Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,5 Km
Desnivel [+]: 812 m
Desnivel [--]: 812 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Desnivel [--]: 812 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Tipo: Circular
Valoración: 4,5
Participantes: 60
MAPAS
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RESUMEN
Masiva respuesta a la generosa oferta de Paco N. de
subir a Peñalara para contemplar la puesta de sol y la salida de la luna llena,
en un día ideal para ello. Amigos, familiares, colegas, vecinos… Todos se
apuntaron, de forma tal que los senderomagos de los miércoles éramos apenas
reconocibles por unas pocas estrellas dispersas entre la multitud.
Iniciamos la marcha a media tarde por la senda que
sube a Peña Citores para hacer más liviano el ascenso. Era un gusto conversar
con gente de todas las edades, algunos ya habituados a este tipo de marchas y
otros sorprendidos por el panorama que se iba mostrando según subíamos, y todos
ilusionados por vivir esta experiencia, incluso aquellos que, como Hortensia,
tenían que parar a tomar resuello a intervalos. También era un placer provocar
de cuando en cuando alguna sonrisa e incluso arrancar alguna risotada, como las
que le surgían a Aitana con espontaneidad.
Una brisa fresca comenzaba a soplar, así que, antes de
continuar, hicimos un descanso para merendar a la solana en una depresión de la
ladera donde crecían unas plantas misteriosas para la mayoría, a punto de
florecer, y que fueron identificadas como peonías por Patri y Tere. Desde allí
se contemplaba toda la sierra iluminada por el sol e incluso, tras el puerto de
Navacerrada, en la lejanía, el monte Abantos con El Escorial a sus pies y Las
Machotas tras el pueblo.
Llegamos al collado para desde allí doblar a la
derecha y así acometer la subida directa a Peñalara, suave hasta llegar a Dos
Hermanas y ya algo más pendiente en su último tramo. La senda estaba concurrida
por más excursionistas que habían tenido la misma idea que Paco, pero la hilera
de nuestro grupo era inconfundible.
Sería porque el frío ya se dejaba notar, pero el grupo se movía con avidez por llegar a la cumbre; unos pocos, que nos apartamos unos metros para ver desde lo alto La Laguna Grande, tuvimos que andar listos para no rezagarnos.
Sería porque el frío ya se dejaba notar, pero el grupo se movía con avidez por llegar a la cumbre; unos pocos, que nos apartamos unos metros para ver desde lo alto La Laguna Grande, tuvimos que andar listos para no rezagarnos.
Era la primera vez en que muchos de nosotros
alcanzábamos la cima de Peñalara y algunos, que le teníamos muchas ganas, lo
disfrutamos alborozados. Las vistas eran espectaculares, con toda La Cuerda
Larga bañada por el sol tibio del atardecer y una sucesión inacabable de
cumbres hacia el oeste hasta divisar la sierra de Gredos recortada sobre el
fulgor uniforme del cielo. Sobre la meseta, el sol deslumbraba y se iba
acercando a su ocaso.
Nos fuimos refugiando en la ladera sur, más abrigada, y allí desplegamos las viandas de la cena. Mientras comíamos el bocadillo, unos cuantos nos dedicamos a explorar los contornos y así, por ejemplo, pudimos contemplar desde lo alto todas las lagunas que se hallan en el camino hacia la de Los Pájaros, incluida la de Los Claveles. Otros compartían el vino y los postres en animados círculos, destacando por sus chascarrillos y su elevada presencia femenina aquel en que se encontraba nuestro nunca suficientemente ponderado Fernando S. Hubo quienes hasta degustaron una tarta de aniversario.
Casi sin darnos cuenta la luna llena estaba emergiendo; al rato Paco voceó “Se está poniendo el sol” y muchos nos asomamos presurosos a la ladera norte para quedarnos pasmados ante el círculo solar anaranjado en un horizonte sangriento como si la llanura castellana fuera un mar inmenso.
Nos fuimos refugiando en la ladera sur, más abrigada, y allí desplegamos las viandas de la cena. Mientras comíamos el bocadillo, unos cuantos nos dedicamos a explorar los contornos y así, por ejemplo, pudimos contemplar desde lo alto todas las lagunas que se hallan en el camino hacia la de Los Pájaros, incluida la de Los Claveles. Otros compartían el vino y los postres en animados círculos, destacando por sus chascarrillos y su elevada presencia femenina aquel en que se encontraba nuestro nunca suficientemente ponderado Fernando S. Hubo quienes hasta degustaron una tarta de aniversario.
Casi sin darnos cuenta la luna llena estaba emergiendo; al rato Paco voceó “Se está poniendo el sol” y muchos nos asomamos presurosos a la ladera norte para quedarnos pasmados ante el círculo solar anaranjado en un horizonte sangriento como si la llanura castellana fuera un mar inmenso.
Se fue haciendo de noche y la luna fue mudando su
color según se elevaba; recuerdo que, en su transición hacia el blanco,
presentó durante un rato un tono verde pastel especialmente llamativo.
Paulatinamente se fueron iluminando las poblaciones, distinguiéndose incluso el
área de Madrid por encima de La Cuerda
Larga; los pueblos del valle del Lozoya parecían de Nacimiento y entre las
poblaciones de la meseta destacaba Segovia con su catedral despuntando como una
escultura de luz.
A todo esto, el frío ya era intenso y se ve que
aquellos que iban menos preparados para esta eventualidad tenían ya ganas de
volver, así que, en un descuido de Paco, que hasta entonces había controlado al
minuto toda la marcha, unos cuantos desertores iniciaron la vuelta. Con Paco en
la inopia, a punto estuvimos de perdernos todos menos uno.
Hubo que correr la voz hasta la cabeza de la fila para que el grupo parara y Paco tomara la delantera, guiándonos esta vez por la senda que baja desde Dos Hermanas hacia las antiguas pistas de esquí.
Hubo que correr la voz hasta la cabeza de la fila para que el grupo parara y Paco tomara la delantera, guiándonos esta vez por la senda que baja desde Dos Hermanas hacia las antiguas pistas de esquí.
El descenso fue más pausado de lo previsto, pues había
quien bajaba con dificultad, en particular un par de lesionados que tuvieron
que ser diagnosticados por nuestro médico-saxofonista habitual. ¡Desde aquí os
deseamos una pronta recuperación!
Durante la bajada hubo otra vez ocasión de asomarse
para contemplar de nuevo La Laguna Grande, cosa que sólo hicimos unos pocos;
observada frente a la luna desde lo alto, brillaba como el cobre. Daba gusto
también caminar a la luz de la luna con las linternas apagadas.
Antes de finalizar, paramos en el mirador de La Gitana, donde aprovechamos el reloj de sol para utilizarlo como reloj de luna. En el último tramo descubrí que para Vicente F. esta había sido la primera excursión a la montaña de su vida, habiendo acabado muy satisfecho con ella, así que quiero felicitarle especialmente.
Antes de finalizar, paramos en el mirador de La Gitana, donde aprovechamos el reloj de sol para utilizarlo como reloj de luna. En el último tramo descubrí que para Vicente F. esta había sido la primera excursión a la montaña de su vida, habiendo acabado muy satisfecho con ella, así que quiero felicitarle especialmente.
Algo cansados, pero también reconfortados, llegamos
por fin a Cotos. Y desde allí, cada mochuelo a su olivo. Como curiosidad, diré
que Rosa y yo vimos merodeando por el aparcamiento a un zorro descarado que no
se inmutaba con nada; debe ser el mismo que en otras ocasiones fotografiaron en
Venta Marcelino otros senderomagos.
Preciosa excursión, pero a la que Madi no puede
otorgar la nota máxima por las lesiones acontecidas, así que la calificación
final es de 4’5 sicarias de las 5 posibles.
Melchor.
Melchor.
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de Francisco Nieto
* Foto reportaje de José María Pérez
FOTOS
* Fotos de Fernando Sangüesa
* Fotos de Manuel Crespo
* Foto reportaje de Francisco Nieto
* Foto reportaje de José María Pérez
FOTOS
* Fotos de Fernando Sangüesa
* Fotos de Manuel Crespo
Que bonito!!!!!!!!!
ResponderEliminarBesos a todos/as