que deben de ser divertidísimas.

Llegamos de nuevo al albergue y camping de Selva de Oza y se acabó el paseo.

Ha sido una mini-excursión, pero con un encanto especial. Lo he repetido varias veces pero la Selva de Oza es preciosa. Este Valle es uno de mis preferidos del Pirineo. Volveré. Además tengo que encontrar “a mi pastor” (una pequeña bromita).

Nota: El 22 de Junio del 2014 tuve el atrevimiento de apuntarme con la organización para realizar la Senda Camille.

Su nombre es un homenaje al que fue el último oso pirenaico que vivió en la cordillera, sus rastros desaparecieron en 2010, tenia más de 25 años, y su hábitat fue el valle francés del Bearn, el valle navarro de Roncal y los valles de Ansó y Hecho en Aragón. Es una travesía circular por el Parque Natural de los Valles Occidentales y el Parc National des Pyrénés. Se puede realizar en 6 etapas, y hay alternativas.

Mi primera etapa comenzó en este lugar, en el camping de la Selva de Oza. Íbamos pernoctando en refugios. Los paisajes eran únicos. Las cimas, los ibones… sobrecogían. Subí al Bisaurin, al Petrechema. 

No me acuerdo de muchas cosas, iba preocupada, dudaba en ser capaz de terminarla. Al final la termine, y la satisfacción fue tremenda. Baxerri, el guía, fue estupendo, muy callado, pero trasmitía seguridad. ¡¡Qué importante es tener una persona en la que confiar!!, te aumenta la autoestima, te creces, y te hace sentir que “poder, si que puedes”. Hoy la disfrutaría muchísimo más.

En este viaje hemos contado con un guía excepcional. Gracias Juan. Le otorgo 4,5 a esta ruta que tantos recuerdos me ha traído, muy cortita, aunque el paisaje es precioso.
Flor Valverde

FOTOS