Inicio: Mataelpino
Final: Mataelpino
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15,4 km
Desnivel [+]: 737 m
Desnivel [--]: 742 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 28
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
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* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
La visita al Cancho Mágico tras su
descubrimiento en la pasada temporada era obligada para el GMSMA y Antonio, que
cada día está más en forma, la resolvió por las bravas, con una trabajosa
subida siguiendo la garganta que forma el arroyo de Las Callejas, desde
Mataelpino hasta los empingorotados riscos de la sierra de Los Porrones,
rememorando de paso aquella excursión 82 que
nunca se olvidará, incluso por quienes no la hicimos, ya que aquellos
veteranos que la sufrieron no paran de dar la murga con la batallita.
La ascensión costaba lo suyo, cómo no,
pero compensaba de sobra por el buen ambiente y el paisaje que se iba desvelando
tanto en la propia montaña como en lontananza, donde ya Mataelpino apenas
parecía una aldea perdida allá abajo entre jirones de niebla.
Faltando un corto trecho para llegar a la cuerda, vimos a la derecha cómo un rebaño de cabras montesas bullía de actividad, en lo que a algunos se nos antojó la preparación para la época de celo que se avecina.
A todo esto, Joaquín, recién reincorporado, que andaba algo mohíno y protestón, no parecía querer ajuntarse demasiado con el grupo, así que escogió un tramo alternativo para subir que le obligó a remontar la ladera sin senda reconocible, siguiendo una larga valla (se ve que echaba de menos el caminito por el río Cofio de la semana anterior).
Faltando un corto trecho para llegar a la cuerda, vimos a la derecha cómo un rebaño de cabras montesas bullía de actividad, en lo que a algunos se nos antojó la preparación para la época de celo que se avecina.
A todo esto, Joaquín, recién reincorporado, que andaba algo mohíno y protestón, no parecía querer ajuntarse demasiado con el grupo, así que escogió un tramo alternativo para subir que le obligó a remontar la ladera sin senda reconocible, siguiendo una larga valla (se ve que echaba de menos el caminito por el río Cofio de la semana anterior).
Tras un breve descanso para un
tentempié, seguimos por la cuerda de Los Porrones hacia el este y, tras alguna
duda, localizamos el principal objetivo del día: El Cancho Mágico.
Desde allí nos dejamos caer hasta el PR-16 para descender cómodamente hasta las pista de las eses. En el trayecto comenzaron a verse algunas setas, destacando por su belleza la venenosa y alucinógena amanita muscaria, que formaba agrupaciones simulando poblados de enanitos.
Desde allí nos dejamos caer hasta el PR-16 para descender cómodamente hasta las pista de las eses. En el trayecto comenzaron a verse algunas setas, destacando por su belleza la venenosa y alucinógena amanita muscaria, que formaba agrupaciones simulando poblados de enanitos.
Nos causó cierta decepción, al finalizar
el sendero, que el agua no manara de la fuente de las Casiruelas, así que
tuvimos que comer con el agua que nos quedaba bajo una fina llovizna que, a
intervalos, estuvo presente durante toda la jornada.
Seguimos por la pista, atajándola en
ocasiones, mientras las setas se prodigaban cada vez más y los micólogos se
fueron animando a recolectar algunas. A mí, que de micólogo no tengo nada, me
dio envidia y comencé a coger champiñones tras las oportunas indicaciones de
los más entendidos; los champiñones parecían fáciles y se veían bastantes.
Dejamos la pista para traspasar una
cancela y avanzar entre praderas hacia el camino de vuelta a Mataelpino.
Alcanzamos la ermita de San Isidro, donde hicimos la foto de grupo. Desde allí,
ya sólo había que tomar el lindo caminito que nos llevaría de vuelta al pueblo
siguiendo el arroyo.
En él algunos nos entretuvimos en buscar más setas, de forma tal que, en mi caso, el ansia me hizo afanar unos champiñones grandotes que crecían entre la espesa yerba próxima al arroyo.
En él algunos nos entretuvimos en buscar más setas, de forma tal que, en mi caso, el ansia me hizo afanar unos champiñones grandotes que crecían entre la espesa yerba próxima al arroyo.
Ya casi llegando al pueblo, en un ramal
del camino en cuesta, me percaté de que mis bastones nuevecitos habían debido
quedarse entre las setas del campo como efímero monumento al olvido, como dice
Antonio.
Finalmente, ya en el pueblo, nos tomamos
las consabidas cervezas en una terraza muy aparente a la salud de Jorge y
Marcelo, que quisieron así celebrar sus recientes cumpleaños.
Nota adicional: Gracias a los dos
Antonios por ayudarme después a buscar los bastones, si bien no los pudimos
encontrar. Para rematar, hube de tirar los champiñones que recogí, ya que, al
cocinarlos, un olor desagradable reveló
que los dos grandotes que tanto me habían enorgullecido eran de una variedad
indigesta. Moraleja: “Quien ansía lo de otro puede terminar perdiendo lo
propio”.
Como Madi es objetiva, ha puntuado esta
excursión con 4’5 sicarias. Si lo llego a tener que decidir yo…
Melchor
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez
* Foto reportaje de José María Pérez
FOTOS
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