FICHA TÉCNICA
Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 4 a 5 horas
Final: Cercedilla
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15,2 km
Desnivel [+]: 581 m
Desnivel [--]: 720 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 27
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RESUMEN
Está claro que Antonio es un talismán que, entre
otras muchas cosas, proporciona buen tiempo. Al no estar él, ni siquiera
pudimos llegar al aparcamiento donde dejar los coches para subir al Montón de
Trigo.
Menos mal que Fernando S. reaccionó rápida y eficazmente y, tras conducirnos hasta un aparcamiento bien resguardado en el mismo pueblo de Cercedilla, nos guió en una improvisada marcha por bellos parajes cubiertos de nieve en lo que acabó siendo el relajante descubrimiento de Cercedilla invernal.
Lástima que hubo quien se dio la vuelta al encontrar helada la carretera y no pudo disfrutar de este día mágico, en el que se incluía la celebración de la 100ª marcha de Joaquín, en compensación nos acompañó por primera vez Carmen, la mujer de Jesús C.
Menos mal que Fernando S. reaccionó rápida y eficazmente y, tras conducirnos hasta un aparcamiento bien resguardado en el mismo pueblo de Cercedilla, nos guió en una improvisada marcha por bellos parajes cubiertos de nieve en lo que acabó siendo el relajante descubrimiento de Cercedilla invernal.
Lástima que hubo quien se dio la vuelta al encontrar helada la carretera y no pudo disfrutar de este día mágico, en el que se incluía la celebración de la 100ª marcha de Joaquín, en compensación nos acompañó por primera vez Carmen, la mujer de Jesús C.
Pisando la nieve desde el inicio, salimos muy
bien abrigados del pueblo, tanto que a algunos sólo les asomaba la punta de la
nariz y era difícil identificarlos, si exceptuamos a Joaquín, que gasta una
nariz con mucha personalidad.
Tomamos la Senda del Agua e íbamos hollando la nieve caída durante la noche, que tenía la textura y el espesor justos para sentir un placer especial al caminar, notando como cada pisada producía un crujido sordo. Subíamos poco a poco por la ladera de Las Dehesas y el valle se iba mostrando en todo su blanco esplendor como si fuera un Nacimiento.
Tomamos la Senda del Agua e íbamos hollando la nieve caída durante la noche, que tenía la textura y el espesor justos para sentir un placer especial al caminar, notando como cada pisada producía un crujido sordo. Subíamos poco a poco por la ladera de Las Dehesas y el valle se iba mostrando en todo su blanco esplendor como si fuera un Nacimiento.
Al rato, Fernando ordenó tomar una senda a la
derecha y llegamos hasta la denominada “Piedra de Pablo”, donde vivimos
entrañables momentos escuchando a Fernando relatar su personal historia sobre
este lugar, en un discurso que Javier M. ha asimilado al Sermón de la Montaña.
Además, disfrutamos del primer festejo del día por el centenario de Joaquín,
celebrado con unos bombones que nos había traído para endulzar el aperitivo.
Entre chispas de nieve y con el viento en calma,
seguimos subiendo por la empinada Senda del Sevillano. Cuando se iba en cabeza
del grupo, era un gusto ser el primero en hundir el pie en el manto blanco que
se extendía hasta donde llegaba la vista, aunque este acto tenía algo de deleznable,
como si se mancillara sin piedad algo sagrado.
Llegamos así al mirador de Vicente Aleixandre; con cuidado nos encaramamos a él, pero, debido a las nubes bajas y la neblina, las vistas eran muy limitadas.
Llegamos así al mirador de Vicente Aleixandre; con cuidado nos encaramamos a él, pero, debido a las nubes bajas y la neblina, las vistas eran muy limitadas.
Fernando, atendiendo las peticiones previas del
público, nos llevó hasta la Ducha de Los Alemanes siguiendo la senda Victory
(gracias, Fernando).
Seguimos disfrutando del paisaje idílico, del ritmo sosegado, de los regatos de agua surcando la blanca nieve y formando carámbanos en las cavidades, incluso del silencio, pues yo creo que a veces hasta hablábamos en susurros para no romper el encanto.
Seguimos disfrutando del paisaje idílico, del ritmo sosegado, de los regatos de agua surcando la blanca nieve y formando carámbanos en las cavidades, incluso del silencio, pues yo creo que a veces hasta hablábamos en susurros para no romper el encanto.
Comimos el bocadillo con avidez frente a la
cascada que da nombre a la Ducha de Los Alemanes, mientras la nevada se hacía
más copiosa y notábamos el frío al estar parados y sin guantes. Pero allí
estaba Joaquín para celebrar su gran día por segunda vez, haciéndonos entrar en
calor con una copita de orujo del bueno acarreado desde los Pirineos.
Paseando por la carretera de la República y después por la calzada romana llegamos a
Casa Cirilo, donde tuvimos una mala experiencia: Habíamos pedido caldos y
cervezas, cuyo precio ya era algo abusivo, pero además el barman se empeñó en
que habíamos consumido más cantidad de la que recordábamos, por lo que
finalmente nos fuimos con la sensación de ser estafados (aviso para
caminantes).
Una vez regresamos a Cercedilla, nos repusimos de
los últimos kilómetros celebrando en un bar por tercera vez el centenario de
Joaquín, quien invitó a las últimas cervecitas junto con José Luis B., que celebraba
su reciente cumpleaños.
Madi ha debatido mucho en esta ocasión sobre la
nota merecida en esta marcha improvisada. Finalmente sus técnicos han decidido
olvidarse de la excursión original, que seguro se hará otro día, y otorgar 4’5
sicarias.