miércoles, 27 de noviembre de 2019

Excursión 499: Puerto de Navacerrada por la senda de la Tubería

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Ventorrillo
Final: El Ventorrillo
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  13,8 Km
Desnivel [+]: 644 m
Desnivel [--]: 644 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 34

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Quinientos metros antes de llegar al Ventorrillo, dicho sea, desde el lado de Madrid, una curva de la carretera se ensancha para, en su día, cuando nevaba, los vehículos se detuvieran para poner las cadenas.

Hoy no hay nieve. Ni menos de la mitad de la que esperábamos. Qué digo, ni un cuarto de la mitad. La subida de las temperaturas de los últimos días y el agua caída han barrido la montaña.

Así que aprovechamos el ensanche de la curva para dejar nuestros coches y, a la hora mágica, como si fueran las cinco de una tarde de toros, nos ponemos en marcha camino del Puerto de Navacerrada. El día aparece muy nuboso y algo frío; con una ligera brisa que invita a abrigarse al menos hasta que los calores de la pendiente digan lo contrario.

Iniciamos la marcha por la vieja carretera, cerrada al tráfico, que subía al ya inexistente Real Sanatorio de Guadarrama que fue inaugurado en 1917. Este sanatorio se creó para el tratamiento de la tuberculosis que tantos estragos estaba haciendo en aquella época.

Tras muchos años de olvido, en 1971, en este edificio se rodó parte de la película “La Noche de los Walpurgis” y años después, en 1995, fue demolido.

Afortunadamente, el proyecto de demolición incluía la restauración de todo el terreno que ocupaban sus edificios, devolviendo al Monte lo que era del Monte. Queda ahora una verde y bonita explanada en lo que antes de llamaba el Poyal de las Vacas y ahora se ha quedado con “la explanada de los Walpurgis”. 

Continuamos el camino con subida suave, entre pista y senda hasta llegar al archiconocido Mirador de las Canchas o de La Barranca. La Maliciosa luce impresionante, quizás más que otros días, moteada de blanco y bajo un cielo rayado de nubes.

Completando el conjunto, el Peñotillo como eterno compañero y la cresta de Las Buitreras cierran el vallejo de las Tijerillas, quizás uno de los mejores rincones de Guadarrama donde tomar el sol en primavera.

Y un poco más a la izquierda, el barranco del Regajo del Pez que esconde, y bien que lo sabemos, la Fuente de la Campanilla. No se ve el Alto de Guarramillas, la Gran Guarrama, la Bola del Mundo, porque una nube la cubre y la cubrirá durante toda nuestra ascensión.

Tras unas obligadas y espontáneas fotos y un cruce de palabras con otro grupo que se parecía en algo al nuestro, nos encaminamos a la senda de la tubería, llamada así porque a lo largo de ella discurre una vieja tubería que es de suponer que abastecía de agua al sanatorio antes mencionado.

La senda es suave y agradable. Es de esos senderos que se recorren sin ser consciente del esfuerzo. Vas avanzando y ascendiendo a medida que transcurre una conversación o, más bien, al ritmo de una conversación. No puedo evitar personalizar por un momento para decir que a mí, esta senda siempre me ha parecido una delicia.

Parada para el ángelus poco antes del Risco de los Emburriaderos, que es la hora. Y último tirón para sobrevolar la Peña del Cuco y llegar al Collado de Los Emburriaderos, ¿quién pondrá los nombres? Se preguntaba alguien en voz alta.

En el Puerto de Navacerrada nos espera un mercadillo donde se entregaban camisetas y se vendía lotería. Se trataba de José María y Paco N. quienes, acompañados del ya reparado Ángel, el de Segovia (o el de las fotos) se sumaron al grupo para continuar la ruta.

Bajamos por el camino de la Alcantarilla, llamado así porque coincide con el tendido (subterráneo, por supuesto) del alcantarillado del Puerto y que realmente se trata de la pista forestal de La Vaqueriza. Alguien comenta que hicimos una jornada fontanera: subir por la tubería y bajar por la alcantarilla.

En definitiva, bajamos por el barranco de Navalmedio con la intención de cruzar el arroyo Regato del Puerto. Imposible cruzarlo sin flotador o manguitos.

Cuánta agua caía por lo que normalmente es un modesto arroyuelo que solo toma forma cuando se junta, más abajo, con el de Navalmedio. Cómo se crece un regato cuando el otoño da el agua que debe dar.

Y en vista de la imposibilidad de cruzarlo, nuestro guía decide descender paralelos al arroyo/río/torrentera/riera/avenida cueste lo que cueste y se pise lo que se pise.

Y como siempre, venciendo a los mismísimos rosales silvestres, al barrillo resbaladizo o a los helechos que cariñosamente se nos enganchaban a nuestro paso, llegamos triunfantes a la carretera. Precisamente a la altura del Ventorrillo que, como puede adivinarse, se encuentra quinientos metros antes de llegar, dicho sea, desde el lado Segovia, a donde habíamos dejado los coches.

Una sicaria porque no nos llovió. Otra sicaria porque excepcionalmente pudimos tomar una cerveza en mitad del recorrido. Añado una sicaria más porque ver tanta agua en estos tiempos, emociona. Y otra porque sí, porque nosotros lo valemos. Total, 4 sicarias.
Juan

FOTO REPORTAJES

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