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RESUMEN
Ni siquiera la ola de calor, que este día pronosticaba el tiempo, hizo que 15 senderomagos dejaran de reunirse para hacer esta bonita excursión, la mayoría o casi todos conocedores del Acueducto de Segovia.
Pero habría que preguntarse ¿Cómo y donde los romanos recogían el agua para que llegase a la ciudad de Segovia?
Aunque la previsión era de mucho calor, con un clima de momento muy agradable, empezamos la excursión en la localidad de Revenga, por una pista forestal que discurre paralela al embalse de Puente Alta en cuyas aguas iban reflejándose bonitas imágenes y con las vistas de la Mujer Muerta recortándose en la Sierra.
Siguiendo la pista, encontramos a la izquierda un vestigio de la guerra civil española, un nido de ametralladoras, y al final un panel que nos ilustra sobre el recorrido de la cacera del Acueducto.
Al lado las ruinas del Rancho Marianín, un recordatorio de la trashumancia y pastoreo, usado en otros tiempos para guardar ovejas en primavera y vacas en invierno.
Tomamos el camino de la izquierda, atravesando la Cañada Real Soriana Occidental, que asciende por detrás de la señal, con el sendero del acueducto, todo muy bien señalizado. Tras pasar y cerrar una portera, nos adentramos en un encinar, con un paisaje cada vez más frondoso.
Una señal en la siguiente portera, junto a una pequeña pradera, nos indica que entramos en el Parque Nacional de Guadarrama, con el sonido del rio Frío, también llamado de la Acebeda, de fondo.
Seguimos por el cauce del rio donde vemos árboles caídos arrancados de sus raíces por el clima de pasado invierno. Nos vamos separando de éste y, atravesando el arroyo de Valdeconejos, comenzamos una subidita corta pero con cierta dureza, que atraviesa la cacera de Revenga.
El montículo, que contemplamos a nuestra derecha, es la conducción de la cacera, soterrada en 1929, donde podemos ver algunos registros que permitían su mantenimiento.
Siguiendo el sendero poco a poco nos vamos aproximando de nuevo al cauce del rio hasta llegar al decantador, especie de piscina que recibe el agua del canal a través de dos compuertas y muros que hace que éste discurra haciendo zigzag, ralentizando su flujo y actuando como filtro natural, limpiando el agua y asegurando su calidad antes de llegar a la ciudad.
El caudal de entrada de este canal era controlado, hasta hace pocos años, mediante una trampilla situada junto al Azud. El Azud es fundamental para entender el funcionamiento del Acueducto.
Su función principal era represar el agua del rio Frío, permitiendo que fluyera hacia el Acueducto y abastecer a la ciudad. Aquí la leyenda que rodea su construcción.
A la orilla del rio de la Acebeda, a la altura de 1250 m hay un monumento de hierro compuesto por un dado donde podemos leer “Captación del Acueducto de Rio Frio” y tres pilares con el símbolo del Acueducto.
El agua llega canalizada a una especie de presa con una pequeña cascada y entra en el Azud. Tras el salto de agua, éste se encauza en un canal más estrecho, donde existe una compuerta metálica, actualmente cerrada, para que el agua no discurra por este canal, sino por el cauce original del rio.
Tras esto llega al decantador en cuyo final hay un desagüe que devuelve el agua que no se emplea al caudal original y dos compuertas que llevan el agua que se desee a la canalización.
De la mano de Carlos, el resto seguimos el cauce del rio hasta llegar a la Fuente Fría, y tras una subidita, a la altura de la Carmorquilla, ya iba siendo hora de parar para hacer el “ángelus”. Tras este, seguimos caminando y a mano derecha dejamos el arroyo de la Acebeda, cruzamos un puente para llegar a la fuente del Agujero, que estaba bastante escondida y poco señalizada (aquí llenamos nuestras botellas de agua).
El tiempo estaba ya bastante revuelto y barruntaba lluvia, por lo que, con algo de prisa, seguimos caminando hasta encontrar una puerta y poder seguir el sendero que nos llevaría de nuevo a la Cañada Real Soriana Occidental.
Una vez aquí, cruzamos un puente y, tras caminar un poco, volvimos a ver el Rancho de Tío Marianin. Desde allí, ya se oían ruidos de tormenta procedentes de Segovia. La amenaza de lluvia se iba acercando hasta que por fin llegó.
El camino que nos quedaba hasta volver a Revenga se convirtió en un baño de naturaleza, un chapuzón refrescante pero agradable, que no fue obstáculo para disfrutar de una buena cerveza.
Excursión bonita e interesante, pero por lo larga que se hizo le doy 4,5 sicarias.
Begoña Gómez
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