Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: La Barranca
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 10,6 Km
Desnivel [+]: 564 m
Desnivel [--]: 1068 m
Tipo: Solo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Dificultad: Alta
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 43
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
TRACK
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la rutaTRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
La excursión era la 33cinco… y se
cumplió el dicho. Durante la ruta un compañero y yo llegamos a la conclusión
que había un culpable y un inductor. El culpable era el de todas las
excursiones (para bien o para mal) y el del inductor sólo diré que su nombre empieza
igual que el del culpable pero acaba en lin (no digo más).
Todo empezó con eso de “Jefe,
¿por qué no seguimos aprovechando, para la próxima semana, la nieve que hay? El
jefe que nos veía un poco flojos en las bajadas extremas decidió que no estaba
de más que siguiéramos practicando. Sobre una posible reincidencia del inductor, tranquilos que ya
se han enviado grupos de sicarias a su casa. Por el momento está en paradero
desconocido pero acabará cayendo…
El día se presentaba bastante
despejado, si bien al llegar a la cumbre de la Maliciosa se observó mucha
calima, sobre todo en dirección a los pueblos y pantanos de Madrid que otras
veces veíamos con total nitidez.
En el aparcamiento de Navacerrada
nos encontramos 42 senderomagos, una aspirante a serlo, Sol, que nos acompañaba por primera vez (¡bienvenida!) y dos de nuestros senderoperros (Teo y Mecha),
tras haber dejado algunos coches en la Barranca, al no ser una excursión
circular. El parking en el puerto estaba casi lleno lo que indica que cada vez
hay menos gente que “curra”, perdón, que
no va al trabajo, los miércoles.
Había que subir a la Bola del
Mundo y los remontes de las pistas funcionaban, por lo que nuestro jefe, antes
de nada, se pasó por la cola de los telesillas, por si algún perezoso quería
jugarse la expulsión. No fue así, pero el caso es que algunos empezamos la
subida con pocas ganas. Los primeros tramos estaban bastante congelados por lo
que se oían algunas quejas y lamentos: “estoy por esperaros abajo con unas
cervecitas”, pero nadie se atrevió, casi todos habíamos hecho la mili (salvo
las chicas, natural en nuestra época) y
recordábamos lo mal que se pasaba arrestados.
Arrancamos forrados de ropa, pero al llegar al Collado de la Cuerda de las
Cabrillas todo era quitarse capas. Al poco alcanzamos la pista de servicio que
sube a la Bola y en otro “arreón” llegamos a la misma Bola. En el camino nos
acompañaban, en paralelo a nosotros, algunos esquiadores con sus tablas
calzadas con piel de foca para no resbalar hacia atrás, pendiente abajo.
Una vez arriba, como siempre que
he llegado, miré con admiración las antenas que siempre me recuerdan el tebeo “Destino
a la Luna” de nuestro amigo Tintín. El
caso es que allí hicimos una rápida parada y frugal aperitivo, muchos de nosotros sentados en unas vigas, al
modo de la imagen de los obreros construyendo rascacielos a más de 200 metros
sobre Nueva York, eso sí nosotros con los pies sobre la nieve. Allí mismo
algunos aprovechamos para calzarnos los antideslizantes o crampones que cada
uno tenía. A los que se habían portado mal en 2016 no se los habían traído los
Reyes así que ajo y agua.
Iniciamos la bajada en dirección
a la Maliciosa con unas espectaculares vistas. No os perdáis las fotos de los
compañeros que se cuelgan en el blog.
Animados en la charla, durante la
suave bajada, llegamos al Collado del Piornal. En el Pluviómetro hicimos la
foto de grupo, tras ella nos abandonaron 7
estrellas fugaces.
Subiendo la ladera a la Maliciosa
sólo se veía nieve, algún pequeño pino que sobresalía sobre la misma y
bastantes esquiadores que subían también o se cruzaban con nosotros cuando se
deslizaban esquiando.
Al llegar a la cumbre las típicas
fotos en el vértice geodésico, la más importante fue la conmemorativa de las
100 excursiones de Paco Cayenne. Abajo se veía mucha calima, tal como he indicado
antes.
Allí aprovecharon otros ¿5?
compañeros, entre ellos "la nueva", para dar media vuelta y
convertirse en estrellas fugaces, con intención de volver antes a sus
quehaceres. Se produjo la curiosidad que todos los que volvieron por sus pasos
hicieron más km que los que hicimos la excursión original. Eso sí, se perdieron
la “entretenida” bajada y seguramente tardaron menos tiempo.
El inicio de la bajada era una
empinada pendiente con espesa nieve, la verdad es que sólo lo pasamos mal los
miedosos y los que no tenemos una técnica depurada bajando en ese medio. Hubo bastantes caídas pero se amortiguaban en
el blando y blanco elemento, mientras rogábamos para que se acabara ya tanta
nieve.
Y por fin se acabó, ya veíamos lo
que creíamos tierra firme. En cuanto la pisé recordé lo que me había dicho
muchas veces mi abuela: “hijo ten cuidado con lo que le pides a Dios, no sea
que te lo conceda”.
En efecto, en ese tramo de bajada
la tierra era cualquier cosa menos firme, la arenilla con trozos de nieve, a
veces helada entre piedrecillas produjo algunas otras caídas con menos
protección para las posaderas. También deseamos que se acabara ese tramo de
arena suelta.
La bajada bordeaba el Peñotillo,
dejándolo a nuestra derecha, caminado entre piedras de medio tamaño pisando en
sus aristas, temiendo a cada paso una caída que podía ser importante en este
tramo.
A punto del desánimo se produjo
la parada para la comida. Ahí recobramos la euforia aunque desperdigados por
las piedras que no permitían sentar dos culos en solo una de ellas. Terminando
la comida, tras el descanso y las botas de vino, la tensión que habíamos
almacenado se fue relajando con una pequeña batalla de bolas de nieve.
Volver a la bajada nos devolvió a
la preocupación y a examinar cada punto donde poner un pie y después otro. Así seguimos un buen rato hasta que por fin
llegamos a un pequeño sendero que si bien era bastante incomodo por su
pendiente y sus piedras, era medianamente practicable hasta alcanzar la cuerda
de los Almorchones.
Así seguimos bajando, mejorando
levemente cada trozo, hasta que por fin llegamos a cruzar el arroyo de la
Maliciosa y tras breve subida cruzar la presa del embalse pequeño de Navacerrada.
Yo estuve a punto de emular al anterior papa tras aterrizar en cada país.
La ruta acabó en las Postas donde
varios compañeros nos invitaron a cervezas por sus recientes estrellas
conseguidas.
Lo que fue en su momento un gran
esfuerzo hoy se recuerda con orgullo y por ello la ruta se cataloga con 4,5
puntos sobre 5 posibles.
Y hasta la próxima.
Javier M.
FOTO REPORTAJES
Javier M.
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