jueves, 27 de junio de 2024

Excursión 786: Pico del Nevero por las Lagunillas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navafría 
Final: Puerto de Navafría
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,8 Km 
Desnivel [+]: 552 m 
Desnivel [--]: 552 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4,5
Participantes: 20

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Antonio nos convocó en el parking de las Lagunillas para realizar esta excursión al pico del Nevero, de unos 12km y 500 metro de desnivel. Con dudas de que fuera así (casi siempre suele adornarla y aumenta bastantes km) me decidí a ir, ya que por esa zona no había ido nunca y acerté, porque la excursión fue fantástica con unas vistas muy bonitas y con un buen tiempo.

Desde el aparcamiento, iniciamos la subida cruzando un bonito pinar. que da paso a claros donde domina la dorada flor del piorno, hasta dejar atrás el bosque y su preciada sombra.

Nada nos impide ahora contemplar las excelentes vistas, a nuestra izquierda, del embalse de Pinilla con la Cuerda Larga al fondo y en primer término Altos del Hontanar, en los que destaca la Cachiporrilla.

Tras un par de revueltas, cruzamos el arroyo del Palancar, prácticamente sin agua, y continuamos por la senda, que a media ladera se dirige, al Mirador de la Peña del Cuervo, donde realizamos la primera parada. Este privilegiado mirador está situado en un alto promontorio rocoso, formado por una afluencia enorme de cuarzo. Desde él teníamos unas vistas estupendas, aunque algo nubladas, del Valle del Lozoya y Cuerda Larga.

Hasta aquí la subida fue cómoda, continuamos el ascenso, ahora más pronunciado, recuperando la senda que habíamos dejado momentáneamente para acercarnos al mirador, continuando en dirección oeste hasta cruzar el arroyo del Hornillo, éste con un poco de más agua, después una tapia de piedra por un paso en que está medio derruida.

Proseguimos por un desdibujado sendero, marcado con hitos de piedra, hasta llegar a las Lagunillas, un conjunto de tres humedales, de origen glaciar, que estaban casi secos y llenos de verde. Con más agua deben ser espectaculares.

A la orilla de la lagunilla más grande paramos para tomar el aperitivo del Ángelus.

Una vez repuestas las fuerzas, tres compañeros se dieron la vuelta, el resto continuamos la subida (esta vez aún con más pendiente) hasta llegar al Pico del Nevero (2.209m). La sensación que sentí de poder llegar sin dolor y con las fuerzas necesarias, fue inmensa, realmente estoy recuperada.

Nos hicimos multitud de fotos, muchos subidos al pedestal del derribado vértice geodésico, que está en el suelo,. Este pico ocupa el noveno puesto en cuanto a altura de la Sierra de Guadarrama, a pesar de ser monte pelado, sin carácter, al filo de la montaña, límite entre las comunidades de Madrid y Castilla y León.

Las vistas desde aquí del Valle del Lozoya, circo de Hoyo de Pinilla y resto de las cumbres de los Montes Carpetanos, son espectaculares.

Como hacía mucho viento, pronto iniciamos el descenso, pasando por restos de fortificaciones de la Guerra Civil y tras cruzar una valla, entramos en territorio segoviano, por una planicie dominada por el Alto del Puerto, un paraje un poco desolado, sin vegetación. es cara norte; se nota que aquí los inviernos deben ser muy crudos.

Continuamos adelante, nos introducimos en un pinar y llegamos a la pista que conduce a la derecha, al puerto de Navafría, nosotros giramos a la izquierda para acercarnos al refugio de Navalcollado.

Está situado en una bonita pradera en la que retozaban unos caballos, que quizás fueran los culpables de que hubiera tantas moscas moscas, que estaban muy pesadas (a Sol casi se la comen).

Junto al refugio paramos para comer y descansar durante un rato, a la sombra de los pinos, mientras Carlos R buscaba afanosamente una fuente y Paco N se iba a fotografiar el altar de la Virgen de las Nieves que está al lado.

A él se acercan los romeros desde Navafría cada tercer domingo de junio, en una jornada festiva en la que se comparten comidas y alegría entre todos los presentes.

Parte de los participantes no llegaron hasta el refugio, se fueron al mirador de Navalcollado, ahí nos esperaron.

Una vez reunidos iniciamos la vuelta, solo quedaban unos pocos kilómetros para llegar a los coches, cuando a Javier le dio un tirón en el ciático y tuvo que volver como pudo, pero llegó al Puerto de Navafría, quedándose junto al refugio que allí hay hasta que le recogieran.

El resto continuamos unos 500 metros más por una agradable senda que discurre entre espectaculares helechos bajo los pinos hasta alcanzar el aparcamiento de partida de la mañana, dando así por finalizada la ruta, que  realmente fue de 12,8 km y 552 m de desnivel, esta vez Antonio no añadió mucho.

Desde el aparcamiento de las Lagunillas iniciamos el regreso a casa, algunos previa parada en una terracita de un bar, en Lozoya, para celebrar esta excursión a la que le otorgo un 4,5.
Rosana Curto


VÍDEOS

miércoles, 19 de junio de 2024

Excursión 785: Monte Abantos por la directísima

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Tomillar. El Escorial 
Final: El Tomillar. El Escorial
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,5 Km 
Desnivel [+]: 831 m 
Desnivel [--]: 831 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 28

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
La jornada comenzó con el grupo del GMSMA congregado en el área recreativa del Tomillar. Eran las 10,30 de la mañana cuando, bajo un cielo gris y ligeramente nublado, nos pusimos en marcha. A pesar de la apariencia invernal del cielo, el ambiente no presagiaba lluvia, y el ánimo del grupo estaba tan alto como el desafío que nos esperaba: el Monte Abantos, una de las cumbres más emblemáticas de la Sierra de Guadarrama.

El camino comenzó de forma tranquila, avanzando entre el matorral bajo y las zarzas que bordeaban el sendero.

Pronto cruzamos el arroyo del Barrancón, cuyas aguas frescas se deslizaban en su cauce, creando una atmósfera más vivaz. El terreno, aunque algo incómodo por la maleza, se tornó más manejable a medida que nos acercábamos a las colmenas, ubicadas en una pequeña explanada con olor a hierba fresca y miel silvestre.

Desde allí, nos adentramos en una pista asfaltada que nos llevó bordeando otro arroyo hasta alcanzar el área recreativa de La Penosilla.

El reloj marcaba algo menos de las 12, pero el hambre empezaba a hacer mella en el grupo. Decidimos hacer la tradicional parada del Ángelus en ese punto, donde cada uno sacó su bocadillo y las anécdotas y risas no tardaron en surgir.

Algunos compañeros llevaban viandas dignas de un festín montañero, mientras que Paz R. comentaba preocupada a Carlos R. que la subida que venía era de las más duras que había enfrentado en mucho tiempo.

Con el estómago lleno y el ánimo repuesto, reanudamos la marcha, conscientes de que la verdadera prueba estaba por comenzar. La cuesta que teníamos por delante, conocida como la "directísima" al Abantos, no se gana su nombre por casualidad. Con una pendiente que llega al 32% en algunos tramos (500m de desnivel en 1,5 Km), la ascensión se volvió un desafío no solo físico, sino también mental.

A medida que subíamos, el paisaje se volvía cada vez más impresionante. Los pinos daban paso a amplias vistas de la sierra, con el Monasterio de El Escorial a lo lejos, asomando entre las colinas. 

El grupo se mantuvo unido al principio, pero pronto las diferencias de ritmo empezaron a notarse. Paz R., nuestra compañera, se quedó muy rezagada, luchando contra la dureza de la pendiente. En varios momentos, manifestó su intención de desistir, pues el cansancio y el calor empezaban a hacer mella en ella.

Sin embargo, algunos miembros del grupo, entre ellos Enrique P. decidieron acompañarla, alentándola en cada paso. Con gran esfuerzo, Paz finalmente alcanzó la cima del Abantos, con su característica cruz presidiendo la cumbre junto a su vértice geodésico, donde la recibió un aplauso cálido y merecido de todos nosotros. No fue solo la victoria sobre el monte, sino una lección de resistencia y compañerismo que quedará en la memoria de todos.

La estancia en la cima (1753m) no fue tan larga como nos hubiera gustado, ya que habíamos perdido algo de tiempo en la subida. La bajada comenzó sin demora, tomando un sendero diferente, más suave, que nos condujo a las ruinas de la Casa del Renegado, un lugar envuelto en historia y leyendas. El nombre de la "Casa del Renegado" proviene de una antigua leyenda local que habla de un personaje que, tras ser expulsado de la sociedad o por haber cometido algún acto de traición (de ahí el término "renegado"), se retiró a vivir en aislamiento en esta casa o refugio. Aunque no existen muchos documentos históricos que confirmen la veracidad de esta historia, el mito ha perdurado en el tiempo.

Se dice que este renegado habitó en soledad las ruinas, que hoy son poco más que restos de muros de piedra cubiertos por la vegetación de la sierra. La leyenda añade un aura de misterio al lugar, sugiriendo que el hombre pudo haber sido un exiliado o alguien que se apartó voluntariamente de la sociedad, buscando la tranquilidad y el aislamiento en plena naturaleza.

El lugar ha ganado popularidad entre excursionistas y senderistas, no solo por su importancia histórica y legendaria, sino también por las impresionantes vistas que ofrece del entorno. Aprovechamos este rincón para tomar nuestra comida, sobre las dos de la tarde. Las vistas desde ese punto son sobrecogedoras.

Tras el merecido descanso, reanudamos la marcha por un conjunto de zetas (curvas en zigzag) que nos llevaron a la senda de despegue del parapente, donde algunos aventureros se lanzan al vacío, surcando los cielos sobre el valle. La jornada ya comenzaba a pesar en las piernas, pero el entusiasmo del grupo se mantenía intacto.

Finalmente, alcanzamos la fuente de las Cebadillas, en la que algunos repusieron sus cantimploras antes de volver a la pista principal. Tomamos un desvío que nos llevó de nuevo al área recreativa de La Penosilla, desde donde enlazamos con el camino del Agua, cruzando el arroyo de las Cebadillas, y siguiendo por el Cordel del Valle. La última parte de la excursión, ya con menos desnivel, fue mucho más llevadera, aunque el cansancio acumulado se dejaba sentir.

A las 16:00 horas, tras 11,5 kilómetros de recorrido y un desnivel acumulado de 831 metros, llegamos de nuevo al punto de partida en el Tomillar. Las caras de satisfacción eran evidentes. Habíamos recorrido un trayecto exigente, con pendientes que hicieron temblar las piernas, pero también disfrutamos de un paisaje magnífico y de la inquebrantable camaradería del GMSMA.

Por la belleza del paisaje, las extraordinarias vistas desde la cima del Monte Abantos, y el considerable esfuerzo que supuso la ascensión hacen que esta excursión sea digna de ser recordada. La jornada fue un auténtico test de resistencia física y mental, pero también de compañerismo, como demostró la ayuda mutua en los momentos más duros. Sin duda, un cinco merecido para una excursión que quedará grabada en la historia del grupo.
Antonio López

FOTOS

miércoles, 12 de junio de 2024

Excursión 784: Vuelta por Segovia

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Sotillo. Segovia 
Final: El Sotillo. Segovia
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,7 Km 
Desnivel [+]: 205 m 
Desnivel [--]: 205 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 29

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Con la puntualidad que caracteriza al GMSMA, a las 10:30 iniciamos la ruta desde el punto de encuentro situado en el aparcamiento frente a la Venta Magullo, en el municipio de La Lastrilla. En esta ocasión, la organización de la ruta, y mucho más, corría a cuenta de nuestros anfitriones, Carolina y Lucio. Así, enfilamos por la N110 y vía de Roma 29 participantes más el pequeño peludo Kiro, que no se quería perder este paseo a cuatro patas por su ciudad.

Cruzamos el puente del río Eresma y, tras recorrer unos 2 km, llegamos a lo que sería nuestra primera parada que, como no podía ser de otro modo, fue el Acueducto. Tras unas cuantas fotos de rigor, descendimos por la Avda. del Acueducto hasta la iglesia de San Millán. Nueva parada frente a la iglesia para ensayar un par de canciones cuyas letras, sutilmente adaptadas por nuestra amiga Carolina, iban a servir para dar una sorpresa a nuestra compañera de fatigas que se encontraba no muy lejos de aquí en “arresto” domiciliario a causa de una reciente lesión. 

Terminado el ensayo, nos dirigimos a dar la murga a la convaleciente. Pasó un buen rato hasta que se percató de nuestra presencia y fue al asomarse al balcón cuando pusimos todo nuestro entusiasmo en cantar las canciones previamente ensayadas, en vano, tengo que decir, porque el resultado dejó bastante que desear, haciendo, no obstante, que el momento resultara aún más divertido.

Lanzándole besos al aire y deseándole una pronta recuperación dejamos atrás a nuestra querida compañera.

A continuación nos dirigirnos, por la travesía de Pelaires, hacia la llamada “Bajada del Salón” que, en nuestro caso, de bajada no tenía nada, más bien un buen número de escalones, todos de subida, para llegar al llamado “Paseo del salón de Isabel II”, un lugar tranquilo desde donde admirar la torre de la catedral, la sierra de Guadarrama, el cementerio judío... Un espacio idóneo para descansar a la sombra de su arbolado. Pero lo del descanso sería para otra ocasión, de modo que atravesamos la “Puerta de la Luna” y recorriendo las calles de la judería, llegamos a la plaza Mayor.

Para sorpresa de todos, vino a saludarnos nuestro buen amigo Ángel V., vecino de la localidad, al que echábamos mucho de menos como compañero de rutas.

En este punto, el grupo se dividió en tres, unos irían de visita a la torre de la catedral, otros al museo de títeres y unos cuantos optaron por hacer un recorrido cultural por los numerosos establecimientos que el sector hostelero tiene estratégicamente ubicados en la zona.

Yo me apunté al museo de títeres y marionetas de Francisco Peralta, situado sobre la Puerta de Santiago. Allí pudimos ver una muestra de su ingenio a la hora de fabricar las marionetas que podían manipularse de múltiples maneras a base de hilos, engranajes, articulaciones, varillas…, con el fin de recrear personajes de obras de teatro, piezas musicales o narrativas populares. Resultó una visita muy interesante y ¡gratis, mira tú por dónde, por ser miércoles!

Terminada la visita, fuimos al encuentro de los otros dos grupos y, ahora sí, un pequeño descanso para tomar algo en una de las tabernas de la plaza de la catedral, ¡y a cuenta de los anfitriones!

Aplacada la sed, emprendimos el descenso pasando por la Puerta de Santiago, que previamente vimos desde arriba en el museo de Francisco Peralta, hasta encontrarnos con el río Eresma, junto a la Casa de la Moneda y el monasterio de El Parral. Justo allí se encuentra una placa tallada en piedra con una curiosa inscripción que Marcos H., como buen conocedor de su querida tierra, tuvo a bien descifrarnos el significado de esas palabras y que, por su encanto, intentaré reproducir aquí:

Corrían los tiempos en los que las ofensas y otras trifulcas se zanjaban mediante duelos que tenían lugar junto a lo que antiguamente era la ermita de El Parral. Y cuenta la leyenda que Juan de Pacheco, marqués de Villena, fue un hombre que, por su carácter pendenciero, se granjeó la enemistad de muchos.

Así, uno de ellos le retó a duelo y se encontró con que el día pactado, su rival acudió allí acompañado por dos hombres.

Viendo que se encontraba en clara desventaja, elevó una plegaria al cielo y, no se sabe si por inspiración divina o por su gran ingenio, se dirigió a sus adversarios con la frase que se encuentra grabada en dicha placa: “Traidor, no te valdrá tu traición pues si uno de los que te acompañan me cumple lo prometido, quedaremos iguales”. Al oír esto, cada uno de los acompañantes pensó que era el otro quien se había vendido y, antes de llegar a más, prefirieron irse los dos por donde habían venido, dejando solo al retador. El marqués ganó la contienda y, agradecido, se encargó de convertir la modesta ermita en un magnífico monasterio.

Aplaudido el relato y tras una empinada, pero corta, subida llegamos a una senda que recorre la ladera norte de la ciudad, desde donde pudimos contemplar las preciosas vistas panorámicas que ofrecen el casco antiguo, la catedral y el alcázar.

Al poco, nos encontramos caminando hacia lo abierto y, casi sin darnos cuenta, la senda se transforma en una cómoda pista adornada en sus márgenes por llamativas amapolas cumplidamente fotografiadas. El camino atraviesa sendos campos de trigo, cuyos delicados tallos, mecidos por la suave brisa, empezaban a doblegarse por el peso de las espigas cargadas de generoso grano, anunciando así su pronta cosecha.

Se hacía sentir el calor cuando llegamos a buen paso al núcleo urbano de La Lastrilla, dando por concluida la ruta en la casa de nuestros guías y anfitriones de hoy, donde disfrutamos de una doble celebración cumpleañera y en la que no faltó detalle.

Cinco merecidas sicarias daría yo a esta completísima excursión, sin embargo, cuatro van a ser suficientes por culpa de algún episodio garrapateril sin consecuencias y de un inoportuno y triste régimen bajo en yodo.
MariJose L.