Inicio: Puerto de Somosierra
Final: Puerto de Somosierra
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15 km
Desnivel [+]: 765 m
Desnivel [--]: 765 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 13
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
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RESUMEN
El día comenzó con niebla bastante cerrada y el trayecto presagiaba atascos en algunas zonas hasta llegar a la Nacional 1, en el recorrido tuve algunas imágenes, de ésas que quedan fijadas en la memoria, la mejor, la de los riscos de la Cabrera, y a media ladera las nubes como bufandas de los picos.
Una vez reunido el grupo, comenzamos en el Puerto de Somosierra, continuamos un tramo paralelos a la carretera y al poco entramos por los Prados del Roble hacia la Dehesa de Somosierra, nos encaminamos por una pista forestal y al poco tuvimos que cruzar el arroyo de la Dehesa, nuestro primer cruce de arroyo y no el último, la primera excusa para sopesar nuestro equilibrio y nuestras botas a prueba de agua, una señora al otro lado nos animó con su cesta de futuras setas y según nos comunicó puso alguna piedra estratégicamente en el agua para facilitar el paso.
El camino hacia la Dehesa Bonita como así se denomina a la Dehesa de Somosierra, se considera uno de los lugares de mayor biodiversidad vegetal por metro cuadrado de la Comunidad de Madrid, está sembrado de abedules, avellanos, robles y acebos.
En nuestro camino encontramos un árbol singular El Mostajo, y un cartel informativo que nos señala sus características, estos árboles también conocidos como serbales, suelen tener escaso tamaño con alturas de entre 6 y 8 metros y troncos de pequeño grosor, éste mostajo se encuentra entre los más grandes de la Comunidad de Madrid, posee un tronco engrosado hasta los 4 metros de altura desde el suelo, fruto de podas antiguamente realizadas…, y qué mejor sitio para hacernos una foto.
Al cabo de un rato, después de ascender por Las Cuestas, subimos por un cortafuegos pequeño, empedrado y vertical o al menos así lo percibimos, la trocha nos llevó a una pista, la zona de la Recurva a unos 1.300 m de altitud, recorremos un pequeño tramo y enseguida volvemos a atajar hasta llegar a la Cebollera Nueva, con una altitud de 1.834 metros.
Las vistas desde aquí son impresionantes y didácticas, enumeramos las montañas que conocemos, al fondo El Cerro de San Pedro, talismán para éste grupo, y primera ruta con la que se inicia cada temporada el rosario de excursiones, este cerro es de los denominados “monte-isla” y en sus faldas una niebla envolvente que resalta su misterio.
Intercalando la panorámica divisábamos varios embalses, el de Puentes Viejas, y el Atazar, entre otros, éste último indicado por la neblina que produce la humedad en su transcurso. La Cabrera la distinguimos al fondo y entre estas cumbres, los embalses y la neblina persistente, nos recuerda otros lugares, un paisaje solitario y envolvente, alejado del Madrid de la gran ciudad, impensable desde la Cebollera, tan aislados de ese tumulto.
Aquí y como es tradición hicimos la parada del Ángelus, pero antes, y tras sortear una alambrada, nos hicimos algunos una foto en el vértice geodésico, que conserva aún la placa del Instituto Geográfico Nacional.
Desde aquí y después de atravesar un portón ganadero, nos encaminamos por una pista hacia el Cuchar Quemado, de 2.045 m de altitud, según subíamos y por el lado derecho seguimos con el “juego” de identificación de las montañas que íbamos viendo, El Santuy, El Cerrón, al fondo el Pico del Lobo, y para completar tan bucólico panorama, a la izquierda nos cruzamos con tres caballos percherones, hermosos y libres.
En la cumbre encontramos algunas construcciones ganaderas, y nos refugiamos en ellas para poder comer sin las molestias del viento. Siguiendo la cordada vimos el Pico de las Tres Provincias o Cebollera Vieja, tentándonos por subir a su cima.
Antonio nos sugirió llegar a la cascada de la Chorrera de Litueros, y afrontamos la bajada por una senda, cuanto menos inhóspita, llena de matorrales, que en ocasiones nos cerraban el camino, y piedras y raíces que nos hacían estar alerta con la vista fija en el suelo, creo que algunos caímos en la bajada, bien por ésta o por la siguiente senda, pero sin más percances, “hemos sabido caer”.
Cruzamos de nuevo una pista y atajamos, como no podía ser menos, por otra senda desde la que al poco se oye ya el rumor del agua, esto y ver las piedras a nuestra derecha nos hacen sospechar que está próxima la cascada.
Un cúmulo de piedras al frente del inicio de la misma, hacen que podamos fotografiarla desde aquí. La cascada de la Chorrera de Litueros, una de las cascadas con más caudal y altura de la Comunidad de Madrid, cae formando una cola de caballo por los tres escalones pétreos de la Chorrera, después se une al arroyo de las Pedrizas y se convertirá en el nacimiento del Río Duratón.
Reemprendemos la bajada, también algo accidentada, hasta llegar, con cruce de arroyo incluido, a un cómodo camino, el cual nos lleva a la antigua carretera del Puerto, ya por asfalto subimos al lugar en donde hemos dejado los coches, y después de dejar las mochilas, tomamos unas merecidas cervezas en una terraza, un placer en el mes de noviembre.
Hoy nos ha acompañado un tiempo fresco, claro y luminoso para poder andar cómodamente, después de atravesar la niebla que se cernía por casi todo Madrid.
Hacía tiempo que no acompañaba al grupo, la parte positiva es que las ganas y la ilusión por participar en las excursiones crece, en este caso por el día luminoso y fresco que hemos tenido, la compañía, el recorrido, las vistas espectaculares y sobre todo el bienestar que genera, le doy 5 sicarias.
Raquel Domínguez Ruiz
* Fotos de Antonio López
* Fotos de Jorge Montero
* Fotos de Julián Suela
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