martes, 26 de mayo de 2015

Excursión 235: Lagunas de Neila

FICHA TÉCNICA
Inicio: Peña Aguda
Final: Laguna de la Cascada
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 13,3 km
Desnivel [+]: 393 m
Desnivel [--]: 408 m

Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí

Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 20

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN

Era nuestro segundo día en la zona de Urbión y nuestro segundo día de lagunas. Por añadidura, íbamos a conocer nuestra segunda laguna Negra, esta vez la de Neila. Aunque el plan era acceder con los coches desde el pueblo homónimo, antes de salir de Quintanar de La Sierra tuvimos que desviarnos por un camino alternativo por obras en la carretera, con tan buena fortuna que este acceso nos llevó directamente a las lagunas en un relajado ascenso por el pinar, amenizado con el colorido de los brezos en flor y hermosas vistas de la sierra de La Demanda en lontananza.

Una vez en el aparcamiento más elevado de la zona, tocaba seguir las indicaciones de Juan, quién en un apacible recorrido nos fue mostrando todo el entorno, comenzando por una perspectiva a vista de pájaro de la laguna de La Cascada.

Avanzando algo más llegamos a la laguna Larga, de escasa profundidad pero muy resultona enmarcada en la cornisa de un amplio circo glaciar y con el cielo azul de fondo.

Tal era su atractivo que allí se hizo la foto de grupo. Pero, nada más sobrepasarla y contemplar sin previo aviso la laguna Negra, nuestros numerosos fotógrafos no pudieron sino sucumbir ante tal encanto.

Así se explica que, cuando el grueso del “pelotón” ya la había rodeado y estaba subiendo por un sendero hacia la cornisa, aún Carlos no había llegado; acompañado de Javier B. andaba en busca de su móvil perdido entre la maleza. La buena noticia fue que el aparato apareció finalmente.

Según ascendíamos el viento azotaba los rostros, sobre todo al asomarse a los balcones naturales sobre las lagunas, pero el efecto visual sobre el agua era precioso: Parecía que miles de estrellas centelleaban sobre su superficie. Esto obligaba, caminando por la cumbre, a buscar las zonas más resguardadas alejándose de la cresta de la montaña. Como el hambre ya apretaba y se agradecía el calorcito al abrigo de los vientos, fuimos tomando el tentempié en grupos, recostados sobre el suelo mientras mirábamos el paisaje desde el otro lado de la montaña, adivinando sierras distantes y pueblos perdidos.

Continuamos así un buen rato, con paso sosegado, hasta situarnos sobre las lagunas de Los Patos y Brava. Desde aquí, con las lagunas a nuestros pies, Neila en el fondo del valle y los picos de La Demanda y el de Urbión como telón de fondo, el espectáculo era sublime, tanto que Santiago se juró traer a Belén a este lugar para enamorarla aún más, si cabe.

Unos pocos tuvieron que volver a buscar otro objeto perdido (y es que la belleza embota los sentidos), esta vez sin la suerte de Carlos. Mientras, el resto fueron accediendo en rápido descenso a las orillas de la laguna Brava, donde se acordó tomar el bocata. Incluso tres de nuestros bravos se atrevieron a darse un bañito refrescante, mientras Rosa y Ángel se perdían por la orilla opuesta en busca de emociones.

Aunque ya sólo quedaba un corto trayecto hasta los coches, después de la comida se hizo un poco cansino. Aun así, unos cuantos nos desperezamos rápidamente azuzados por el reto de subir al picuruto, próximo al aparcamiento, de la caseta de los guardas forestales (Peña Aguda).

Parecía que ya había concluido la excursión, pero ¡quiá!: Bajamos en los vehículos en dirección a Neila para dejarlos enseguida aparcados a la vera de un bonito camino que nos llevó hasta la Laguna de La Cascada.

Por allí merodeamos un buen rato: Algunos se quedaron a la orilla, como Rosa y Ángel que se “perdieron” de nuevo; otros nos encaminamos a la Ladera de los Tejos, donde conseguimos ver 3 ó 4 de ellos y descubrimos la encantadora cueva de Los Potros, refugio en su día del cura Merino, pesadilla de las tropas de Napoleón.

De regreso a Duruelo paramos en la explanada de la ermita de Nuestra Señora de Revenga, cerca de Regumiel, un estupendo paraje para reponerse con las cervecitas de rigor entre risas y algarabía.

Habiendo resultado un día tan redondo, Madi no puede por menos que otorgar 5 hermosas sicarias para solaz de todos.
Melchor 

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