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RESUMEN
El grupo había subido tres veces al Cancho de la Cabeza, pero nunca por donde nos propuso Carlos R en esta ruta.
Nos reunimos en el aparcamiento de Patones de Arriba, habilitado un poco antes de llegar a este bello pueblo. A pesar de la distancia, nos apuntamos bastantes, quizás el buen tiempo previsto tenía algo que ver.
Iniciamos el recorrido acercándonos al pueblo por la carretera, que abandonamos enseguida para seguir a la izquierda, un sendero que acaba en un puente sobre el arroyo de Patones que parece sacado de un Belén. A su derecha el antiguo lavadero, muy bien conservado, y la fuente Nueva, con tres caños y más de un siglo de antigüedad, rememoran los días de reunión de las mujeres a su alrededor, cuando sólo existía esta fuente en el pueblo para abastecerse de agua y de la que sale un estrecho canal adosado a la pared que lleva el agua al lavadero.
Cruzamos el puente y enseguida giramos a la izquierda, en dirección al cementerio. Antes de alcanzarlo, nos deleitamos con las excelentes vistas del pueblo desde un promontorio en forma de era, donde antes se trillaba y el trigo para obtener el grano.
Pasado el cementerio, a los pies del Cerro de la Coronilla, giramos a la derecha y continuamos por una estrecha senda, entre jaras y matorral, hasta suavizar la pendiente al alcanzar la ladera del Cerro de los Pies. Allí paramos un rato hasta reagruparnos, mientas contemplábamos el entorno, dominado por la Sierra de la Cabrera, que entre nubes se divisaba hacia el este.
Una corta subida nos situó por la zona conocida como la Aguaitera, desde donde iniciamos la bajada hacia el collado de Valdepizarro, no sin antes parar a tomar el tentempié de media mañana, amenizado con con algunos dulces y bombones que trajeron las de Tres Cantos.
Hasta aquí habíamos subido unos 300 metros, tocaba alcanzar el collado y emprender la subida a la cima, de unos 200 metros, pero en este caso con más pendiente, sobre todo el tramo que asciende por un cortafuegos bastante empinado.
Al alcanzar la Braña Grande, el camino da un respiro antes de acometer la última cuesta, al principio por pista, para luego seguir por el sendero que entre riscos llega al vértice geodésico del Cancho de la Cabeza, situado a 1264 metros de altura.
Las panorámicas que desde el punto más elevado del municipio de Patones se tienen de la Sierra Norte y el embalse de El Atazar son espectaculares.
Tras las fotos de rigor, nos dispusimos a tomar los bocadillos en una pequeña explanada que hay junto al vértice geodésico, mientras iban llegando los más rezagados.
Para mi fue emotivo recordar mi primera subida a este privilegiado mirador, fue en la excursión 091, en la que curiosamente también hice la crónica.
Cuando estuvimos todos, nos hicimos la foto de grupo e iniciamos el regreso, descendiendo por la Senda del Genaro, una ruta que bordea el embalse del Atazar, pasando por todos los municipios que lo rodean, en un recorrido de más de 70 km de longitud, atravesando parajes y enclaves de gran valor natural.
Está muy bien señalizado, como GR-300, con marcas blancas y rojas, además de su característico muñeco azul. Cuenta además con paneles informativos, en cada localidad y en diversos puntos de interés. Fue el primer Gran Recorrido en discurrir íntegramente por la Comunidad de Madrid.
Por él descendimos, cruzando primero un pinar entre jaras y romero, Ladero de Calzones se llama en los mapas.
Atravesamos un cortafuegos y poco después el arroyo de las Cuevas, con muy poca agua. Proseguimos el descenso con fuerte bajada por un sendero erosionado por el agua que ha labrado un surco incómodo para caminar.
Cruzamos el collado Rosado y después el del Cabezo antes de alcanzar las primeras ruinas de corrales y cobertizos de Patones de Arriba.
Callejeando por el turístico pueblo, un ejemplo de la arquitectura negra, que debido a su patrimonio en buen estado de conservación fue declarada bien de interés cultural.
Paramos junto con otros compañeros en la terraza del bar La Cata, bonito y agradable lugar donde nos tomamos las cervezas de fin de ruta. Otros prefirieron irse a Patones de Abajo para tal fin. Solo nos quedaba bajar hacia uno de los símbolos del pueblo, la antigua iglesia de San José, del siglo XVII, en la que está ahora ubicada la Oficina de Turismo.
Toda una postal miles de veces inmortalizada por los que cada fin de semana se acercan a pasear por estas estrechas calles y degustar la gastronomía de sus numerosos restaurantes.
Por el buen día y las estupendas vistas le otorgo un 5 a esta excursión que me ha traído muchos recuerdos.
Paco Nieto
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