Inicio: Las Postas. Navacerrada
Final: Las Postas. Navacerrada
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 9,8 Km
Desnivel [+]: 218 m
Desnivel [--]: 218 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 44
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
RESUMEN
Día emblemático este 28 de febrero de 2018. El grupo conmemoraba exactamente el 10º aniversario de su primera marcha, cuando seis amigos se reunieron para comer en Navacerrada y decidieron dar un paseo previamente para estirar las piernas, dando origen así, de forma imprevista, a la creación de lo que con el paso del tiempo se denominaría el GMSMA. ¡Cuánto hay que agradecer a estos pioneros después de casi 400 excursiones! Tres de ellos siguen acompañándonos cada miércoles en las caminatas y el resto nos hacen los honores andando con nosotros de cuando en cuando y, sobre todo, compartiendo mesa en fechas señaladas como ésta. Especial mención hay que hacer de Antonio, nuestro querido “boss”, fundador del grupo, quien, con una tenacidad de hierro, una paciencia digna de Job y, sobre todo, un espíritu lúdico, nos regala cada miércoles nuestro recreo semanal.
Aunque el tiempo meteorológico no era de lo más propicio, 44 de nosotros nos habíamos apuntado para caminar un poco antes del tradicional cocido en Las Postas, sobre todo porque la ocasión lo merecía. Llovía débilmente y se preveía agua durante todo el día.
En este punto debería comenzar la descripción del camino que íbamos a seguir, pero lo cierto es que, apenas a 50 metros de comenzar la marcha se iba a producir el accidente más importante que nunca habíamos sufrido. Y, como pasa muchas veces con estas cosas, de la manera más tonta. No estábamos trepando por las rocas, ni atravesando obstáculos dificultosos, ni siguiendo senderos irreconocibles… Sólo estábamos descendiendo por unos escalones, a la salida del aparcamiento, para bajar a una calle del pueblo. Seguramente por la existencia de barro en torno al último peldaño, Juan dio un traspiés y quedo tendido en el suelo rabiando de dolor; era su rodilla, que había sufrido las consecuencias del resbalón. Tuvo que acudir una ambulancia para llevarle al hospital y someterse al día siguiente a cirugía; la avería, con ser importante, es de las que se solucionan con el paso del tiempo. Juan, como nos tiene acostumbrados por su carácter, la está afrontando con entereza, paciencia y optimismo. ¡Qué fácil es decirlo y qué difícil hacerlo! Es como si el destino nos hubiera querido dar un aviso, justo al cumplir los 10 años, cebándose con la persona más experimentada del grupo y más pendiente de la seguridad. Así son las cosas.
Después de haber esperado la llegada de la ambulancia, unos cuantos amigos acompañaron a Juan y el resto reiniciamos el camino. Los parajes por donde anduvimos son harto conocidos y por eso mismo reconfortantes en cierta medida, si bien la fina lluvia y algo de neblina les daba un aspecto difuminado y un tanto irreal. Traspasamos enseguida el portillo de pescadores que da paso al embalse y anduvimos por sus orillas. El nivel del embalse es por ahora escaso, por lo que caminábamos por zonas habitualmente cubiertas por el agua.
No podía faltar la corta subida al cerro de Las Cabezas, desde donde hoy el panorama era un poco tristón. Nos encaminamos a continuación a la presa y, dejándola atrás, bajamos de nuevo a la orilla del embalse y cruzamos la carretera de Madrid para, en un suave ascenso, llegar hasta la ermita de San Antonio, que está en lo más alto. Por último, siguiendo el vallejo del arroyo de La Golondrina, cerramos el círculo en el aparcamiento del restaurante.
Allí nos esperaban un montón de compañeros: Unos cuantos, a los que les asusta la lluvia; otros que, no pudiendo dar el paseo previo, no querían desaprovechar esta ocasión tan señalada. Los prolegómenos de la comida se alargaron bastante debido a la cantidad de saludos y parabienes entre unos y otros. Dio tiempo incluso a que algunos de los que habían acompañado a Juan pudieran regresar a la hora de empezar a comer.
El cocido estaba bastante rico, pero, como siempre, lo mejor vino después. Se le hizo entrega a Antonio de un pequeño recuerdo, trabajado con esmero por Paco D., consistente en una foto “virtual” enmarcada donde aparecen los 6 pioneros del grupo. Con Rosa D. y Antonio de maestros de ceremonias, se repartieron un montón de estrellas atrasadas de todos los colores (avisados quedaron los agraciados de que esperamos celebrarlas con muchas cañas durante semanas y semanas). Esta vez costó que Joaquín se arrancara con “El niño de las monjas”, pero finalmente cedió a las presiones; y es que sin nuestro himno extraoficial no somos nadie; vamos a tener que afiliar a Joaquín al régimen de artistas.
Destacar que los iniciadores del grupo presentes se llevaron una ovación y, por supuesto, hubo un recuerdo para Juan que recibió a distancia unos sentidos aplausos.
Me habría gustado que Madi otorgara 5 sicarias en este día, pero, sintiéndolo de verás, es imposible por lo que ocurrió. Lo dejaremos en 4 pues siempre es reconfortante el calor de los amigos como para poder superar una mala nota.
Melchor
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