miércoles, 4 de diciembre de 2019

Excursión 500: Fortines de Peguerinos y Cueva Valiente

FICHA TÉCNICA
Inicio: Camping Valle de Enmedio
Final: Camping Valle de Enmedio
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  11,2 Km
Desnivel [+]: 479 m
Desnivel [--]: 479 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 53

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Esta no era una excursión más del GMSMA, era especial, nada menos que la 500, medio millar de días caminando desde que el 28 de febrero de 2008 se pusiesen en marcha, por iniciativa de seis amigos, que sin saberlo aún, dieron un paseo por el embalse de Navacerrada. Por eso, cada cierre de año volvíamos por allí para rememorarlo, pero esta vez hemos cambiado ese escenario por el de Peguerinos.

El Valle de Enmedio está situado al sur de la Sierra de Malagón, encajado entre los cerros de las Navas del Toril y Cueva Valiente, perdido entre enormes bosques que le dan sombra y afilados roquedos que le dan magníficas vistas. Lugar de leyendas y escondidos tesoros que descubrimos de la mano de Jorge S, gran conocedor de la zona y al que le debemos la preparación de la ruta y la elección del restaurante donde celebrar estos 500 días juntos.

Para ello, nos acercamos a Peguerinos, pueblo tradicionalmente ligado a la explotación de sus pinares, de los que se extraía, entre otros productos, la pez, obtenida a partir de la destilación de la trementina y destinada a calafatear el casco de los buques, impermeabilizar el interior de las botas de vino o marcar al ganado. De hecho, el nombre del pueblo parece tener que ver con los términos peguera (lugar en que se fabrica la pez) o pegueros (fabricantes y vendedores de pez).

Atravesado el pueblo, proseguimos, con desconocidas y sorprendentes vistas del embalse de la Aceña, prácticamente vacío, producto de la gran sequía estival que las últimas lluvias aún no han siso capaz de contrarrestar.

Pasado el pueblo, llegamos al pequeño aparcamiento que hay a la entrada del camping Valle Enmedio, inicio y final de nuestra memorable excursión. El gran bullicio que comenzaba a formarse prometía mucha participación, como suele ser costumbre en las ocasiones especiales y en esta con mayor motivo.

Primeras dudas: ¿qué ponerte?, ¿Habrá nieve?, ¿Hacen falta pinchos?, ¿Alguien tiene para dejarme?.

Cuando estábamos todos, echamos a andar siguiendo a Antonio por el sendero que va paralelo al arroyo Valle de Enmedio y que, en dirección noroeste bordea el camping, para enseguida cruzarlo aprovechando una de las pequeñas represas de cemento que facilitan el paso a modo de puente, iniciando una subida, que deja el camping a nuestra izquierda, por una senda bien marcada que va, con suave pendiente, en busca del embalse del arroyo del Prado del Toril, construido para abastecer de agua al camping.

La nieve adornaba tímidamente las márgenes del camino e incluso tapizaba, a ratos la pista. Pocos metros antes de llegar al embalse divisamos un refugio con aspecto de no estar muy cuidado. Al llegar a la presa que creó un poco de confusión, el grupo de cabeza vio que era complicado vadear el arroyo y dijo a la grupo de cola que cruzáramos por la presa, pero encontraron una manera de lograrlo y nos llamaron para que regresáramos y seguirles.

Continuamos ascendiendo, bordeamos el embalse y, con ayuda de unas piedras y mucho cuidado, vadeamos por primera vez el arroyo del Prado del Toril, que nace en la Nava con el mismo nombre y desemboca en el arroyo de Enmedio 2,5 km mas abajo.

Tras un segundo vadeo del arroyo, éste mucho más fácil, alcanzamos la nevada pradera de Navas del Toril, cerrada en su parte norte por una de las frecuentes formaciones rocosas que jalonan el Valle de Enmedio.

Junto a ellas nos hicimos la foto de grupo y paramos a tomarnos el tentempié de media mañana, momento que aprovechó nuestro compañero ruso para quedarse medio desnudo y darse un baño de nieve, rápidamente secundado por Joaquín para demostrar que los de aquí no íbamos a ser menos.

Quiso el sol salir para realzar aún más la belleza de la praderita, totalmente cubierta por un manto de nieve y rodeada de pinos con un ligero ambiente navideño. De nuevo en marcha, bordeamos el roquedal para enseguida encaramamos a él para descubrir uno de los muchos fortines que existen en la ruta.

Son un conjunto de posiciones, fortificaciones, acuartelamientos, puestos de ametralladoras y trincheras construidas durante la Guerra Civil por el mal llamado frente nacional en su avance hacia Madrid y Segovia. Nos sorprende la anchura de los muros de piedra y el entramado de trincheras que unen unos puestos con otros, en el que incluso utilizaron escaleras de piedra, los largos años de la contienda y lo estable que fue este frente dieron para tales adornos.

Vistos los fortines y las impresionantes vistas que del valle se tienen desde el roquedal, buscamos una pista, que antiguamente era la carretera que unía el Alto del León con Pereguinos pasando por Cueva Valiente.

Medio oculta por la cada vez más numerosa nieve, por ella ascendemos unos 300 metros, desviándonos a la derecha para subir a otro roquedal donde se encuentra otra de las posiciones, también fuertemente amurallada y con varios nidos circulares para las ametralladoras.

Hechas las pertinentes fotos de las bonitas vistas que se tienen desde los parapetos, retomamos la pista, por la que continuamos el ascenso hasta alcanzar el collado que hay antes de la subida a Cueva Valiente, a la que la mayoría ascendimos para visitar su refugio y el vértice geodésico que domina la cumbre, situada a una cota de 1903 metros, la máxima de la ruta. La pena fue que estaba medio cubierta por la niebla, lo que nos impendió disfrutar de unas vistas que desde aquí son casi infinitas.

Llegados de nuevo al collado, tras varios conatos de guerra de bolas de nieve (estas son las únicas guerras que me gustan), nos reagrupamos antes de iniciar el descenso, en medio de un paisaje totalmente invernal y navideño. Giramos hacia el suroeste, en busca de las Navas del Toril, al encuentro de la senda por la que habíamos ascendido.

El trayecto estuvo entretenido, sorteando regatos de agua, nieve y roquedos. Una vez conectamos con la senda, descendimos repitiendo los cruces de arroyos hasta llegar de nuevo a los coches.

Nos esperaba el remate de fiesta, la comida de fin de temporada y celebración de llevar 500 excursiones, la mitad del objetivo que se ha fijado Antonio de hacer con este maravilloso grupo. Fue en el restaurante "Las Buenas Costumbres", donde, ironías del nombre, todo estuvo excelente, pero eche en falta la buena costumbre de acabar la fiesta con el Niño de las Monjas de Joaquín y el relato del Ovejero de José María.

Por la ruta, la nieve, el buen tiempo, la compañía y lo bien que lo pasamos le pongo un 5 a esta excursión tan emotiva.
María  Ángeles Peña

Quinientos días juntos


Se me antoja que fue ayer

cuando el GMSMA empezó,
pero una suma arrojó
que el grupo tiene en su haber
ya quinientas excursiones;
cuatro mil trescientos días
no son fanfarronerías,
¡doy mis felicitaciones!
Mas pensando que no hay quien
todas pudiera contar,
bien se podría intentar
contarlas de cien en cien:

La cien tuvo la prudencia
de explorar el río Aulencia,
fue una animada excursión
sin dolores ni agujetas,
y se hicieron camisetas
como conmemoración.

La doscientos, sin encantos,
se realizó entre dos santos:
San Pedro a San Agustín;
recorrido interminable,
y un calor inenarrable,
aunque terminó en festín.

La trescientos fue rareza,
una difícil proeza;
una excursión mochilera
de ocho valientes cofrades,
allá por las Merindades:
subir el Castro Valnera.

La cuatrocientos, festiva,
desde el Pontón de la Oliva
a Cueva del Reguerillo,
que no nos dejó perplejos
como los Enebralejos,
porque entrar no era sencillo.

Por fin llegó la quinientos
que entre buenos sentimientos
y rodeados de pinos,
la preceptiva excursión,
la comida y el fiestón
se celebró en Peguerinos.

Hubo, además, muchas otras excursiones
de las cuales solo algunas citaré
tantas hazañas y tantas emociones
son un recuerdo que nunca olvidaré:

Nos causó bastante pena
esa historia del Pino de la Cadena.

Sin duda lo más morboso
fue visitar el Azud del Tenebroso.

No se oyeron muchas quejas
al subir el Callejón de las Abejas.

Por poco de aquel recinto
nos quedamos sin salir, del Laberinto.

Algo muy impresionante,
fue cruzar el Cuchillar del Asomante.

Habría sido una imprudencia
torear en el redondel de Canencia.

Singular y bien notorio,
descender las Cascadas del Purgatorio.

Estuvimos muy atentos
al ver la Piedra Escrita de Cenicientos.

La escalera chapucera
que permite el paso de la Cagalera.

Repetiría la proeza
de visitar la fábrica de cerveza.

Del Diablo tan listillo
vi su puente, carro, ventana y colmillo.

Aquella lluvia mezquina
que nos cayó en las hoces de Pelegrina.

El rayo que causó estrago
y susto del Picazuelo de Buitrago.

Roca bastante curiosa
la del Dinosaurio de la Maliciosa.

No tenía cognición
de que el tal Pacheco tuviera un Cojón.

¡Cuidado! Te descalabras
al escalar por la Ruta de las Cabras.

Con tres mil euros te apañas
si a los Baños de Venus vas y te bañas.

Un lugar espiritual,
Jarama y Monasterio de Bonaval.

Ni bares ni botellón,
que es para andar la Ruta del Boquerón.

Toda de nieve cubierta
la silueta yerta de la Mujer Muerta.

Cárcavas de Burujón,
que me gustaron más que las del Pontón.

Nocturnas con luna llena,
con más invitados que en una verbena.

A la Maliciosa Baja
en frío, ninguna excursión aventaja.

Las chorreras del Hornillo,
los Litueros, San Mamés, ¡vaya fresquillo!

Al Valle de los Caídos
nos colamos, pero fuimos sorprendidos.

Que alguien me lo recuerde:
¡No parar en el Puerto de la Cruz verde!


La aventura temerosa
de explorar el búnker de la Marañosa.

Les pareció el más allá
pasearse por los cerros de Alcalá.

Llegar al Balcón Prohibido,
la mayor transgresión que hemos cometido.

Remar nos gustó un montón
en Buitrago, Picadas y el Duratón.

Y hasta aquí resumiría
unas cuantas excursiones
que aunque las hay a montones
contar todas, no podría.

¿Cómo expresar la quinientos
hablando con precisión?
quingentésima excursión,
y así todos tan contentos,
pero más nos gustaría
con aire bien juvenil
llegar a cumplir las mil
y milésima sería.
Paco Cantos 4/12/2019

FOTO REPORTAJES

Foto reportaje de José María Pérez

VÍDEOS
Vídeo de José María Mascaraque

FOTOS
Fotos de Ángel Vallés
Fotos de Antolín

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Enhorabuena por esas 500 rutas, que disfruto viéndolas en el blog.

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