miércoles, 16 de diciembre de 2015

Excursión 271: Puerto de Navacerrada por caminos olvidados

FICHA TÉCNICA
Inicio: Pto. de Navacerrada
Final: Pto. de Navacerrada
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  11,9 Km
Desnivel [+]: 657 m
Desnivel [--]: 657 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí

Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 44

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN

No me digáis que no es una suerte; una espectacular mañana, un inmejorable grupo de amigos, última excursión del año, entre Madrid y Castilla, con final en las Postas y resulta que Melchor se acuerda de mí para concederme el favor de reflejar en estas líneas nuestros trajines.

Diez de la mañana del miércoles 16 de diciembre de 2015, Puerto de Navacerrada (Madrid), con estos datos, gorros de lana, guantes, botas, polainas, forro polar y abrigos de plumas, forman parte del equipamiento básico de cualquier montañero que se precie, desgraciadamente este año sobra la mayor parte de esta equipación, al poco de comenzar a  caminar varios brazos lucieron su desnudez.

Cuarenta y cuatro senderomagos, a un solo gesto del Jefe nos lanzamos a invadir Castilla en su vertiente Segoviana, por la vía rápida, una senda (camino de la Sotela) que sale justo a la derecha de la carretera dirección Segovia al principio del puerto,  con una pendiente pronunciada, se descienden 420 m en apenas 3,7 Km. 

Comenzamos la bajada y a pesar de la brutal sequía, pasamos y CON AGUA los arroyos de las Pintadas, Peñarrodada y el de los Puentes, justo al pasar este ultimo la senda se convierte en una pista asfaltada muy cómoda para andar,  caminábamos como si del final de la jornada se tratara, risas, chascarrillos, que si, que no se que de un debate.., hasta que un comentario de valla paseo, esto es para los ciclistas domingueros, pues si que es facilita esta excursión, que ni hambre haremos para el cocido..,  el Boss miró su GPS y realizó un brusco giro de 90º a la derecha, estos si que son caminos olvidados y tanto que de olvidados ni rastro de camino queda.

Hacia arriba entre pinares por el monte de Valsaín pasamos el arroyo Venerillo y cruzamos la CL-601 donde nos encontramos una pradera para tomar el avituallamiento de rigor, sentados en la pradera en manga corta como si estuviésemos en primavera, degustamos nuestros manjares junto con las botas de vino, que al igual que el grupo cada vez son más numerosas.

De nuevo, en marcha, nos dirigimos hacia la pista del Maderao, aunque algunos querían buscar “los caminos olvidados” y se dedicaron a acortar metros, como el batallón de los “senderomagos atrochadores” capitaneado por Marcelo.

De pronto se abre el valle a nuestra derecha y al fondo el cerro Minguete, el Montón de Trigo, la Camorca…, que nos recuerdan unas cuantas excursiones, por esos cerros, ¿recordáis la excursión 220?, qué diferencia de paisaje.

Con esas vistas de fondo se interpone la cámara fotográfica de José María e inmortaliza a los 44 en su estupenda foto del grupo y Enrique Cid nos agasaja desplegando un estandarte del grupo.

Antes de recuperar la cota inicial, Mecha, una de las mascotas que nos acompañaban,  siguiendo el rastro de algún que otro unicornio, se despistó y hubo que recuperarla y dirigirla de nuevo a la buena senda.

La residencia de los Cogorros nos marca que ya estamos nuevamente en el puerto, pero si solamente llevamos 8 km, esto no puede acabar así, ¿y si nos damos una vuelta por la estación de ski?.

Algunos senderomagos, decidieron ser “fugaces”, y se dirigieron hacia las Postas y otros tomamos lógicamente sin el preceptivo forfait la pista de fondo para seguidamente cruzar la pista del Bosque y… PISAMOS NIEVE, artificial, pero nieve, se ve que algún día pasado los cañones se pusieron a producir y quedaban un par de montoncillos.

Paralelos al camino Schmid, continuamos algo más de 1Km, para desviarnos a la izquierda y subir a la Pradera de Siete Picos, por cierto a un ritmo presuroso, como si a alguien le apretase que se yo o quisiera dejarnos atrás, no sé, cosas de la naturaleza…, inmejorables vistas, la Bola del Mundo, la Maliciosa, el valle de Navacerrada y como no, nuestros amigos los buitres, sobrevolando nuestras cabezas.

Ya lo teníamos fácil, justo arriba al final de la silla de la pista del Telégrafo, solo nos queda descender al puerto, en chus, en cuña, en paralelo, utilizando los pinos como banderolas… en fin ya me hubiese gustado verla con su manto blanco pero es lo que tenemos, la bajamos y finalizamos la jornada senderista.

Nuevamente en la provincia de Madrid, tomamos los coches hacia las Postas
 y  cómo no, cocido, risas, lluvia de estrellas, en esta ocasión la paridad imposible de mantener, ganan ellas por goleada, más risas, torero, que quiso, fue y lo dejó, regalos y reconocimiento al que hace que este grupo disfrute todos los miércoles, con sus propias palabras como “niños a la hora del recreo”, la rondalla del GMSMA cerró la jornada 271.

Tengo que calificar la excursión y permitirme que lo haga de la jornada completa, por lo que se merece las 5 sicarias.

Y sirvan estas líneas para desearos unas felices fiestas y que el próximo año, al menos sea una pizca mejor.
Paco Donaire

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto
Foto reportaje de José María Pérez

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Excursión 270: Alto de las Rozas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Berzosa del Lozoya
Final: Berzosa del Lozoya
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  19 Km
Desnivel [+]: 866 m
Desnivel [--]: 866 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No

Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 37

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Ingrata debe de ser la tarea de nuestro querido Melchor cuando, siendo ya casi las dos de la tarde de un día de excursión, aún no ha conseguido despojar a la jornada del triste destino de no tener quien la describa.

Tan es así, o al menos, tan así me lo parecía, que no pude dejar que trascurrieran ni un par de segundos, que se antojaban angustiosos, antes de responder con sí muy monosílabo a la pregunta que todo, o casi todo ser, no sé por qué, rehúye como si de una maldición se tratara: ¿Te importaría encargarte de la crónica?

Vaya por él, por nuestro Nombrador Oficial de Cronista de Turno y Maestro de Cronistas, lo que viene a continuación.

Nos juntamos treinta senderomagos, alguno más, alguno menos, en Berzosa del Lozoya, un pueblo contradictorio, puesto que igual lo ves sobrevolar el valle medio de este río como agazaparse bajo la Peña del Portillo, la cual sostiene por el extremo sur el cordal que nos va a guiar, caminando hacia el norte, al Alto de Las Rozas. Antonio nos ha negociado un tiempo primaveral impropio de finales de otoño.

Tras el consabido preámbulo, del cual acabamos saludados un exitoso 90%, nos ponemos en marcha camino, primeramente, del Collado de Matalinares.

Sólo el celo y la pericia de Antonio son capaces de encarrilarnos sin vacilar en un sendero de fuerte pendiente y metido entre jaras, únicamente visible si no pones la bota en el suelo. 

Alegremente y casi  sin darnos cuenta, superamos los primeros trescientos metros de desnivel. Y ahora es cuando reparamos en las vistas. Al este, nos sorprenden los pardos roquedos que forman el cresterío de la Peña de La Cabra, con aquellas canales como cicatrices de gigante, que un día nos impresionaron cuando recorrimos destrepando de la Peña uno de los cordales más sorprendentes que recordamos. Lo terminó de hacer bello el cronista de entonces. ¿Quién pudo ser quien mejor nos recordara la excursión 213?

Seguimos mirando al este, las rocas de la Peña de La Cabra dan paso, o impiden el paso, según se mire, al denso pinar que esconde el pequeño río Riato, que da nombre al Vallejo que nos separa de nuestra querida Peña.

Si por el esfuerzo de la subida a este collado de Matalinares no se nos ha ocurrido mirar para atrás, ahora tenemos la ocasión de hacerlo para descubrir el brillo metálico del embalse del Atazar o el perfil inédito de la Sierra de la Cabrera o a lo lejos, nada menos que El Peñalara, con la estela de montañas que nos pone enfrente: Flecha, Nevero, Reajos, Peña Quemada,…La Carpetana.

La vista sigue sin desperdicio si barremos a nuestra derecha: Somosierra con sus Cebolleras, la Nueva y la Vieja. Y abajo, plata: Puentes Viejas y El Villar. Y el día, como nosotros, sigue sonriendo. Un velo de nube juega con el sol para darle a todo el paisaje el color que mejor queda con esta roca, con este gneis bañado en liquen, que surge de la tierra como ansiosa por respirar.

Deliciosas y animadas las subidas y bajadas a lo largo de este cordal, a veces cresta, a veces senda, a veces cumbre y a veces prado.

Mientras unos juegan a buscar las aristas más afiladas, más, aún más, otros se deleitan por los pasajes más amables, donde se permite la contemplación sin pausa o la conversación relajada.

Vamos coronando, o esquivando, que va al gusto de cada cual, las pequeñas cumbres de Albirigaño, Peña Parda, donde disfrutamos del cumpleaños de Isabel en forma de bombón, o Peña Águila, donde los estrellas fugaces se dan la vuelta, descubriendo más y más montaña hacia el norte: La Sierra de Ayllón, con su Lobo, su Cerrón, sus Peñuelas,… nuestro Santuy. Inmensa la vista que desde aquí se tiene y que invita, minuto a minuto a hacer planes y más planes.

Y así, consumidas tres horas, los últimos alcanzan el Alto de Las Rozas, modesta pero vistosa cumbre de 1673 metros de altitud. De las vistas acabo de hablar, ahora corresponde al lector imaginarlas…

Una parada breve, que vamos apurados, y de nuevo en marcha bajando hacia el collado de La Tiesa y un breve apretón antes de comer para subir al alto del mismo nombre.

Allí, sentados sobre piedras repartidas, contemplando el morir del Valle de Riato en brazos del Atazar y casi cegados por un sol desubicado por causa de un calendario incongruente con la meteo, damos cuenta de los respectivos bocadillos.

Treinta minutos de lujo nos ponen las pilas para continuar el recorrido, ahora por el pinar que se extiende bajo las rocas de la Peña de La Cabra.

El lema número 134 del GMSMA viene a decir que “no hay recorrido que se precie si no existe un tramo en el que caminen tres por cuatro calles” y por ello nos dividimos en dos grupos, uno formado por cuatro y otro por el resto, forma fina de decir que hubo algún error, de modo que anduvimos separados y sin visibilidad entre los grupos durante unos minutos en los que la telepatía facilitó el reencuentro. Fue el único incidente de la jornada.

Y ahora nos metemos en una  pista, en llano o leve cuesta abajo, que para no hacerse aburrida, nos regala nuevas vistas de la famosa Peña de La Cabra, que no sé si la he nombrado alguna vez.

Tras seis kilómetros de pista, llegamos al tramo sorpresa: un cortafuegos por el que se supera un desnivel de 130 metros. 

No es mucho, pero ya llevamos un ratillo andando y esto da una pereza…que vencemos sin problemas para llegar de nuevo en el collado de Matalinares, lugar donde nos encontramos esta mañana con el Valle de Riato.

Antes de bajar a Berzosa, el que esto escribe se retrasa a propósito para echar una última mirada al Este.

El silencio lo domina todo, una leve brisa me invita a respirar hondo mientras contemplo una Montaña herida por el tiempo, arañada de las oscuras canales que hace casi exactamente un año, orgulloso como si fueran mías, invité a conocer a mis compañeros senderomagos.

La luz, ahora aún más generosa, me muestra unos roquedos que ya no son pardos sino verdes de liquen. Esas rocas de gneis que tanto me atraen…

Vuelvo en mí y pienso que, aunque me dé un poco de apuro por haber colaborado modestamente con Antonio en preparar esta excursión, estoy seguro de que Madi, cuando la vea, tendrá en cuenta el recorrido, el paisaje, el tiempo y el ambiente y no dudará en otorgarle 5 sicarias, 5.
Juan

lunes, 7 de diciembre de 2015

Excursión 269b: Camino Majariego de Santiago. Etapa 6. Nava de la Asunción - Coca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Nava de la Asunción
Final: Coca
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  12,8 Km
Desnivel [+]: 82 m
Desnivel [--]: 90 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No

Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 2

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
La sexta etapa comenzó en la puerta del hotel donde habíamos pernoctado. De nuevo conté sólo con la compañía de Ana.

Tras la larga etapa de ayer decidimos que hoy llegaríamos solamente hasta Coca, disponiendo de la tarde para visitar esa ciudad y luego recoger el coche en Añe y volver a casa.

A las 9’50 nos pusimos en marcha para de camino conocer los monumentos más interesantes de Nava de la Asunción.

Vimos la fuente llamada el Caño del Obispo de 1683, la Casa del Caño de 1757 en la que residió el famoso poeta Jaime Gil de Biedma y llegamos hasta la iglesia parroquial de Nª. Srª de la Asunción del s. XVIII.

Vimos también el ayuntamiento y nos dirigimos por la calle Real hacia la ermita del Santo Cristo de la Expiración situada al final del pueblo. Aunque allí el indicador de la carretera señala Coca hacia la izquierda la flecha amarilla que vimos en una farola nos indicaba que el Camino había que tomarlo por la derecha. Así que eso fue lo que hicimos. Salimos del pueblo a las 10’15 y, al poco, se nos planteó otra disyuntiva: en esta bifurcación se indicaban dos alternativas: la b) más corta o la a) algo más larga pero más bonita.

Elegimos la A y enfilamos el camino en dirección a las vías del
AVE que esta vez cruzamos por debajo a través de un túnel. Incluso después de atravesarlas tuvimos la suerte de ver un tren de alta velocidad circular por ellas en dirección a Segovia.

Entre campos de cereales el camino con amplias curvas nos llevó en dirección a los pinares. El día no estaba tan despejado como ayer pero, andando, el calor hacía que sobraran algunas prendas de abrigo.

Cuando eran las 11’00 y llevábamos andados 4,800 km. llegamos a un cruce. El Camino seguía de frente pero, como íbamos bien de hora, nos decidimos a recorrer un par de kilómetros  adicionales y llegar hasta el lugar denominado la Peña del Caballero (según otras versiones la Peña del Moro). Por una amplia pista forestal anduvimos hasta donde el GPS indicaba que debía estar la citada peña. Allí no se veía roca alguna pero un cazador que encontré me indicó que no la buscara hacia lo alto sino colgada del barranco que se denomina cañón del Eresma.

¡Claro!, ¡ahí estaba!. Hicimos fotos de ella y también del cañón que el 
río Eresma, que ya ha recibido las aguas del río Moros, ha tallado en la llanura. Deshicimos lo andado y a las 11’40 nos encontramos de nuevo en el cruce donde habíamos abandonado el Camino. Ahora el GPS señalaba 7,310 km. Es decir: esta curiosidad añade 2,5 km. a la etapa real. Seguimos, pues, por la senda marcada y pasando por una granja de ganado lanar, volvimos a encontrarnos al borde del cañón por cuyo borde discurre este tramo de la etapa.

Sentados en un tronco caído hicimos una parada para beber y comer algo y aprovechamos para hacernos una foto de grupo (aunque esta vez fue una foto de pareja).

Llevábamos andados 8’30 km. y eran las 12’10 cuando nos volvimos a poner en marcha. El día se había puesto más gris y los contrastes de colores no eran tan bonitos. De cualquier forma la vista desde arriba del cauce del río era espectacular y eso que la vegetación, álamos y chopos era tan alta que apenas deja entrever el agua del río.

Muchos de los troncos de los árboles de corteza blanca, no así de los pinos, estaban cubiertos de yedra. Nos internamos por el pinar y por aquí la senda ahora era de arena sin compactar lo que suponía un esfuerzo adicional al caminar.

Pasamos por el mojón que indicaba una distancia a Sahagún de 167 km. aunque teniendo en cuenta lo que escribí en la crónica anterior no era muy de fiar. De todos modos siempre es una alegría ver que se va avanzando. Las flechas indicadoras amarillas sí que no nos faltaron en ningún momento.

Bordeamos, dejándola a nuestra izquierda, una finca con muchos invernaderos donde se deben cultivar buenos tomates u otras hortalizas y de pronto vimos sobresalir por encima de las copas de los pinos la torre de su iglesia lo que nos indicaba que estábamos acercándonos a
Coca.

Aún nos quedaban más de 2 kilómetros pero ya sabíamos que cumpliríamos el horario planificado. Eran las 13’00 y habíamos andado 11’40 km.

Cuando salimos del pinar ya vimos la ciudad que los romanos llamaron Cauca. Callejeando por ella atravesamos la carretera y rodeando la iglesia de Santa María la Mayor llegamos a su puerta donde hicimos la foto del final de etapa.

Todavía tuvimos tiempo de ver lo que se conserva de las murallas medievales y de llegar hasta la puerta del castillo. Habíamos empleado 3 horas y 40 minutos en recorrer casi 15 kilómetros. De ellas, 2 horas y 56 minutos fueron de andadura. En esto está incluido el desvío a ver la Peña del Caballero.

En el castillo sí que dimos por terminada la etapa y con un taxi volvimos a Añe a recoger el coche donde ayer lo dejamos. Después de comer en Nava de la Asunción volvimos a Coca para visitar el castillo por su interior. También entramos en el interior de la iglesia y vimos por fuera la Torre mudéjar de San Nicolás.

Felices y satisfechos, con todos los objetivos cumplidos nos volvimos para Madrid.

Hasta la séptima etapa, a ésta le otorgamos 4 sicarias.
José María

FOTO REPORTAJES