miércoles, 27 de mayo de 2015

Excursión 236: Nacimiento del río Duero y Picos de Urbión

FICHA TÉCNICA
Inicio: Duruelo de la Sierra 

Final: Castroviejo
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 15 Km 
Desnivel [+]: 733 m 
Desnivel [--]: 943 m 
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas y agua: No

Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 17

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Tras las dos excursiones anteriores por los Picos de Urbión, hoy tocaba por fin subir al emblemático pico que le da nombre a esta sierra y el más alto de los ocho que la conforma. Tanto imponía sus 2.228 metros de altura que dos participantes de las anteriores, algo tocados, prefirieron hacer turismo por la zona antes que medirse con este coloso.

Con el olor a pan recién horneado que compramos en la tahona de Duruelo a primera hora, salimos por la carretera que sube a Castroviejo, hasta llegar al final de la pista próxima al Refugio del Búnker, desde donde iniciamos el ascenso.

El frondoso pinar presagiaba que teníamos que ascender aún más, hasta alcanzar zonas altas más despobladas de vegetación, y a ello nos pusimos, subiendo con pendiente constante entre pinos albares por una vereda, conocida como senda del Duero, que parte a media ladera de las inmediaciones del aparcamiento, en dirección a Peñas Blancas.

Pronto la densa maleza de brezos de un pinar ralo dio paso a un raso roquedo de caliza, dominado por los riscos de la Cuerda del Rasón, al este, y el verde valle al sur, en rápida aproximación hacia el encuentro con el recién nacido Duero.

El sendero remontaba la margen derecha del río, a unos cincuenta metros de éste por encima del pequeño perfil en «V» socavado por sus aguas, entre matorral de gran colorido y algún que otro nevero que se resistía a desaparecer. Al poco, llegamos al nacimiento, costaba creer que ese incipiente hilillo de agua alcance 897 km de largo, 213 de ellos navegables.

Junto al manantial, un monumento sobre un mapa de España simboliza el trazado del río desde su nacimiento, aquí en Duruelo, hasta su desembocadura en Oporto. En él nos hicimos las correspondientes fotos que probaban nuestra gesta.

Una placa sobre una roca, junto al nacimiento, recoge la primera estrofa del conocido poema de Gerardo Diego:

Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.

Continuamos remontando el aprendiz de río hasta que desapareció en una verde y amplia vaguada a medida que nos aproximamos al Portillo Arenoso.

A nuestra izquierda asomaban los 2.228 metros del Pico Urbión, al que llegamos tras pasar junto a un rebaño de ovejas, vigiladas por dos mastines, que hicieron recordar con nostalgia a Antonio V. a uno que tuvo en su niñez.

Antes de alcanzar la cima, pasamos junto a la Muela, singular ventana hacía la cara norte de la cuerda, y junto a ella, una gran cruz de hierro.

Las vistas desde la cumbre del valle del río Revinuesa eran impresiona
ntes, a nuestra derecha, el risco Zurraquín (2.105 m), donde estuvimos en la antepasada excursión. A nuestra izquierda, en dirección norte, el Hoyo Oscuro, la otra pared del valle de Revinuesa, con la sierra de la Demanda al fondo. En la parte central la Laguna Larga, donde nace el Revinuesa. Y al oeste,  la Laguna de Urbión, a la sombra del Picacho del Camperón. Al pie de la pequeña cruz de hierro que corona la cima, nos hicimos infinidad de fotos, aprovechando los atractivos fondos que el pico proporcionaba.

Iniciamos el regreso descendiendo por la cara oeste, pasando junto a una gran ventana horadada en una singular roca, en dirección a los cortados que en forma de quilla son conocidos como Las Tablas de la Ley de Peñas Claras, desde los cuales bajan chimeneas de peligrosas vistas.

Continuamos por una tranquila y llana pradera denominada La Remesa, y antes de llegar al Picacho del Camperón, nos hicimos la foto de grupo, con la Laguna de Urbión y su bífido pico de fondo.

Alcanzado el Pico de las Tres Provincias, nos entretuvimos adivinando los límites de las provincias de Burgos (al oeste), La Rioja (al este) y Soria (al sur), y con espectaculares vistas de la Sierra de la Demanda al fondo y su pico más alto, San Lorenzo (2.270 m), a la izquierda, y el San Millán (2.132 m), el más alto de la provincia de Burgos. Con tan espléndido espectáculo como mirador, paramos a comer, confundidos con las grandes rocas de la pradera y cobijados a su sombra.

De camino a nuestro siguiente objetivo, el pedregoso cerro de Muñalba, nos deleitamos contemplado el valle del río Frío, afluente por la derecha del río Najerilla, con su gran pradera verde y su laguna medio seca. El Pico Muñalba es la máxima altitud de la Sierra de Neila y la segunda cumbre de la provincia de Burgos, tras el San Millán.

Continuamos el descenso, animados por Fernando S., que se afanaba en sentar las bases de un nuevo GMSMA, no apto para listillos del GPS ni de los mapas, donde llegar puntual al punto de partida se castigaría pagando los cafés, y el primero en alcanzar la meta tendría que invitar a las cervezas, amén de otros artículos de estos nuevos estatutos aún más atrevidos que nos hicieron reír durante todo el camino.

Pronto alcanzamos el bosque donde se supone existe un hermoso y longevo pino conocido como del Cardenal, pero nos fuimos sin saber si lo habíamos visto, pues a falta de un cartel que lo señalase, eran varios los ancianos y retorcidos ejemplares que podían optar a tal título.

Por un engalanado paraje de cantuesos buscamos la desdibujada senda que nos llevaría a Cueva Serena, entre grandes rocas de conglomerado o rudita, muy comunes en esta zona, emergidas del fondo marino donde se formaron.

La cueva está precedida de una gran cascada de agua, que suele helarse en invierno, y que lleva abundante agua en primavera. En estos singulares parajes se rodaron películas de western, Doctor Zhivago y series como Curro Jiménez.

Ya sólo quedaba llegar a Castroviejo, enorme amontonamiento de bloques de conglomerado, que el duro clima de esta zona ha ido puliendo y dando caprichosas formas, que recuerdan a la Ciudad Encantada de Cuenca.

En la cena tuvimos el honor de celebrar el cumpleaños de María Ángeles, lo que puso el broche de oro a una jornada memorable, que será recordada siempre por todos los participantes.

Por todo lo anterior, esta excursión es calificada con 5 espléndidas sicarias.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES

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