Inicio: Embalse de Riofrío
Final: Embalse de Riofrío
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,8 Km
Desnivel [+]: 584 m
Desnivel [--]: 584 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 35
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
De vez en
cuando Antonio decide realizar una excursión suave como excusa para después
celebrar en camaradería una comida alejada del habitual “bocadillo montañero”,
y que muchos agradecemos para poder compartir así mesa y mantel con los
numerosos amigos del GMSMA.
Desde luego la
previsión del tiempo era excelente para este miércoles y la presencia del sol enmarcado
dentro del cielo azul intenso con el que amaneció este luminoso día de otoño no
desmereció en absoluto dicho pronóstico.
En esta
ocasión la propuesta era ascender al Puerto de la Quesera, límite entre los
territorios de ambas Castillas, y desde el que hace unos meses iniciamos la
dura excursión nº 303 que nos llevó al Pico del Lobo y finalizó en la Estación
de la Pinilla después de un inacabable descenso por los acusados desniveles de
sus pistas de esquí que pusieron a prueba la integridad de las rodillas de
muchos de los que participamos en ella. Pero ahora había que llegar al puerto desde
el embalse de Riofrío de Riaza y avistar el coqueto Hayedo de La Pedrosa.
Para ello habíamos
quedado en el km 7 de la carretera de Riaza a Majaelrayo en un pequeño claro de
la vegetación en la orilla del embalse, para iniciar desde allí la ascensión a
través de un pintoresco camino aledaño a dicha carretera que el “Boss” nos tenía preparado.
Después de las
salutaciones de rigor y la bienvenida a Margarita (“Gary”), amiga de nuestro compañero Antolín y que hoy nos iba a
acompañar por primera vez, los 35 senderomagos presentes estábamos enseguida
dispuestos para disfrutar de la excursión de este miércoles, no sin antes echar
en falta a nuestro buen amigo Paco Nieto, convaleciente de una reciente
intervención quirúrgica de la que sabemos ha sido llevada a cabo con resultado
satisfactorio.
¡¡Ánimo Paco,
queremos verte pronto caminando con nosotros avistando tu inconfundible
figura!!
Con un magnífico
día para el senderismo otoñal, iniciamos la marcha por el denominado camino
viejo de Peñalba de la Sierra, ideal para caminar pues al estar alfombrado de hojas de roble
hacía muy agradable la marcha en ligera pendiente.
El camino poco
a poco se fue angostando entre los rebollos hasta llegar al arroyo de La Tejera,
que vadeamos fácilmente al ser de un escaso caudal de agua.
Más adelante
siguiendo la suave pendiente de la senda llegamos al arroyo de La Quesera, donde nace el río Riaza, que
aunque algo más caudaloso que el anterior no tuvimos tampoco mayor problema en
cruzarlo gracias a un rústico (y tembloroso) puente de ramas, que a pesar de
sus oscilaciones al transitarlo permitió salvarlo por parte de todo el grupo.
Continuamos
ascendiendo la serpenteante senda adaptándose ésta así a las diferentes curvas
de la ladera, permitiendo en alguno de sus recodos la presencia de algún
excepcional ejemplar de haya que con sus inquietantes formas y en conjunción con
el manto de hojas caídas que adornaban el sotobosque le imprimían al lugar un
mágico carácter bajo la penumbra del dosel arbóreo que impedía que los rayos
del sol penetrasen hasta el suelo.
Superado este
momento mágico y de nuevo de regreso a la realidad, con Melchor y Paco Cantos
encabezando el grupo teledirigidos “vía
Walkie Talkie” por Antonio que se había retrasado para esperar a algún
rezagado, seguimos la senda progresivamente ascendente que atravesando el
espeso rebollar, permitió que a media ladera y aunque el lugar no era el más
apropiado, hiciéramos “la parada del Ángelus”
aunque en esta ocasión en verdad no era precisa para reponer fuerzas sino
conseguir el reagrupamiento del grupo.
Una vez todos
juntos y ya con Antonio al frente del grupo se reiniciaba la ascensión que al
poco era ya por campo abierto, llegando a un pintoresco roquedo de cuarcita y pizarra desde
el que se podían contemplar unas magníficas vistas en lontananza de Riaza y del
embalse de Riofrío de Riaza, y desde el que a través de un ventanal rocoso
labrado por la impenitente erosión, permitía a su través el avistamiento de las
distintas lenguas del hayedo de la Pedrosa, que hizo las delicias de todos los
senderomagos, especialmente de los aficionados a la fotografía, aunque la
vistosidad del hayedo quedara reducida al haberse producido ya en gran medida
la caída de sus hojas.
Ya desde allí se
vislumbraban las estribaciones del Puerto de La Quesera, al que poco a poco nos
acercábamos, y al que después de atravesar alguna alambrada fácilmente
superable y contemplar algunos ejemplares de majuelos, serbales del cazador, y
acebos con sus vistosas bayas en plenitud otoñal, llegamos sin mayor
dificultad.
Tras una breve
parada de reagrupamiento en el puerto, se iba a iniciar el rápido retorno hacia
los coches por el mismo camino por el que habíamos ascendido pues este
miércoles teníamos reservada la comida a hora fija y ya
íbamos justitos de tiempo. No obstante algunos senderomagos a los que la marcha
se les había quedado escasa decidieron continuar ascendiendo para realizar
algunos kilómetros más y bajar luego hasta los coches por la otra ladera de la
montaña.
Dada la
premura de tiempo para llegar a comer, Julián quien al parecer comandaba este
minigrupo, imprimió un fuerte ritmo a la marcha que les permitió a todos llegar
a tiempo a la comida.
Después de
realizar el grupo principal unos 9 km de agradable caminata entre subida y
bajada, se llegó al punto de partida, para una vez acomodados en los vehículos
desplazarnos a la localidad de Sotos de Sepúlveda, donde en el señorial Palacio
del Esquileo se iba a celebrar la comida de camaradería y entrega de
estrellitas a los senderomagos que con distinto número de excursiones eran
acreedores a ellas.
Ya en el
restaurante y después del picoteo de algunas tapas que acompañaron a las
cañitas de turno tocaba ya sentarse a la mesa para degustar los judiones de la
Granja, el plato estrella para la mayoría de los presentes, acompañados de
salmón o carrillada de segundo plato.
Y después de
una grata sobremesa volvimos a contemplar los magníficos cuadros de nuestro
compañero Marcos, que además de deleitarnos todas las semanas con sus
composiciones gráficas después de las excursiones, es un consumado artista del
óleo, la acuarela y el temple al huevo, y por el que tenemos todos los
integrantes del GMSMA una profunda y entrañable admiración.
En resumen, 9
km de una inolvidable excursión con escasa dificultad física, aunque algunos
hicieron varios más, dentro de un marco otoñal incomparable y con el colofón de
la agradable comida en el Palacio del Esquileo.
Que cada cual
le asigne las sicarias que le parezca bien, aunque en mi opinión serían un
total de 4 las merecidas por la excursión de este miércoles.
Joaquín Sastre
FOTO REPORTAJES
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