Inicio: Carretera Colmenar Viejo-Guadalix de la Sierra
Final: Carretera Colmenar Viejo-Guadalix de la Sierra
Final: Carretera Colmenar Viejo-Guadalix de la Sierra
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 7,4 Km
Desnivel [+]: 491 m
Desnivel [--]: 491 m
Desnivel [+]: 491 m
Desnivel [--]: 491 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 21
Valoración: 4
Participantes: 21
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
Éramos unos cuantos los que teníamos verdaderas ganas de volver a caminar con los amigos del GMSMA después de mucho tiempo sin hacerlo, apartados desde que dio comienzo esta pandemia que nos ha tocado vivir. Siendo así, ¿qué mejor momento de hacerlo que en la inauguración de la nueva temporada 21-22?
Esperábamos ver muchas caras nuevas e incluso temíamos que pudiéramos pasar a ser los nuevos nuevos de la cuadrilla, perdidos entre una ingente cantidad de serderomagos. Pero, nada de eso. Quizá por los malos augurios meteorológicos, apenas sobrepasábamos la docena y media de valientes y solo un par de caras nuevas para nosotros nos sorprendieron; de hecho, comprobamos que la titular de la calificación de “nueva” seguía siendo la misma.
Fue una alegría inmensa recibir los parabienes y las noticias de los viejos y entrañables compañeros; cada día más viejos y más entrañables, je, je… Uno de los que habían guardado ausencia, como yo mismo, era Marcelo. Venía, como yo, a hacer una caminata suave para no cansarse demasiado, por caminos ya conocidos de antemano que auguraban un día tranquilo. Junto a José Mª, subimos charlando apaciblemente hasta llegar a la cumbre del cerro de San Pedro, que, por cierto, se hizo esperar más de lo que nos imaginábamos.
Arriba esperaba el grueso del grupo con la paciencia del santo Job; no recibimos increpaciones e incluso nos dieron tiempo para comer el tentempié (ir con José Mª reporta estos privilegios). Pero, ¡oh!, cuando prosiguió la marcha no lo hizo por anchas y cómodas sendas, ni siquiera por veredas más o menos bien trazadas; lo hizo atrochando ladera abajo por vericuetos imposibles en ocasiones, por donde la retama azotaba el rostro o el suelo escondía trampas. ¡Ay, Marcelo! Menos mal que tienes buen carácter y afrontas las vicisitudes con arrojo.
Para añadir un poco más pimienta a la cosa, las nubes que tenían que llegar dos horas después, ya se cernían sobre nosotros no anunciando nada bueno. Afortunadamente, dejamos de bajar al llegar a un camino y lo tomamos como si nos condujera a la tierra prometida. Qué bien se iba por el caminito pasito a pasito... Sin embargo, ya dicen que la alegría dura poco en la casa del pobre, así que los nubarrones decidieron descargar sobre nosotros con un ímpetu poco habitual. Por lo menos íbamos por un camino…
Pues, hete aquí, que dijo el boss: “Este camino es muy largo, nos estamos mojando mucho y esto no tiene buena pinta, así que vamos a acortar la excursión”; palabras sensatas donde las haya. Lástima que, para cumplir ese propósito, era necesario volver a la empinada ladera, a discurrir entre los matojos y ¡esta vez con una lluvia furiosa! Fuimos dóciles y al fin recibimos nuestra recompensa: Desembocamos en una pista bastante practicable que nos iba a conducir a los coches.
¡Qué bien! Ya se veían los coches a lo lejos y encima el cielo iba clareando y dejó de llover. Un tenue sol se filtraba entre nubes mitigando nuestra mojadura y sosegando nuestro espíritu. No obstante, ya más próximos a nuestra meta, acertamos a ver algún vehículo de la Guardia Civil y a sus agentes aparentemente aguardándonos donde teníamos aparcados nuestro coches.
Toda clase de hipótesis surgieron sobre tal hecho, siendo una de las compartidas que estábamos dentro de una finca privada incumpliendo alguna norma. Yo no recordaba haber sobrepasado ninguna valla o indicación, pero vete a saber tú; con el agua cayendo a mares y preocupado por no resbalar ni darme de morros con la vegetación, ¿cómo iba a poder asegurar tal cosa?
Cuando ya estábamos llegando a la carretera, a un punto muy próximo a nuestro aparcamiento, los agentes de la Guardia Civil desparecieron y apareció, como surgido de la nada, un muro de piedra rematado con alambre de espino; si habíamos penetrado una propiedad privada, ¿para qué íbamos a necesitar mayor escarmiento?
Ahora bien, pocos deben saber que la maestría del GMSMA en el salto de vallas está acreditada por largos años de entrenamiento. Se buscaron los puntos débiles y fuimos saliendo poco a poco del atolladero, la mayoría ejercitando un solo salto, otros necesitando dos tiempos: primero salto y luego gateo por entre la hierba y el barro.
Como el día había sido muy completo, habiendo podido ejercitar todas nuestras casi olvidadas habilidades en solo 7 km, nos fuimos a celebrarlo a la ermita de Nuestra Señora de Los Remedios. No se piense nadie que fue por lo piadosos que somos; es que allí hay un bar. Mientras nos tomábamos la cervecita y conversábamos, aprovechamos para comernos el bocata sampedrero, que estaba aún pendiente.
Con lo contento que acabé, sobre todo por haber podido compartir el día con tanta gente amiga, le podría dar 5 sicarias a la marcha, pero como llovió y Marcelo pasó algún rato malo, le voy a dar 4.
Por cierto, José Mª, ¡te queremos mucho aunque subas poco a poco!
Melchor Abejón
FOTO REPORTAJES
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