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RESUMEN
Esta excursión surgió a raíz de un comentario de Celia sobre este articulo en el que se afirmaba que la ruta de los refugios del río Moros era la más bonita de España. Viniendo de una sección de Castilla y León, era de esperar.
Muchos de nosotros la habíamos realizado hace 6 años, en la excursión 341, y cierto que es muy bonita, pero de ahí a ser la más bonita de España, me parece bastante exagerado.
El punto de encuentro era el aparcamiento de la zona recreativa de la Panera, que pertenece al municipio segoviano de El Espinar, en tierras de San Rafael.
Este lugar se ha convertido en uno de los puntos de ocio más importantes del municipio, con diferentes servicios para el disfrute del ocio, como piscinas, pista y campos deportivos y merenderos.
Los fines de semana se llena de gente que viene a pasar el día, hacer barbacoas y bañarse en su piscina natural. Por esto, el acceso está regulado en temporada alta.
Una vez reunidos todos, echamos a andar de la mano de Celia, que hoy había recibido el encargo de Antonio de dirigir el grupo. Nos dirigimos por la carretera en dirección al río Moros, que enseguida cruzamos por el puente de la Panera.
Al poco de nacer es embalsado por dos presas, primero a la que forma el embalse del Vado de las Cabras o de El Espinar y seguidamente el embalse del Tejo o de las Tabladilla. Al rebasar La Panera, pasa por el núcleo de la Estación, a cuya salida recibe al río Gudillos.
Más adelante, ya en el núcleo de Los Ángeles de San Rafael, recibe el arroyo de La Tejera. Pasa a embalsarse por dos presas, la primera de ellas forma el embalse del Carrascal y seguido, formado parte del mismo complejo hidráulico, está la que forma el embalse de los Ángeles.
Posteriormente continua su marcha, hasta desembocar finalmente en el río Eresma, en las proximidades del municipio de Añe, y éste en el Duero.
A pocos metros del puente, cruzamos el portón que da acceso al valle. Un cartel nos informa que permanece cerrado del 1 de julio al 30 de septiembre, lo que hay que tener muy en cuenta.
El valle del río Moros es una zona natural privilegiada en donde tienen origen muchas rutas por la sierra de Guadarrama. Tiene una longitud de 9 km y una superficie de 28 km².
Todo el valle está rodeado por una carretera forestal, asfaltada en algunos tramos, que permiten circundarlo en su totalidad a una altitud aproximada de 1.600 metros de altura.
Otra pista, que enlaza con ésta, accede al puerto de Pasapán, entre los cordales de la sierra del Quintanar y la Mujer Muerta.
El valle está orientado de noreste a suroeste y encajado entre los cordales montañosos de la Sierra del Quintanar en donde destaca La Pinareja (2.197 msnm) y la Mujer Muerta con el Peña del Oso (2.196 msnm) como mayor altitud, que quedan al norte, el Montón de Trigo (2.161 msnm) que hace de cabecera cerrando el valle y el cordal formado por Peña del Águila (2.010 msnm), La Peñota (1.945 msnm) hasta el puerto del León (1.511 msnm) por el sureste, coincidiendo con el límite entre las provincias de Madrid y Segovia.
En todo el recorrido no para de recibir, por ambas riberas, arroyos procedentes de las sierras que le rodean. La vegetación está formada por especies que gustan del agua como juncos, sauces, chopos y fresnos entre otros. La vida animal también está ligada a estas circunstancias, los anfibios son muy numerosos
El pino silvestre es el árbol rey en el valle y suele estar acompañado por tejos, acebos, enebros, retama negra y de flor, helecho, etc. En estos bosques viven corzos, ardillas, conejos, turones, zorros... así como reptiles y anfibios. Entre las aves encontramos cornejas, azores y búhos reales.
Enseguida llegamos al Puente Negro, por el que cruzamos de nuevo el río, bordeamos las Casas del Molino, que seguro conocieron mejores tiempos, en un entorno abiertamente mejorable.
Caminamos junto al arroyo de la Gargantilla, que a pocos metros entrega sus aguas al río Moros, después de recorrer unos 4 km desde su nacimiento, en el Collado de Cerromalejo, al pie de la Peñota. Pronto lo vadeamos, cada cual a su estilo, buscando rocas que ayudasen a cruzarlo.
En este punto, también se le une el arroyo del Mostajo. que viene del collado del mismo nombre. La humedad de la zona, hace que todo esté muy verde.
Este recorrido fue especialmente agradable, por la paz que da escuchar el trino de los pájaros y dejarnos acariciar por los rayos del sol tamizados por los troncos de los pinos. Todo un placer para los sentidos.
La rectilínea pista asciende sin tregua de las Dehesas de la Garganta. a la Loma de la Cacera, subiendo 200 metros en poco más de 2 km, hasta alcanzar la pradera de Navalatienda, un oasis verde en el camino, donde unos caballos deambulaban libres como el viento, a los pies de los tres picos de la Peñota, que parecían distraerse con sus continuas idas y venidas.
Mientras fotografíanos los caballos, fueron llegando los más rezagados, ya que por la exigencia de la cuesta el grupo se había deshilachado mucho..
En suave ascenso, fuimos recorriendo la pista, por medio de un espeso pinar que cubre la mayor parte de la superficie del valle. Por encima de los 1.800 metros este denso bosque deja paso a praderas alpinas y pedregales que se extienden hasta las cimas de las montañas que componen el valle.
Las bajas temperaturas y la alta precipitación favorece la vegetación estructurada por la altitud, en prados y matorral cespitoso, por debajo matorral aciculifolio y retamoideo, bajando bosque aciculifolio, caducifolio y por último, esclerófilo.
En la primera curva de la pista, pasamos junto al arroyo Siete Rasillos, casi seco, más adelante pasamos junto a otro, igualmente seco, mientras que el tercero, llamado de la Vaqueriza, tenía algo más de agua. El olor a pino y la paz del bosque nos acompaña.
Salimos de la pista para adentrarnos en una bonita pradera donde se encuentra el refugio de la Vaqueriza, muy aseado, con bancos de piedra corridos y hasta con chimenea. En otros tiempos estos refugios dieron cobijo a hacheros, carreteros y gabarreros.
El refugio está situado justo al pie de la Peña del Águila. En su explanada paramos a tomar el tentempié de media mañana, en un ambiente relajado, con un sol más que apetecible, con la bota de Santi y Jesús moviéndose de un lado a otro, al igual que Carolina con unos estupendos plátanos secos traídos de su reciente viaje a Costa Rica.
Tras el descanso, de nuevo nos pusimos en marcha, buscando nuevamente la pista que habíamos dejado, que va faldeando las moles de la Peñota, Peña del Águila y Peña Bercial.
De estos bosques, explotados desde tiempos medievales. salieron cientos de miles de pinos albares para las obras de la corte y los reales sitios; sólo en 1579, se labraron aquí 2.430 vigas para las cubiertas del monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
No es de extrañar, pues, que los hacheros locales fueran solicitados por su gran experiencia para trabajar en los bosques de El Paular y Valsaín.
El valle, además de por sus pinos, destaca por su amplitud, su perímetro montañoso ronda los 60 kilómetros, y sus excelentes pistas forestales. Después de los de Valsaín, los de El Espinar son los mejores pinares, los de madera más apreciada por las serrerías.
A nuestra izquierda, divisamos el embalse del Tejo. Sus azuladas aguas se colaban entre los claros del bosque como quien juega al escondite. Por encima del embalse, el Pico Pasapán se asoma a sus aguas, que según la leyenda son los gigantescos pinreles de la Mujer Muerta, la princesa que Hércules esculpió “recostada sobre la fría cresta guadarrameña..., fantasmal y precisa al mismo tiempo” (Camilo José Cela, 'Cuaderno del Guadarrama').
Cada curva de la pista va a dar a un arroyo, así pasamos junto a uno sin nombre en los mapas, pero que un cartel anunciaba como Arroyo de la Vaqueriza, algo no cuadra, pues en los mapas es el anterior el que recibe ese nombre.
En la siguiente curva, el arroyo de la Chispa, que tiene una fuente incorporada, de la que manaba un buen caño de agua, que algunos aprovecharon para llenar las cantimploras.
Ahora disfrutamos de unas estupendas vistas, a nuestra izquierda, de la Peña del Oso y la Pinareja, e incluso asomaba el Montón de Trigo.
Alcanzamos el arroyo del Tejo, que nace en el Collado de Marichiva. Unos metros más arriba del puente que lo salva, hay una presilla que retiene el agua, formando una lagunilla.
Continuamos bordeando la cara este del embalse del Tejo. Cruzamos el Arroyo Bercial, que pocos metros más arriba nace en la peña del mismo nombre.
Continuamos por la pista, que desde este punto se dirige hacia el suroeste, con magníficas vistas hacia el sur de la Peña del Águila, la Peñota, puerto del León y Cabeza Lijar destacando en el horizonte.
Desde él se puede divisar, aguas abajo, el embalse del Tejo, separados por un kilómetro aproximadamente y que, al construirse, hizo que éste quedara en desuso.
En lugar de regresara la pista para continuar el descenso por ella, tomamos un estrecho y desdibujado sendero que acceda, con bastante pendiente, a los pies del muro de la presa, de la que nos sorprendió ver cómo salía agua por entre algunas grietas de su muro, algo preocupante, sin duda.
Poco después llegamos al embalse del Tejo, también llamado de las Tabladillas. Tiene una capacidad de 1.2 hm3, una superficie de 11Ha. Fue construido en 1975. Posee un curioso aliviadero en forma de horquilla, según parece, para favorecer el descenso de troncos por el río, algo muy común antaño. Por un canal se va el agua del aliviadero al río.
La presa no tiene problemas estructurales, pero cuando el año viene seco, las pérdidas por grietas y fugas que tiene merman la capacidad real de embalse, por filtraciones de unos 55 litros por segundo desde su construcción.
De la capacidad total de 1,2 millones de metros cúbicos en condiciones teóricas hay que deducir lo que se pierde por fugas y lo que no se llega a embalsar por acumulaciones de lodos en el fondo.
En el año 2011, la Secretaría de Estado de Cambio Climático, a la vista de la propuesta de resolución de la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental, formuló una declaración de impacto ambiental en sentido negativo para el proyecto Recrecimiento de la presa de El Tejo. Por lo que el problema de filtraciones continua, a pesar de las reparaciones realizadas.
La presa es de gravedad, de escollera con pantalla de hormigón, y abastece de agua a las localidades de San Rafael, La Estación de El Espinar y El Espinar principalmente.
Junto a la presa paramos a descansar y tomarnos los bocadillos. Tras el descanso, recorrimos el amplio muro de la presa hasta su final, con impresionantes vistas de la Peña del Oso, la Pinareja, Peña Bercial y Cerro Minguete.
Continuamos por el camino de servicio, pasamos junto a la bonita cascadita que forma el extremo del canal de desagüe, cruzamos el arroyo de los Hornillos, que viene de la loma del Pico de Pasapán, y conectamos de nuevo con la pista que habíamos dejado temporalmente.
Al hacer esta variante, dejamos atrás el Refugio de las Tabladillas, pero no el del Raso, que nos sale a la izquierda un poco más abajo.
Continuamos descendiendo, pronto alcanzamos el arroyo de los Horcajos, que baja del Puerto de Pasapán y un poco pasamos junto al refugio Fuente de los Guijos, que queda a nuestra derecha.
Un cartel informa de los rodajes de televisión y cine que se han realizado en este entorno, como las series de TV: Bajo Sospecha, Vis a Vis, La que se avecina, B&B, El Incidente, Gran Reserva, Misterio de Calenda. A la izquierda se alza entre los pinos el refugio de Puente Negro, muy cerca de la pista.
Llegamos de nuevo a la puerta de entrada y al puente de la Panera, lo cruzamos para llegar de nuevo al área recreativa de la Panera.
Sólo quedaba celebrarlo con las habituales cervezas, que nos tomamos junto a la estación de El Espinar, invitados por Nico, que celebraba su reciente cumpleaños y por Joaquín S, por su recuperación.
Dimos así por finalizada esta estupenda excursión que sin ser la mejor ruta de España, sí se merece casi la más alta puntuación, un 4,5.
Paco Nieto
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