miércoles, 18 de diciembre de 2019

Excursión 502: Mina de las Cortes y Cóncavo de Siete Picos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Fonda Real
Final: Fonda Real
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  15,3 Km
Desnivel [+]: 776 m
Desnivel [--]: 776 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 33

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta







PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN

Es un gran honor, para el más novato de los senderomagos, hacer la crónica de esta probablemente última excursión del año 2019, la número 502 del GMSMA, la discreta número 8 de mi cuenta particular, pero sin duda la más bonita que he hecho con vosotros.

Tenemos que dar gracias, como siempre, a Antonio y a sus benditas improvisaciones sobre la marcha, que nos han conducido a disfrutar de una maravilla paisajística y de una bonanza meteorológica gracias a la ventana de sol que nos han dejado "Daniel" y "Elsa", esas grandes borrascas que nos atacan desde el Atlántico.

La niebla y las nubes bajas que dominaban sobre la mayor parte de la Comunidad de Madrid, no presagiaban nada bueno, aunque a algunos nos cabía la esperanza de que esas nubes bajas dejaran libre las cumbres.

El punto de encuentro de nuestra ruta estaba en la subida al Puerto de Navacerrada, concretamente en el aparcamiento detrás de la Fonda Real. Iniciamos nuestra marcha por una cómoda y larga pista forestal, que nos llevó a bordear a nuestra izquierda y a cierta altura el pantano de Navalmedio, que recoge las aguas del río del mismo nombre.

El día estaba cerrado con niebla, mucha humedad y frío. Ángel y Marcos C estaban ya buscando sus setas. Lucio y Carolina dando voces a Kiro y esas primeras horas también se buscaba a Mecha, como viene siendo habitual.

A medida que caminábamos, Julián y yo disfrutábamos de una lección magistral sobre la calidad del buen aceite de Jaén y unos consejos prácticos sobre el tema a cargo de Paco D.

El camino seguía bastante plano, lo que nos hacia intuir que la subida iba a ser luego más dura. Tras cruzar el río por un puente de cemento, comenzó el ascenso, siguiendo el Camino del Calvario, que conecta Cercedilla co el puerto de Navacerrada. Aunque la niebla era persistente, a ratos salía un tibio sol que se volvía a esconder.

Tras dejar la cómoda pista y continuamos por una estrecha senda, por fin llegamos a la mina de Las Cortes de Navacerrada, pequeña explotación de mediados del siglo XIX, que en la Guerra Civil se explotó para extraer Wolframio. La curiosidad nos pudo a casi todos y allá fuimos a sentirnos exploradores, descubriendo murciélagos y un Belén en el fondo de la mina que nos recordó la proximidad de la Navidad.

Seguimos ascendiendo y cruzamos la vía del ferrocarril que une Cercedilla con el Puerto de Cotos, donde Mari Angeles nos hizo una vez más una demostración de su "agilidad gimnástica".

Tras parar en el collado Albo para tomar el tentempié del ángelus, pareció que las fuerzas aportadas nos ayudaron a subir la dura pendiente y rocas que nos esperaban, pero a medida que ascendíamos, el sol nos iluminaba el día y un mar de algodón se abría a nuestros pies.

Comenzaba el mejor momento de la excursión, el espectáculo era brillante, lleno de luz, las montañas manchadas tibiamente por las recientes nevadas y el calor que nos aportaba el astro rey hacia subir los ánimos. Nunca el "avión de Jorge" ha sido tan auténtico, ¡estaba volando por encima de las nubes!.

Las cámaras de los móviles no paraban, todos queríamos plasmar el mágico momento que estábamos viviendo, y ciertamente las fotos dan pruebas de ello, aunque las sensaciones vividas in situ no hay cámara que sea capaz de captarlas.

Reiniciamos la andadura por pasos difíciles que recordaban a zonas de La Pedriza, las ayudas de manos amigas, se necesitaron para algunos de ellos, rodeamos arboles imposibles doblados sobre ellos mismos, hechos auténticos nudos de madera vieja curtida por el frío de estas montañas.

Conectamos con la senda Herreros (PR-8), por la que descendimos bordeando el Cóncavo de Siete Picos. Bajo los Riscos de Cueva Lirón paramos a dar cuenta de los bocadillos. Tras la comida y los tragitos de vino de las botas de Antonio y Jose Luis, continuamos bajando por el sendero que algunos atribuían a de los "herreros", no faltando por ellos las bromas y los cánticos al respecto.

Pero en realidad, el nombre se debe a Enrique Herreros, famoso ilustrador, humorista y artista que, allá por los años veinte del siglo pasado, hizo las delicias de quienes leían La Codorniz. Erudito y amante de la cultura y de la montaña, el dibujante trazó este recorrido, uno de los más bellos y abruptos de la Sierra de Guadarrama.

Si la subida fue dura la bajada tampoco estuvo mal, piedras mojadas y resbaladizas provocaron varias caídas, afortunadamente sin mayores consecuencias, aunque algunos/as se habrán explorado al llegar a casa en busca de hematomas en sus posaderas.

Por fin llegamos al río Pradillo, cuando aún solo es un recién nacido, punto final o inicial, según se mire, de la senda Herreros. Durante un trecho fuimos paralelos al arroyo, deleitados por su alegre murmullo, cruzamos un par de veces la vía del ferrocarril y una última vez en la colonia de Camorritos.

Más abajo fue un problema vadearlo, si no, que se lo pregunten al pie mojado de Teresa, a la rodilla de Javier y a otro pie que pisó el espléndido "regalito" de una vaca.

Cruzamos de nuevo la vía ferroviaria y la colonia de Camorritos y emprendimos la vuelta por el pantano de Navalmedio hasta el aparcamiento.

Cuando creíamos que ya solo quedaba descender, subimos por una loma hasta alcanzar un collado desde el que descendimos para bordear el pantano de Navalmedio hasta el aparcamiento de la Fonda Real.

Una excursión Mágica, pero la magia, no solo fue debida a la belleza del paisaje y al buen tiempo, la Magia auténtica es el buen rollo y el buen humor que impera en el grupo, me siento afortunado de haberos encontrado.

Creedme si os digo que sois parte de las pocas cosas buenas que me han pasado en este nefasto, para mí, año 2019 que se acaba. No es mi pretensión halagar vuestros oídos, lo digo de corazón. 

¡Gracias a todos por vuestra acogida! De forma muy especial a Antonio y a los Pacos por su labor y esfuerzo, y por supuesto a Leonor por ser mi madrina en mi bautizo de senderomago.

¡Feliz Navidad y un Mágico 2020!
Fernando Hernández

P.D.: Como parece que solo el cronista es el que puede calificar la excursión, le otorgo un 5, la máxima nota.


La excursión tuvo su inicio
a tres días del solsticio
de invierno —no es nada extraño—,
un miércoles muy propicio
para terminar el año.
La previsión auguraba
niebla, frío y ventarrón,
mas fue una equivocación,
ya que no nos anunciaba
darse térmica inversión.
—¡Vaya un día más pachucho!,
seguro que llueve mucho.
—No sé si a los de Alcalá
esto nos convencerá,
quizá nos dé un arrechucho.

Mandó nuestro comandante
convocatoria oficial
justo en la Fonda Real,
que hoy solo es un restaurante,
mas nombre tan rimbombante
fue debido a una memez:
pues con toda rapidez
se hizo famoso el recinto
porque el rey Felipe V
allí pernoctó una vez.

Al salir, por consiguiente,
tomamos directamente
la ruta que por en medio
sin saltar, cruzando un puente,
atraviesa el Navalmedio,
y ascendiendo por el río,
siguiendo la margen diestra,
nos entró un escalofrío
ante un nuevo desafío:
la cornamenta siniestra
de una vaca en el camino.
Vito y Twiter dan ladridos,
y con instinto asesino
la siguen enloquecidos.

Cambio de tercio canino,
y con una revolera
Mecha se mete en faena
con el astado en la arena.
¡Que le den una montera
a esa perra tan torera!
Kiro se nos viene arriba
y la vaca que se agobia
se vuelve un poco agresiva,
¡Que le den la alternativa
en el coso de Segovia!
Cambio de tercio y pitada,
pues la vaca mosqueada
a todos los gemesmeros
nos confundió con toreros
siguiendo la novillada.

Tras un ascenso empinado
y una trepada cansina
por una senda anodina,
hubimos por fin llegado
a la boca de la mina,
y aunque hay cosas más modernas
para no llevarse un fiasco
unos fueron con linternas,
y algunos hasta con casco
para explorar las cavernas.
¿Y qué es lo que dentro había?:
una cueva muy vacía
murciélagos, unos cien,
y al fin de la galería
hubo un portal de Belén.

Seguimos por la ladera,
atravesamos la vía
un poco más todavía,
y sacamos la tartera,
en una zona algo fría,
y de la niebla hubo que
poner los culos a salvo
en tomando el tentempié,
aun siendo solo un café,
justo en el Collado Albo.

Por la cuerda remontamos
a la Pimpollada Negra,
el sol al fin contemplamos
y de la niebla escapamos
—lo que siempre nos alegra—,
y al volver la vista atrás
vimos algo fascinante
la mejor vista, y quizás,
algo tan impresionante
que no olvidaré jamás,
pues la térmica inversión
hace que según más subes
se despeja la visión
y abajo un gran mar de nubes
cubre toda la extensión.

El volver no fue sencillo:
roquedales puñeteros
siguiendo la Senda Herreros
hacia el Hoyo Terradillo,
comienzo del río Pradillo,
y si por estas pedrizas
la subida es muy cansada
más perversa es la bajada
por rocas resbaladizas
—un traspiés y te deslizas—.
Seguimos el río Pradillo
hasta cruzar Camorritos
iba el río bien crecidillo
y no vimos puentecitos,
¡hay que saltar, señoritos,
y el torrente no se aplaca!

Saltamos sin alharaca
y ninguno se mojó,
pero más de uno cayó
sobre una caca de vaca.
Nos quedaba, por un prado,
pasar un breve collado,
sobrepasar sin remedio
la presa de Navalmedio,
y veríamos alcanzado
nuestro destino final
por caminos principales
sin cuestas ni pedregales,
dos kilómetros, total,
hasta la Fonda Real.

A mí en nada me compete
poner nota a la excursión,
que el cronista la interprete
y dé su propia opinión,
en eso nadie se mete,
pero me estoy preguntando:
¿pensando y considerando
qué bien nos fue la excursión,
será buena puntuación
la que le ponga Fernando? 

¡Feliz año a todos!

Paco Cantos

FOTO REPORTAJES

1 comentario: