Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 9 Km
Desnivel [+]: 674 m
Desnivel [--]: 674 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,75
Participantes: 29
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
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PERFIL
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
Esta excursión, aunque la cita era en La Pedriza y de la mano de Paco Cantos (mezcla terrorífica donde las haya), Antonio nos la había puesto como más suave de lo habitual, por lo que provocó que algunos sendero-magos (pobres ingenuos), que nunca se habían atrevido con estas formaciones graníticas, se animaran a probar suerte y de seguro que, por lo visto y oído después, de esta lotería no vuelven a comprar.
Como es habitual, a la hora fijada y con un tiempo espléndido, se pone en marcha el grupo de 29 excursionistas desde Canto Cochino, liderados por El Boss, con las vistas del Yelmo al fondo, cruzamos el río Manzanares y el arroyo de la Dehesilla para empezar a ascender al Barranco de los Huertos.
El ritmo tan alegre que se impone ya de entrada, unido a las dificultades de la subida (piedra y matorral abundantes) hizo que la hilera de excursionistas se alarga de tal modo que si no fuese por los walkie- tallkie, algunos que tomaron senderos erróneos, no nos habrían alcanzado.
Hecho éste que se dio cuando el barranco se abre un poco y aparece una pequeña pradera donde paramos a comer algo. Algunos a provecharon para subir a un mirador en las cercanías del jardín de Peña Sirio, desde donde se tiene una visión completa del Barranco de los Huertos.
Seguimos ascendiendo por el Hueco de las Hoces y aquí el camino se complica. Grandes piedras caídas bloquean el hueco, por lo que nos vemos obligados a trepar-reptar-descolgarnos y donde algunos empezaron a tenerlo muy claro: era La Pedriza de Paco Cantos, ¡¡¡qué se le iba a hacer!!!. demasiado tarde para salir corriendo.
Llegamos al desvío para subir a las Pilillas. Un pequeño grupo guiado por Paco Cantos, se separa para ascender al Balcón Prohibido que está justo encima de la inmensa pared del Pan de Kilo. El resto del grupo asciende a las Pilillas, nombre que le viene por las oquedades naturales en la piedra y de forma circular que conforman este paraje, realmente bonito y curioso.
Los dos grupos disfrutan tomando contacto visual y radiotelefónico, además de contemplar las diversas formaciones pétreas con nombres varios, como El Elefante, una de las más singulares, justo delante de la gran mole del Yelmo.
El grupo del Balcón Prohibido desciende-asciende y llega a las Pilillas donde el pelotón ya ha comido. Una vez han terminado los últimos el bocadillo, se continúa la subida al Cancho de las Pilas, donde no asciende todo el personal, al tener que trepar por una angosta chimenea, dada la aparente dificultad añadida ya para algunos que habían completado su ración de trepadas y demás. Desde la cima, la panorámica era espectacular, con el embalse de Santillana enseñoreándose entre el verdor de los campos y el castillo de Manzanares el Real.
Continuamos la marcha hacia la Lagunilla del Yelmo, cuarto punto a destacar de nuestra visita y bien que valía la pena; preciosa, entre la hierba, las rocas y las plantas acuáticas que la adornaban. Aquí aprovechó Teo para refrescarse y nosotros para hacernos la foto de grupo.
Bajamos por la senda de las Carboneras, mata rodillas donde las haya, pero con el aliciente de ir de vuelta.
Llegamos a la Fuente de Prado Pino en las proximidades de la Gran Cañada, donde muchos aprovechamos para beber y rellenar las cantimploras.
Desde aquí, teníamos dos rutas alternativas paralelas hacia Canto Cochino: elegimos la de la derecha que es más larga pero menos erosionada que el GR.
Empezamos el descenso y tras dejar El Castillejo a nuestra izquierda, desembocamos en el mismo sendero por el que subimos al principio y que nos llevó al quinto y último lugar del día: Casa Torrero y sus cervezas.
Tanto deseo y ansias por llegar despertaron en alguien, de cuyo nombre no quiero acordarme, que se pasó por el sendero sin cruzar el puente un buen trecho, hasta que cayó de su error y volvió, encontrándolo aún más apetitoso y con el aliciente añadido de que las birras corrían a cuenta de cuatro excursionistas que celebraban diversos eventos.
Con este día de montaña tan completo, la calificación no podía ser otra que de 4,75 sicarias.
JL R. Rubiales
FOTO REPORTAJES
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