miércoles, 12 de septiembre de 2018

Excursión 422: La Peñota desde el Alto del León

FICHA TÉCNICA
Inicio: Alto del León
Final: 
Alto del León
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  13,4 Km
Desnivel [+]: 773 m
Desnivel [--]: 773 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 20

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Antes de realizar nuestra clásica subida al Cerro de San Pedro que marca el inicio de la temporada otoñal, quería Antonio que fuéramos desengrasando un poco los excesos veraniegos.

Con esa intención nos reunimos en el Alto del León los 20 participantes que estábamos dispuestos a intentarlo. Un día no especialmente caluroso y nubes blancas, invitaba a ello.

Cruzando con cuidado la carretera, siguiendo en todo momento el GR-10, enseguida nos acercamos al Cerro de la Sevillana, la primera de las cinco cumbres que primero a la ida, y después de vuelta, nos esperaban como "desengrasante". 

En esta ocasión no nos acercamos a su vértice geodésico, por lo que enseguida alcanzamos el búnker que hay en sus inmediaciones, una de las huellas, junto a otras muchas edificaciones de la zona, de lo que fue la Guerra Civil. Su bóveda de medio punto y su interior se prestaron como fondo de las fotos que nos hicimos junto a él. En sus inmediaciones nos encontramos con una pequeña serpiente que huyó tras fotografiarla, nos quedó la duda de si era en realidad una víbora.

Descendimos unos 50 metros hasta alcanzar el collado del Arcipreste de Hita, antes, a nuestra derecha habíamos observado el monumento pétreo que lleva su nombre y que a mi siempre me ha recordado la silueta de un camello desbocado. En ella estuvimos contemplando en la excursión 266 el rincón escogido por la Real Academia de la Lengua para rememorar, el 23 de noviembre de 1930, los 600 años de una de las obras cumbre de la poesía medieval hispánica: El libro de buen amor.

Es fácil imaginar al Arcipreste recorriendo estos parajes en los que fue a dar con la posadera de La Tablada y es que Juan Ruiz, arcipreste de la alcarreña Hita, debe considerarse el antecesor de los miles de excursionistas madrileños que, acaso sin saber cuales son sus orígenes, recorren los senderos y vericuetos guadarrameños por los que hoy caminamos.

Desde el collado ascendimos al Cerro de Matalafuente, a más de 150 metros de diferencia, caminando entre matorral seco y cañizos, que casi nos cubrían por completo, con unas vistas a nuestra derecha de la llanura de Madrid cada vez más infinitas. A nuestras espaldas, las cumbres recortadas de Cabeza Líjar y Cueva Valiente, a nuestra izquierda la inconfundible silueta de la Mujer Muerta. Y de frente, nuestro objetivo, la tres veces picuda Peñota. 

Alcanzada la cumbre, paramos a reagruparnos, mientras algunos nos subíamos a los riscos colindantes para tener mejores panorámicas. Sin apenas darnos cuenta habíamos descendido al Collado de Matalafuente siguiendo una alambrada de postes de madera, que unas veces nos quedaba a la siniestra y otras a la diestra, justo en el límite de separación de Madrid con Segovia.

Desde el collado tocaba de nuevo subir, en este caso al tercer cerro del recorrido, Peña del Cuervo, al que llegamos tras pasar cerca de restos de fortines de la Guerra Civil y un curioso risco en forma de perro regordete, o al menos es lo que a mi me parecía.

En suave descenso, con un largo muro de piedras a nuestra derecha, delimitando las fronteras entre Segovia -donde nos encontramos- y Madrid, alcanzamos el collado del Mostajo. En él paramos a tomar el tentempié de media mañana, a cobijo del sol gracias a la sombra de los pinos de sus inmediaciones. Dos botas de vino corrieron de mano en mano para hacer aún más agradable el descanso.

Repuestas las fuerzas, comenzamos a emplearlas en subir los pocos más de 60 metros que nos separaban del Cerro Mostajo, siguiendo una pista ancha y sin apenas vegetación que aliviara el esfuerzo. Alcanzada su mocha cima, el amasijo de rocas que forma la Peñota lo contemplamos desde aquí como un reto imposible de alcanzar, tal era su imponente figura.

Descendimos en suave pendiente al collado de Gibraltar, desde el que nos separaban 225 metros de altura para alcanzar el objetivo. Un apilamiento de rocas verticales, que parecían querer hacerse una foto de grupo y una roca que asemejaba tener un pico de pájaro, nos entretuvieron el complicado ascenso, esquivando pasos de rocas, con alguna que otra trepada.

El salto del murete de piedras nos hizo pasar al lado madrileño de la cresta, por la que continuamos con espectaculares vistas y algún que otro paso aéreo hasta cambiar a la vertiente segoviana y alcanzar por fin el callejón que separa las dos puntas gemelas de la cima principal y el vértice geodésico del pico más alto de la Peñota, situado a 1.994 metros de altura y al que también se le conoce como Pico Carpentier, en honor a Alejandro Carpentier, naturalista español que vivió a finales del siglo XIX.

La panorámica desde la cumbre es excelente, su cima constituye uno de los mejores miradores de la sierra, desde la que se ve gran parte de la llanura madrileña y segoviana, abarcando casi la totalidad de la sierra de Guadarrama: desde los Montes del Escorial, al Oeste, hasta el lejano Peñalara, pasando por la muralla que conforman la Sierra de Hontanares y la Mujer Muerta; al otro lado del verde valle del río Moros, Montón de Trigo, Siete Picos y La Maliciosa, al Este. . El cielo a nuestro alcance.

Bajo las paredes verticales del primer pico nos resguardamos del sol para tomarnos los bocadillos, menos Antonio, que se adueño de un corral de piedras para que los peludos no nos molestaran pidiendo algo que llevarse a la boca.

Tras multitud de fotos en lo más alto de los lanchares, iniciamos el camino de regreso al puerto del Alto de León, siguiendo el mismo trayecto que utilizamos para llegar hasta aquí.

Al alcanzar el collado del Mostajo, hicimos una pausa para reagruparnos y buscar la fuente que hay unos pocos metros más abajo para dar de beber a las mascotas. Poco después, al llegar a la Peña del Cuervo contemplamos sorprendidos cómo por la zona de Torrelodones caía una gran tromba de agua y aunque el viento soplaba a nuestro favor, fue motivo suficiente para que la mayoría aligerasra el paso.

Llegados al puerto cruzamos la antigua Nacional VI, pudiendo contemplar la inscripción que puede leerse en el pedestal del monumento, tal como mandó esculpir Fernando VI quien “hizo el camino para ambas castillas por encima de los montes, el año de nuestra salvación 1749”, mejorando así enormemente el tránsito por la sierra. Las dos bolas que sujeta el León simbolizan España y las Indias.

En la terrada del restaurante Alto del León celebramos la finalización de la ruta, el haber disfrutado de un tiempo excepcional y unas vistas magníficas, por lo que a esta excursión la califico con un 4,5.
Paco Nieto

No hay comentarios:

Publicar un comentario