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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
Había nevado días atrás y teníamos ganas de pisar nieve, por lo que Antonio nos preparó esta excursión por las laderas de Siete Picos para recorrer dos de los puertos más importantes de esta cordillera tan querida por nosotros, el de Navacerrada y el de la Fuenfría, en los que la nieve estaba asegurada.
A pesar de que la previsión indicaba que iba a ser un día muy ventoso, amaneció un día si mucho viento, espléndido para caminar. Muy fresquito eso sí, todo el camino por debajo de 0º, pero ya íbamos avisados. 27 senderomagos dispuestos a disfrutar de la que seguramente será la excursión con más nieve de esta temporada.
Nos reunimos en la Venta Dos Castillas para iniciar la subida hacia la pista de El Escaparate. La pista al principio no tenía mucha nieve, desplazada a los laterales por la máquina quitanieves que vimos trabajando.
Como era de esperar, poca gente en el puerto. Al llegar al final de la pista, con la residencia de los Cogorros de frente, algunos se pusieron los pinchitos para no resbalar, la mayoría lo hicimos un poco más adelante, después de atravesar la pista de esquí El Bosque, que afortunadamente tenía poca nieve y que, con las pistas cerradas, estaba libre de esquiadores bajando a toda velocidad como en otras ocasiones.
Ya más seguros con los cramponcillos, seguimos los pasos de Eduardo Schmid Weikan, el que fuera el socio n.º 13 de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, quien en 1926 señalizó esta ruta.
Desde el principio de la senda empezamos a disfrutar de la abundante nieve caída en la zona, que cubría el suelo y los pinos, a los que le daba un inusitado aspecto navideño, mucha más de la que habíamos imaginado, una preciosidad. Poco a poco nos internándonos en el espeso bosque que, en dirección sureste, va ganado suavemente altura por la sombría loma de Siete Picos.
Cruzamos el arroyo del Telégrafo y pasamos junto al tronco del gran pino seco que durante años resistió los envites climatológicos y que ahora yace talado en varios trozos, derrotado por la mano del hombre. Una placa, en uno de sus enormes troncos, lo recuerda. Caminábamos felices por la amplia y cómoda senda, disfrutando como siempre de la compañía y de la buena conversación.
Con apenas un momento de descanso, alcanzamos la Senda de los Cospes, donde por fin paramos a tomarnos el tentempié a la hora del ángelus, resguardados del gélido viento. Una parada cortita para no quedarnos demasiado fríos.
Repuestas las fuerzas, continuamos al encuentro de la fuente de la Fuenfría, donde paramos a hacernos la foto de grupo. Una buena decisión, ya que cuando llegamos al puerto de la Fuenfría, no paramos para evitar el viento que, aquí sí, soplaba con ganas.
Continuamos por la Carretera de la República, para enseguida desviarnos por una senda que sube hacia el Collado Ventoso y que lo bordea paralela a la carretera. Una trocha muy entretenida, más atractiva que la carretera y sin perder tanta cota. Menos mal que nuestros guías se la conocían bien porque nadie había pisado el camino, abundante nieve virgen entre pinitos sólo para nosotros.
A buen paso alcanzamos el Collado Ventoso que, a pesar de su nombre, esta vez no hacía honor a su nombre. Estaba precioso, parecía una postal nórdica.
Paramos un buen rato para inmortalizar el momento y esperar a los más rezagados. Nos hicimos muchas fotos junto a los grandes pinos cargados de nieve, disfrutando de un rato muy agradable, mientras nos reagrupábamos.
Los mojones delimitadores de Segovia con Madrid y un árbol seco caído adorna la planicie que pone fin al macizo de Siete Picos por su lado occidental.
Para amenizar la espera, nos hicimos una divertida foto justo en el límite, los segovianos del lado segoviano y el resto del lado madrileño. Por mucho que empujamos, no conseguimos mover el hito, que parece estar inclinado hacia el lado madrileño. Lo intentaremos la próxima vez.
En lugar de descender por el Camino Schmid, por donde sí volvieron José María y JL Molero, Antonio decidió volver por la senda llamada Umbría de Siete Picos, que conecta con la pista de esquí de fondo, que discurre por la ladera de Siete Picos a pocos metros por encima del Camino Schmid.
En alargada hilera seguimos las huellas que dejaban en la nieve Paco Nieto y a Ángel que se había colocado a la cabeza para intentar no perder el sendero, marcado con puntos azules, pero muy difícil de seguir por la gran cantidad de nieve que lo tapaba por completo.
Con no poco esfuerzo fuimos superando varias pedreras, lanchares y angostos pasos entre retorcidos pinos que hablan por sí solos de los penosos inviernos que soportan.
La travesía parecía alargarse en el tiempo, por lo que Antonio dio la orden de parar a comer, aprovechando unas rocas, nos acomodamos como pudimos para dar cuenta de los congelados bocadillos, tal como la convocatoria decía.
Reanudada la marcha, la pareja de guías, ayudados por el OruxMaps, buscaron la supuesta senda, que se nos había quedado algo más arriba de la parada. Una vez hallada, fuimos siguiendo los puntos azules que daban idea de por dónde iría la senda, que con tanta nieve no era nada evidente.
Algunos íbamos acordándonos del famoso argentino que se fue a Canadá, ya que nuestros deseos de pisar nieve a estas alturas del camino estaban más que cumplidos y por momentos superados. ¡De año en año se me olvida lo que cuesta caminar con nieve!
Alcanzamos el arroyo del Telégrafo, que cruzamos despacio y siempre con ayuda de unos a otros, punto en el que la senda va mejorando progresivamente hasta dar con la pista de esquí de fondo, marcada con huellas del paso reciente de esquiadores.
Aquí ya sí empezamos a cruzarnos con algunos grupos de personas que, avanzado el día, habían decidido como nosotros disfrutar de la nieve.
En agradable descenso, conectamos con el inicio del Camino Schmid, tras cruzar la pista de esquí El Bosque. Nos quitamos los pinchos aprovechando un banco del camino.
Nos esperaban José María y José Luis, que habían vuelto felices y contentos por el Camino Schmid, que con nieve se les había hecho hasta corto.
Juntos descendimos por la carretera de los Cogorros hasta la Venta Dos Castillas, ahora con más niebla que esta mañana, donde celebramos la finalización de la ruta con las consabidas cervezas, pero también esta vez con caldos y cafés para entrar en calor.
Por tan estupendo día de nieve, que ya pensábamos no íbamos a poder disfrutar este año, le concedo 4,5 sacarías a esta excursión.
Leonor Moliz
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