miércoles, 7 de noviembre de 2018

Excursión 433: Camino de San Frutos. Etapa 3. Pelayos del Arroyo - Pedraza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pelayos del Arroyo

Final: Pedraza
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  18,8 Km
Desnivel [+]: 382 m
Desnivel [--]: 439 m
Tipo: Sólo ída
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 26

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 

RESUMEN 
En nuestro acercamiento a la ermita de San Frutos en las Hoces del Río Duratón desde Segovia tocaba hoy realizar la tercera etapa, que en teoría tendría que salir de Sotosalbos, donde acabó la segunda etapa, pero que por motivos logísticos la iniciamos en Pelayos del Arroyo, separados solo 1,5 km.

Poco a poco nos vamos reuniendo junto al molino harinero de Pelayos, situado junto al arroyo donde nace el río Viejo, a pocos metros de aquí y desemboca en el río Pirón una decena de kilómetros más abajo.

El día amaneció desapacible y lluvioso, por lo que abundan los chubasqueros y los paraguas en nuestro atuendo. Reunidos los 26 participantes, nos pusimos en marcha, cruzando las desérticas calles del pueblo en dirección norte hasta llegar a la plaza donde se encuentra la Casa Consistorial, una fuente en el centro de una rotonda y el rollo, la columna conmemorativa de la concesión del villazgo.

Proseguimos, ahora en dirección sureste, pasamos junto a la iglesia románica de San Vicente, del siglo XII, rematada por una espadaña más moderna, en la que las cigüeñas han construido sus nidos. Cuenta con restos de pinturas murales, un retablo barroco y destacados capiteles, así como una notable portada.

Dejamos el pueblo y sus encharcadas calles saliendo por una pista que en su segundo cruce con otros caminos gira hacia el noreste, entre fincas con caballos, pasos canadienses y jalones indicativos del Camino de San Frutos, con su singular pajarito, que nos ayudaron a orientarnos.

En cómodo paseo, ya sin lluvia, pasamos por las extensas fincas de prados de El Matorral, Los Cerrillos, donde iniciamos el descenso hacia Pradera Herencia, donde al poco, el camino realiza un par de zetas antes de cruzar por puentes el arroyo de los Vivares, seguido del río Sordillo.

Una ligera cuesta nos puso junto a la carretera SG-V-2315, que se lleva a La Mata, la cruzamos y seguimos por una pista que cruza la carretera la carretera SG-P-2322 para llevarnos a Torre Val de San Pedro.

En el área de recreo que hay junto al arroyo del Cubo y su fuente de piedra, en pleno centro del pueblo, paramos a tomar el tentempié mientras algunos recogían nueces de unos nogales cercanos. Al terminar nos hicimos la foto de grupo.

Con renovadas fuerzas, salimos del pueblo, descendiendo entre blasonadas casas y chalets, en dirección noreste, hacia Valle de San Pedro, una bonita pedanía de Torre Val de San Pedro, con apenas 50 habitantes de los que no vimos ni uno de ellos.

A nuestra derecha divisamos unas impresionantes cárcavas en el cerro de la Muela, cruzamos el arroyo Grande por un puente de piedra frente al cual la fuente de los Corchos llenaba un pilón junto al cual había otro monolito del Camino de San Frutos, uno más de los muchos que nos encontramos.

A nuestra izquierda, a lo lejos, divisamos la Iglesia de San Pedro Apóstol, de origen románico pero reedificada entre 1733 y 1745, aunque de este estilo tan solo conserva un sencillo arco de medio punto de la puerta sur, algunos restos esculturados y su bella pila bautismal, una de las mejores de la provincia de Segovia, destaca además la bella portada barroca labrada a los pies de la puerta de poniente.

Tras subir un repechón, enlazamos con la Cañada de los Llanos, cruzamos el río Cega por un puente de piedra, y enseguida el río Ceguilla o de las Pozas, muy poco antes de unirse al Cega. Pasamos un portón y nos adentramos en un extenso sabinar, dejando el cerro de la Ceguilla a nuestra izquierda.

Junto a un pilón, toros negros como el azabache parecían marcar su territorio. Con el cielo cada vez más luminoso, en agradable paseo continuamos entre prados amarillos, pinos y encinas. Cruzamos el arroyo de los Comunes poco antes de alcanzar una granja de tejados verdes que habíamos visto desde bien lejos, conocida como Los Encerraderos.

Dejada la Cañada de los Llanos, continuamos por una pista arcillosa, en ligero descenso por Prado Rompido, con el campanario de la iglesia de la villa medieval amurallada de Pedraza sobresaliendo a lo lejos.

Con fuerte pendiente, el camino se lanza hacia el arroyo del Vadillo, que cruzamos para a continuación remontar una empinada cuesta que asciende junto a las murallas hasta la única puerta de acceso al recinto del que ha sido declarado uno de los pueblos más bonitos de España.

Por sus estrechas calles, cargadas de historia y belleza, caminamos hasta alcanzar la Plaza Mayor, donde nos esperaban unos estupendos corderos en el restaurante los Soportales, que hicieron aumentar la nota hasta 4,5 de esta estupenda excursión.
Paco Nieto

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