miércoles, 19 de mayo de 2021

Excursión 561: Pico de la Centenera

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puebla de la Sierra
Final: Puebla de la Sierra
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 19.1 Km 
Desnivel [+]: 930 m 
Desnivel [--]: 930 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 17

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
En esta ocasión, Antonio nos convocó en Puebla de la Sierra, donde iniciamos, la ruta prevista. Accedimos a este municipio aislado de la Sierra del Rincón, por una estrecha calzada, que serpentea sinuosa entre pronunciados barrancos y que en algunos puntos supera los 1.600 metros de altitud y donde podemos observar unos paisajes de gran belleza.

En lo más profundo del cañón, discurre el rio de la Puebla. A lo largo de 18 km. Solo encontramos bosque de pino, salpicado de robledales autóctonos y monte bajo: jara, mucha jara, brezo y cantueso. Finalmente surge Puebla de la Sierra.

Un pueblo nacido de la repoblación, como todos los de la zona, que luce edificios de piedra oscura, rematados con detalles de madera.

Puebla de la Sierra, es uno de los municipios que aportan territorio a la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón y a la Red Natura. Úbeda Liébana.

Los orígenes de Puebla de la Sierra datan del siglo XII cuando, por motivos defensivos, se construyeron varios asentamientos en la zona de Buitrago. Ya a finales del siglo XIII, la aldea (para entonces Puebla de la Mujer Muerta) pertenecía a un arcediano madrileño, que la recibió de Sancho IV, hijo de Alfonso X el Sabio y esposo de María de Molina. Esta última nota, la añado, aunque no viene a cuento, como complemento a la conversación mantenida en la caminata con Sol y Ángel.

Después de la Reconquista se repobló y a finales del siglo XV, se convirtió en villa, gracias al Marqués de Santillana, para compensar su aislamiento.

La población se llamó Puebla de la Mujer Muerta, hasta los años cuarenta, en que cambió a su nombre actual. El nombre original hacía referencia a los Cerros a cuyo pie se asienta la villa y cuya silueta recuerda la de una mujer yacente.

Una de las grandes curiosidades que guarda Puebla de la Sierra es su hermanamiento con la ciudad nipona de Osaka. Fruto de esta relación, la localidad dispone de un museo al aire libre con una colección de unas cien obras de artistas japoneses.

Empezamos la ruta en Puebla de la Sierra y pasando por el cementerio, las casillas de las Chiquiruela, para continuar por el GR-88, hasta atravesar el arroyo del Portillo con su bonito embalse de aguas trasparentes.

Desde allí subimos a la pradera de la Horcajada, dónde encontramos un rebaño de cabras guardado por tres mastines imponentes, pero como estábamos avisados por el pastor que las cuida, con quien entablamos conversación en la subida y nos aviso de su localización, no nos pillo desprevenidos.

Un poco más arriba, paramos para descansar y disfrutar de las hermosas vistas y tomar un refrigerio, pues, a pesar de que los senderistas más avezados comentaban que la subida aún no había empezado, esta senderista y algún otro, estábamos agotados por el desnivel de 300 metros que acabábamos de ascender.

Y desde allí, por una subida vertical de bastante pendiente y sin parar, llegamos a la Loma de la Concha, con enormes piedras afiladas como cuchillos y, de allí, ascendimos al cerro de la Concha y subiendo un poco más, llegamos a nuestro objetivo, el pico Centenera, 1809 metros de altura, donde pudimos hacernos fotos en el vértice geodésico, que se encuentra en el mismo. 

Desde el arroyo del Portillo a Peña Centenera, habíamos ascendido unos 700 metros, en algo más de cinco kilómetros.

Aprovechamos para comer y descansar, disfrutando de las hermosas vistas que desde allí se ven, el valle, y a lo lejos el Ocejón, el monte del Viso de Alcalá de Henares, Monte de San Pedro, las aguas azules del embalse del Atazar, entre otros accidentes geológicos. El esfuerzo de la subida había merecido la pena.

Después de descansar, iniciamos el descenso hacia el collado de las Portillas, por un rio de piedras en el que había que poner los cinco sentidos para no resbalar, que nos llevo a una cómoda pista forestal.

Por ella caminamos, de vuelta al camino, para llegar a las praderas donde volvimos a ver el rebaño de cabras y sus protectores mastines. Un poco más abajo nos encontramos de nuevo con el pastor y otros dos de sus perros, quien nos hablo de sus animales y nos informó de la existencia de la quesería que se encuentra en el pueblo.

Continuamos nuestro camino hasta llegar al pueblo, disfrutando del paisaje, pasando el arroyo de agua cristalina por su pequeño puente, bebiendo agua en la fuente que se encuentra en el camino y en definitiva disfrutando de la ruta y la compañía.

Al final de la excursión y ya cansados, pudimos conocer la existencia de la cooperativa agroforestal que desarrolla en Puebla de la Sierra, un proyecto agroecológico. Cuentan con un rebaño de ovejas y cabras, una quesería donde elaboran quesos de cabra y yogures, y una huerta. Sus miembros, al parecer, mantienen el compromiso con el territorio, las personas y la cultura rural, así como la relación del proyecto de la cooperativa con el objetivo de las reservas de la biosfera: el mantenimiento de economías sostenibles compatibles con el cuidado de la naturaleza.

El día soleado, nos permitió quedarnos en la terraza del bar existente en la Plaza del Ayuntamiento, donde pasamos un buen rato, descansando, comentando las vicisitudes del la excursión y rememorando nuestro paso por la cumbre de la Centenera y así dimos por terminada la jornada

Para mí esta excursión merece cinco sicarías, por su complejidad, paisajes y compañía, a la que agradezco me hayan acogido en su grupo.
Sagrario Martín

FOTOS
* Fotos de Julián Suela
* Fotos de Paloma Mariscal

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