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RESUMEN
Otro miércoles, con mochila y bastones en mano, 47 senderomagos y nuestras habituales mascotas, nos reunimos en la plaza de Zarzalejo Estación. No sin antes, tomarnos un pequeño desayuno en La Zarzamora Bar, situado en la misma plaza.
En esta ocasión, antes de iniciar la marcha, en las escaleras de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, posamos para la obligada foto de grupo de José María y su infalible trípode.
Con ganas de disfrutar y pasar una agradable mañana, casi sin darnos cuenta, comenzamos a caminar con rumbo a las dehesas, dejando el helipuerto de Zarzalejo a la derecha. De inmediato nos movemos por estrechos senderos de charcos y barro, preludio de lo que nos esperaba durante toda la excursión.
Cruzamos un primer arroyo y llegamos a la carretera M-532 (de Fresnedillas a El Escorial), a la derecha, el almacén La Serrana Zarzalejo Sociedad Cooperativa, dedicada a la fabricación de alimentos para el ganado.
Seguimos por esta carretera para coger a la derecha una pista de tierra, señalizada como Vía Pecuaria y una indicación con la distancia de 10,3 Km. a Valdemorillo.
Nos desviamos y seguimos por la dehesa hasta llegar a las lagunas de Castrejón, un grupo de lagunas de gran valor, debido a su singularidad y variedad de flora y fauna. Son humedales permanentes de gran fragilidad ecológica, protegidos legalmente por la Comunidad de Madrid. Este bello paraje sirvió de apeadero y abrevadero a los rebaños que trashumaban por la cercana Cañada Real Leonesa.
Bordeando la mayor de las lagunas y con las dehesas a izquierda y derecha, tomamos la pista llamada Colada del Camino de la Crucijada. No estábamos seguros de si era una pista o un arroyo (agua y más agua).
Una pequeña parada para reponer fuerzas y tomar un tentempié. Celia nos endulza la parada, con unos bombones para celebrar su ducentésima excursión, ahí es nada.
Reanudamos la marcha, dejamos la Colada y continuamos por la Cañada Real Leonesa, desvío a la derecha y a sortear el incipiente río Perales, que nace en Las Machotas, cerca de aquí, y, después de 35 kilómetros de recorrido, desemboca en el Alberche, en Aldea del Fresno.
Tras una curva, aparece en nuestro camino la Finca El Pajar Blanco, propiedad de los ganaderos Pérez Villena. Tiene un llamativo tentadero cubierto y un toro de bronce en la entrada. Es una explotación agropecuaria, dedicada a la cría de toros bravos y con instalaciones para diversos eventos.
Tras cruzar la carretera M-532, al final de una pequeña pendiente, aparecen dos impresionantes moles de piedra de granito que conservan labrada la escalera de su anterior uso como observatorio. Está situado en las posiciones del bando republicano de Zarzalejo, que se encontraban enfrentadas a las del bando franquista en Fresnedillas.
En una pequeña finca, vemos unos animales poco frecuentes por estas dehesas. Un avestruz y un emú se acercaron a saludarnos y posaron para nosotros.
Al poco, hicimos una nueva parada para dar buena cuenta de bocatas, frutas, bota de vino y postre de membrillo casero de Carolina.
De nuevo en marcha por un estrecho camino con vallas de piedra y zarzas a ambos lados, yo diría que es servidumbre de paso para las distintas fincas.
Saltando alguna que otra de estas vallas de piedra, llegamos al molino de Manuel Santos Ventura, construido en 1881. Es un molino harinero que utilizaba el agua del arroyo de la Pontezuela o de los Palacios, traída a través de un canal. Destaca la enorme piedra que forma el dintel de entrada a la edificación.
Siguiendo con la ruta, por el camino del Molino Patatero nos encaminamos hacia el rocódromo de las canteras de granito. Nos adentramos en ellas y desde lo más alto, disfrutamos de la espléndida panorámica que nos ofrece. Las Machotas, Zarzalejo y la ciudad de Madrid con sus torres a lo lejos.
Cerca de nosotros, dos jóvenes están haciendo escalada libre en una de las paredes de un gran bloque de granito. Estas canteras marcaron la vida y construcciones del pueblo.
Dejamos las canteras y cruzamos las vías del ferrocarril para llegar de nuevo a la plaza del pueblo de Zarzalejo Estación, inicio y final de nuestra bonita y cómoda ruta.
Tomamos las cervecitas de rigor en el bar La Zarzamora y nos despedimos hasta el miércoles siguiente.
Por la agradable temperatura, por los árboles en flor, por las bonitas dehesas y la magnífica compañía, a esta excusión le otorgo 4 sicarias.
Francisco Rodríguez
FOTO REPORTAJES
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