miércoles, 5 de septiembre de 2018

Excursión 421: Valle de la Angostura desde El Paular

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Paular
Final: 
El Paular
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  15,7 Km
Desnivel [+]: 731 m
Desnivel [--]: 68 m
Tipo: Sólo de ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 17

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Tras agrupar coches en el puerto de Cotos, nos dirigimos al inicio de la excursión, el aparcamiento del Monasterio de Santa María de El Paular, donde nos reunimos los 17 participantes de hoy dispuestos a remontar el río Lozoya hasta casi su nacimiento.



Nos ponemos en marcha cruzando enseguida el puente del Perdón, lugar cargado historia y leyendas. Alcanzamos la zona recreativa de las Presillas, que a esta hora estaba completamente vacía, lo que no suele ser muy habitual. Cruzamos al otro lado de las gigantescas piscinas naturales que forma aquí el río Lozoya, recreándonos con el nado de una bandada de patos. Recorremos la margen izquierda hasta alcanzar el puente de madera de su cabecera, que cruzamos para continuar el ascenso del río por la margen contraria.

En agradable y sombreado paseo remontamos el río, deleitándonos con los reflejos que forman las numerosas charcas que se forman en su lecho, muchas de ellas facilitadas por las piedras que colocan los bañistas para hacerlas así más profundas.

Pasamos junto a la desembocadura del arroyo Aguilón, punto en el que el río Lozoya pasa a denominarse arroyo de la Angostura. Por él seguimos, alcanzando pronto la poza que hay bajo un puente de madera y en la que algunos nos hemos dado unos buenos baños, hoy la hora, excesivamente temprana, no lo aconsejaba.

Unos pocos de metros más arriba, otro conjunto de pozas incrustadas entre unos riscos ofrecen unos bonitos saltos de agua que se ganaron una buena cantidad de fotos.

Entre robles, helechos, vegetación de ribera y alguna que otra vaca aprovechándose de ella, llegamos a lo que fue la antigua fábrica de la luz, en situación bastante ruinosa, donde cruzamos a la orilla izquierda y llegamos a la casa de madera conocida como casa de la Horca, donde acababan los reos que no conseguían el perdón en el puente del Monasterio y que por eso se llama así.

Pasamos junto al Restaurante los Claveles, y al alcanzar el aparcamiento del área recreativa de la Isla, cruzamos por el puente para cambiar de nuevo de margen. y así llegar por ella a la presa del Pradillo. Junto a su muro, del que se precipita el agua acumulada por los arroyos del valle de la Angostura, paramos a tomarnos el tentempié de media mañana.

Repuestas las fuerzas, continuamos con espléndidas vistas del embalse, que reflejaba en sus quietas aguas las nubes blancas del cielo. Entre lomas plagadas de helechos, que este año no han perdido su color verde, llegamos a uno de los puentes más bonitos de la sierra, el de la Angostura, que no cruzamos, solo lo fotografiamos.

En la gran poza que hay metros más arriba, nos dimos un refrescante baño en su gélida agua, que a mi me pareció más fría que nunca. Tras el baño, continuamos remontando el arroyo, entre altos pinos albares por el Camino de las Vueltas.

El puente de los Hoyos nos cambia a la margen izquierda del arroyo, cruzamos el arroyo de la Laguna, para al poco volver a cruzar el arroyo de la Angostura por un puente hecho a base de bloques de cemento por entre los cuales discurre el agua. En el agua, un toro negro como el azabache no nos quitaba ojo.

A partir de aquí el arroyo de la Angostura pasa a llamarse de las Guarramillas. Con el sonido del agua a nuestra derecha, subimos un repechón que nos llevó al puente que cruza el arroyo de las Cerradillas. Junto a él nos tomamos los bocadillos. En su orilla nos hicimos la foto de grupo, previo susto porque a José María se le resbaló la cámara, que cayó al agua, afortunadamente sin consecuencias.

Estamos en el epicentro de las fuentes del río Lozoya, formado por los tres arroyos, el de la Laguna Grande de Peñalara, que nace en la charca glaciar del mismo nombre; el de las Guarramillas, que aflora en la ladera septentrional de la Bola del Mundo; y el de las Cerradillas, que rebosa de las laderas de Cabezas de Hierro. Reunidos los tres al pie del puerto, forman el arroyo de la Angostura, que poco después, al unirse con el arroyo Aguilón, pasa a llamarse definitivamente río Lozoya, como hemos comentado.

Con algo de prisa porque amenazaba lluvia, que no tardó en aparecer mientras nos acercábamos a los tejos milenarios que hay junto a una cascada de gran altura, que no pudimos disfrutar con el tiempo que se merecía.

La lluvia no cesaba y bajo ella cruzamos el arroyo, y pasamos junto a la poza de Sócrates, la recoleta y apartada cascada en la que nos hemos bañado en otras ocasiones, en su gélida agua a modo de refrescante ducha. Al poco dejó de llover, y con más tranquilidad alcanzamos la pradera donde se ubica el refugio del Pingarrón. Ya solo quedaba continuar por la carretera que une Valdesquí con el puerto de Cotos.

En Venta Marcelino, nos tomamos las cervezas para celebrar esta excursión, por este trío refrescante, recorriendo su cauce, donde nos hemos deleitado con los múltiples rápidos, cascadas y las pozas profundas, más que muchas piscinas, a la sombra de los pinos albares, los robles y los abedules y que califico con un 4,5.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de José María Pérez

FOTOS

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