Inicio: Villavieja del Lozoya
Final: Villavieja del Lozoya
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 18,5 Km
Desnivel [+]: 365 m
Desnivel [--]: 340 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 22
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
Aunque la previsión
meteorológica no lo indicaba, partimos de casa con una intensa lluvia y unos
atascos monumentales en Madrid y alrededores. El ambiente ya era otro al
acercarnos a Villavieja de Lozoya, punto de encuentro y comienzo de la ruta, estaba
húmedo pero sin lluvia.
Éramos pocos
caminantes con respecto a otras veces, pero con muchas ganas de disfrutar de
uno de los primeros días de otoño de la temporada. Tan solo hacía una semana
que habían aparecido las primeras
lluvias.
Comenzamos a caminar a buen
ritmo. El camino estaba manso y en el campo la hierba empezaba a brotar todavía
muy fina y frágil, insuficiente para repintar el marrón existente resultante
del agostado y largo verano. No así los
arboles de ribera, que ya empezaban a
naranjear. Descubrimos asimismo con emoción, que comenzaban a aparecer las
primeras setas de la temporada; en este caso, pequeños ejemplares de tentadora amanita muscaria.
Por la Colada de la Solana, cuesta arriba, seguimos
hasta encontrarnos con la vía del tren, ruta Madrid-Burgos, abandonada y con síntomas
de degradación acelerada -el vandalismo que no cesa- y que se quiere rehabilitar para el uso del Translozoya, un tren que recorrería los pueblos de la Sierra Norte de Madrid.
Enseguida nos metemos en un túnel, hay que echar mano de linternas, que nos harán descubrir restos de animales, partes de caballo o de vaca, huesos, pieles acartonadas. Se ve como algo natural, deben llevar allí muchos años, no desagrada. A la salida del túnel, un tremendo puente sobre el arroyo del Buitraguillo, un barranco de gran altura que da un poco de vértigo, y que se acrecienta al ver los numerosos amarres para “puenting”, señal de que allí se debe practicar ese deporte.
Enseguida nos metemos en un túnel, hay que echar mano de linternas, que nos harán descubrir restos de animales, partes de caballo o de vaca, huesos, pieles acartonadas. Se ve como algo natural, deben llevar allí muchos años, no desagrada. A la salida del túnel, un tremendo puente sobre el arroyo del Buitraguillo, un barranco de gran altura que da un poco de vértigo, y que se acrecienta al ver los numerosos amarres para “puenting”, señal de que allí se debe practicar ese deporte.
En los andenes de la estación abandonada de
Gascones-Buitrago nos tomamos el correspondiente aperitivo. Bonita estampa del
grupo, sentado a lo largo del andén central, con los pies en la vía; recordaba
la famosa foto “ Lunch atop a Skyscraper” de Nueva York, aunque
en este caso no había peligro.
Teníamos el
encargo de recuperar el palo de pruno de José María, olvidado en el túnel en
una anterior ruta; de eso hace casi 3 años, pero no pudo ser, y por el
contrario, a la entrada del mismo se quedaron despistados los palos de Paco R.
Lo que sí encontramos fueron aquellos cervatillos recién nacidos entonces, que en
un momento vimos trotando como adultos
delante de nosotros.
Como la niebla a lo lejos seguía descansando aburrida
en la cima de los picos y crestas de alrededor, se descartó el plan inicial de
subir al cerro de la Cabeza. Seguimos a media montaña hasta alcanzar el arroyo
de la Trocha, giramos a la izquierda y caminamos en paralelo hasta toparnos de
nuevo con la vía del tren. En este punto nos dispusimos a explorar un nuevo túnel, más corto en este caso y de camino hacia Braojos. En su Casa de Cultura, y consiguiente
bar, nos permitieron disfrutar de nuestros bocatas montañeros, acompañados de
cerveza fría, e incluso saborear un café antes de ponernos de nuevo en marcha.
Ya camino de
Villavieja, antes de llegar, y a falta de camino, atravesamos una extensa finca. Al lado había otra con toros bravos y justo a la salida nos damos de bruces con el
ganadero; nos temíamos una bronca y, por el contrario, nos abrió el paso de un
par de barreras, y encima se disculpaba
por que teníamos que pisar barro.
Terminamos la
jornada en Villavieja, disfrutando de nuevo con la consiguiente cerveza de
despedida y recordando que por la mañana
su alcalde, muy interesado por nuestro
grupo, nos había invitado a las próximas jornadas culturales del año 2017.
En resumen, una estupenda y
bonita ruta otoñal, Madi le concede una
puntuación de 4 sicarias.
Ángel R.Otero
Ángel R.Otero
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez
* Foto reportaje de José María Pérez
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