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RESUMEN
Es cosa sabida que nuestro amado líder recurre a mentirijillas piadosas en las convocatorias, para que no se le venga abajo el personal, y cuando se trata de una excursión de 18 Km y 800m de desnivel por Siete Picos, suele apuntar “vamos a realizar una sencilla vuelta por 7 picos”, y como no se ríe ni nada, pues payá que vamos, y al final hasta lo disfrutamos. En esta ocasión, como están cayendo por Madrid unos treinta y pico grados, el reclamo fue : “ haremos una excursión fresquita y con sombra…” aunque se le escapó informar del recorrido.
La cosa es que en el puerto no se estaba mal a la hora que habíamos quedado y aunque los 20 km (más el regalo habitual), prometidos por Antonio asustaban un poco, unos cuantos se presentaron dispuestos a cumplir y completar, al resto se nos hizo bola la veintena, y nos hicimos una de "estrellas fugaces", un eufemismo para en realidad decir que íbamos a andar poquito, eso sí en un ejercicio de derroche de imaginación, inventando excusas variopintas del estilo: “o podo esta tarde el peral o lo pierdo”, o “tengo que estar a las 4 en casa, mi gata es muy de parir después de comer”, yo dije que me había apuntado a “conocer el arte brutalista madrileño, y teníamos una visita a una iglesia de Moratalaz.
Cruzamos la antigua N-VI, que estaban asfaltando, dejando atrás el promontorio donde la estatua de un león de piedra indica el punto más alto del puerto desde que se instaló a instancias de Fernando VI, en el año1749, (esto lo leí en el Marca), que por cierto ya ha llovido desde entonces, y el león sigue ahí.
Pasado un portón, nos dirigimos hacia el Cerro de la Sevillana, junto a las ruinas de lo que fueron fortificaciones y bunkers de la Guerra Civil.
Junto a uno de ellos nos hicimos la foto del grupo, antes de que hubiese una desbandada. Seguimos por el GR-10, enseguida pasamos bajo el tendido de alta tensión, con su habitual chisporroteo de vaya usted a saber lo de voltios que lleva para que suene así.
Superada una bajada entre grandes rocas, alcanzamos el Collado de la Sevillana y es aquí donde los primeros, que seguíamos fielmente a Antonio tomamos el sendero que sale a la izquierda, del Arcipreste se llama, en honor a uno de Hita bastante golfo. Pero un segundo grupo, más rezagado, al llegar a este cruce siguió por el GR-10, hasta que al no vernos, contactaron con Antonio y tuvieron que regresar para poder seguir con el resto.
Ya todos juntos, seguimos por el bonito y sombreado sendero que desciende lentamente en busca del nacimiento del río Gudillos, porque a estas alturas ya sabíamos que al embalse del Tejo, como inicialmente estaba previsto, no íbamos a ir por estar en obras y los accesos cortados desde febrero. Por lo que contaron porque tenía peligrosas fugas.
Pasamos junto a la fuente Majada Pericón, con bañera incluida, en la que Kiro se dio un buen chapuzón.
Rodeados de frondosos pinos y musgo, llegamos al Cordel de la Campanilla, pasado el arroyo del Cuervo. Por él seguimos para pronto desviarnos a la izquierda y acercarnos a las proximidades del nacimiento del río Gudillos, donde se ubica una laguna, muy menguada, aunque con ranas, que precede a las surgencias del río.
Cerca del incipiente río paramos en una verde pradera, donde se estaba de lujo tomando el aperitivo del ángelus. Tras el descanso, acompañamos el río en su descenso, vadeamos el arroyo del Cuervo, prácticamente seco y de lejos contemplamos lo que queda de la Cerca de Montosa, que según nos contó Paco Nieto, fue una extravagante construcción de 1958 que recibió como primer nombre "Albergue Guadarrama", El nombre actual le viene por el arroyo que fluye bordeando su cerca sur.
Fue promovida por la Organización Sindical Española, conocida comúnmente como Sindicato Vertical de los Trabajadores, con la intención de crear una residencia de las “Hermandades del Trabajo”.
Posteriormente fue usada como granja y según cuentan se hizo famosa porque los ecologistas soltaron los visones que en ella criaban. Aquí más información.
Cruzamos el río Gudillos y proseguimos por una pista paralela al río, que resonaba a nuestra izquierda, conectando con el GR-88. Fue aquí donde el grupo de estrellas fugaces nos separamos del resto, para regresar más directos al puerto.
Por lo que me ha contado mi buen amigo Paco Nieto, ellos continuaron por el GR-88, cruzaron por un puente el río Gudillos, pasaron frente al apeadero de la estación de Gudillos y entre los túneles de la autopista A-6 y del ferrocarril.
Iniciaron el ascenso junto al arroyo de la Gasca, pasaron por el túnel, bajo la carretera N-VI y lo remontaron por una bonita senda, llamada de la Umbría, en la que abundan las nada autóctonas secuoyas, una sorprendente curiosidad de la zona.
Con el susurro constante del arroyo de la Gasca, llegaron a la pradera donde se cruzan varios caminos, donde pararon a dar cuenta de los bocadillos.
Como iban bien de tiempo, prefirieron machacarse un poco más subiendo al Collado de la Gasca y de allí, subieron al Cerro Piñonero, coronado por un búnker que parece un submarino. Giraron a la izquierda para salir al encuentro del GR-10, por el que descendieron hacia el puerto.
En el bar del Alto del León, se tomaron, como antes habíamos hecho nosotros, las cervezas de final de esta ruta y a la que califico con 4 sicarias, o más.
Jesús Cordero
FOTO REPORTAJES
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