Inicio: Collado Mediano
Final: Collado Mediano
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15 Km
Desnivel [+]: 569 m
Desnivel [--]: 569 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Valoración: 4,5
Participantes: 17
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RUTA EN WIKILOC
RESUMEN
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RUTA EN WIKILOC
RESUMEN
Era deseo de Pepa realizar una nueva excursión por su pueblo y acabar degustando una paella en su casa, donde además nos podíamos quitar los calores acumulados en la ruta con un refrescante baño en la piscina. Un plan que un nutrido grupo de irreductibles e inmunes a las vacaciones de verano no nos queríamos perder.
Iniciamos la ruta junto al descampado del arroyo de los Linos, donde instalan la plaza de toros portátil en la fiestas, que precisamente acababan de finalizar. Pasamos junto a un viejo carro de madera, de los que se usaban antaño para el transporte de la madera, y de un potro de herrar que ha perdido, como tantos otros su utilidad.
Cruzamos la carretera de entrada al pueblo para acercarnos a la rotonda en cuyo centro se alza una bandera, clavada en un hito con el nombre del pueblo. A la izquierda, junto a un aparcamiento, paramos a contemplar el árbol singular 271 de la Comunidad de Madrid, un centenario ejemplar de Castaño de Indias con más de 20 metros de altura, al que sin embargo se le veía algo mustio, seguramente por tanta sequía.
Andamos unos pasos y contemplamos la plaza Mayor, donde se ubica el ayuntamiento, continuamos de frente, buscando cruzar las vías del ferrocarril, junto al antiguo lavadero, para salir al parque de la Dehesilla, que cruzamos antes de enfilar el camino de fuente Vallejo, indicando en una rotonda con otro potro de herrar como lugar en que se encuentra el "Yacimiento Rumano", por obra de algún gracioso que ha mutilado la "o" de Romano.
A la entrada del camino, jalonada por dos grandes hitos que recuerdan a los miliarios de las calzadas romanas, nos hicimos la foto de grupo.
Recorremos esta despejada cañada hasta que se ensancha en lo que en los tiempos de la Mesta fuera un importante descansadero para los rebaños de ovejas. Testigo de ello es un monumental pilón tallado en granito en el que nuestras mascotas se aprestan a beber.
Un poco más abajo un singular edificio llama la atención, a pesar de sus humildes dimensiones, por tener una cara de mujer ocupando toda su fachada principal. Es una pintura realizada al estilo romano e indica que esto es el Centro de Interpretación del Yacimiento Romano de Miaccum.
Nos reunimos al final del largo descansadero, al lado del edificio, junto a un panel que cuenta cómo eran las calzadas romanas, apoyando la explicación la reconstrucción moderna de un tramo de aquellas vías que cruzaban España hace dos mil años. Su corte nos permite descubrir las diferentes capas y su disposición.
Unos metros más abajo se abre una puerta de hierro decorada con las características figuras de vacas que aparecen en los mojones de las vías pecuarias, pasamos un portón de acceso peatonal y continuamos por una una calleja. Es lo que queda de la importante vía pecuaria y de la vieja calzada romana.
Considerada una de las vías romanas mejor conservadas de la Península Ibérica, el tramo de la calzada romana que cruza la Sierra de Guadarrama entre Cercedilla y Valsaín tiene su prolongación hacia el sur, en la vertiente madrileña de la montaña. Formaba parte esta calzada de la llamada Vía XXIV, que unía Emerita Augusta y Caesaraugusta; es decir entre Mérida, y Zaragoza, en Aragón. Lo hacía a través de localidades madrileñas como Complutum, Titulciam y la Miaccum donde nos encontramos.
Con una anchura inferior a los diez metros, se prolonga entre muros de piedra a buen seguro construidas con las que eran parte de la calzada. El camino transita junto al cauce seco de un arroyo, rodeado de fresnos, cruza un puente y alcanza el yacimiento de El Beneficio. En él se realizan, desde el 2003, trabajos para estudiar estos restos arqueológicos, protegidos por una techumbre.
El yacimiento permanece cerrado, pero desde el exterior pueden descubrirse, no obstante, los cimientos y otros restos de la época romana de lo que fue una posada que servía de refugio y lugar de descanso a quienes recorrían este tramo de la Vía XXIV.
Las excavaciones han determinado la existencia de un edificio principal de 15 por 15 metros, que cuenta con salas comunes como cocina, comedor y baños, y salas de dormitorios construida entre entre los siglos I y V d. C.
Tras las fotos de lo poco que se puede ver desde el exterior del vallado, proseguimos el recorrido, girando a la derecha al llegar a la Vereda de los Molinos, otra vía pecuaria que en dirección noroeste se dirige hacia la dehesa de la Jara, que entre encinas, fresnos y granjas con burritos, bordeamos por su cara occidental, teniendo la suerte de contemplar sobre nuestras cabezas el majestuoso vuelo de un milano real.
Fue en algún punto de este camino donde una de nuestras mascotas se distrajo, lo que hizo que Raquel no pudiera seguirnos, acortando la ruta sobremanera. El resto, que habíamos parado a esperarla junto a la fuente de la Ramira, sin gota de agua, aprovechamos para tomarnos el tentempié de media mañana.
Reanudamos la marcha, buscando las marcas rojas amarillas del GR que remonta las laderas del cerro del Jaralón, pasa sobre las vías del tren y junto a lo que queda de unas trincheras de la Guerra Civil.
Por una estrecha y sombreada senda entre pinos, enebros y matorral alcanza los 1.151 metros del cerro del Jaralón, con magníficas vistas de Collado Mediano y sus dehesas desde unos riscos que hacen de mirador natural.
Descendimos por la loma oriental del cerro hasta llegar al cruce con la vereda de Roblepoyo, donde Pepa nos guió con tino, por una escondida senda que suaviza el recorrido oficial del GR, hasta alcanzar la explanada previa al fuerte ascenso del cerro del Castillo. Una preciosa pradera, ahora seca, que es a la vez cruce de caminos.
Aquí, unos cuantos prefirieron ahorrarse el repecho y dirigirse hacia la meta, con la excusa, loable, eso sí, de ayudar a Pepa con los preparativos de la comida. El resto, iniciamos el fuerte ascenso, alguna que yo me sé tirando a toda velocidad del grupo para superar los 150 metros de desnivel que nos quedaba.
Con la lengua fuera llegamos a la cuerda, entre rocas y más jarales hasta alcanzar la cumbre del Cerro del Castillo (1.341 m) y con ello, su curioso mirador inclinado, desde donde contemplamos las casas de Collado Mediano a vista de pájaro.
Reunidos los 12 que logramos llegar hasta aquí y hechas las fotos de rigor, recorrimos la cuerda de la Sierra del Castillo en dirección noreste, con esplendidas vistas de la Peñota, la Mujer Muerta, Montón de Trigo, Siete Picos, Peñalara, Bola del Mundo, Maliciosa y la Pedriza, es decir, toda la Sierra de Guadarrama a nuestro alcance, panorámicas que hicieron disparar una y otra vez las cámaras de los fotógrafos del grupo.
Impresionante fue también la vista del embalse de Navacerrada poco antes de descender una pronunciada pendiente, plagada de jarales, hasta pasar junto a las antenas de una estación de móviles, donde los pocos extelefónicos de hoy nos hicimos unas fotos.
Continuamos por una cómoda pista que bordea la loma de la Sierra del Castillo de oriente a occidente por su cara sur, con bonitas vistas de la planicie madrileña y que al poco se interna en un sombrío pinar.
Descendimos por una arenosa senda muy directa hacia el pueblo, que alcanzó al poco una amplia pista forestal que nos dejó cerca de la Cobañera, una pequeña cueva formada por unas gigantescas rocas, símbolo del pasado histórico de Collado Mediano y que han vandalizado con pinturas y graffitis que le restan belleza.
Terminamos la excursión descendiendo hasta entrar en las calles del pueblo, que recorrimos en dirección al aparcamiento donde habíamos dejado los coches y posterior paella en casa de Pepa, con bañitos incluidos para sofocar el calor que habíamos pasado.
En nombre del grupo, agradecemos mucho la hospitalidad de Pepa y su familia, que hizo que este día fuese entrañable para todos, mereciéndose un 4,5 sobre 5.
Paco Nieto
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de Francisco Nieto
* Foto reportaje de Francisco Nieto
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