miércoles, 3 de septiembre de 2025

Excursión 872: Valle de la Angostura desde el Puerto de Cotos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: 
Puerto de Cotos
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,8 Km 
Desnivel [+]: 385 m 
Desnivel [--]: 385 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 16

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Si París bien vale una misa, el valle de la Angostura podríamos decir que bien vale una crónica. No sé cuántas veces he pasado por aquí pero no me canso y sé que volveré.

Empezamos la excursión en el refugio de El Pingarrón y como había llegado algo temprano, aproveché a ir por el camino marcado de la RV1/RV9 desde el aparcamiento del Puerto de Cotos, para desviarme y subir hasta el Altozano, donde hay un depósito de agua y ver si podría contemplar desde lo alto el valle que íbamos a recorrer hoy. Intento fallido pues la vegetación de pino silvestre me lo impedía. Tan solo alcancé a ver la planicie que está entre la carretera a Valdesquí y el refugio desde donde íbamos a comenzar la excursión. 

Da gusto ver a los compañeros que has dejado de ver por el verano y que se incorporan a la rutina de excursiones de los miércoles. Es como la vuelta al colegio en la que reencontrase con los compañeros era una alegría.

Desde el refugio enseguida empezamos a descender hasta el Arroyo de las Guarramillas, que viene desde lo alto de la estación de Valdesquí.

Siguiendo su curso por el lado izquierdo y en un momento dado cruzando al lado derecho, vamos pasando por puntos emblemáticos ya descritos en otras crónicas del grupo, como la Poza de Sócrates, el mirador del valle y los tejos milenarios o centenarios que custodian el pasadizo a la cascada secreta como nos gusta llamar a la Chorrera de los Tejos. Aquí aprovechamos a hacer el tentempié de las doce mientras unos repetían la visita a la cascada y otros procedían a verla por primera vez, curiosamente como Antonio.

Otros como Fernando y Gilda, nueva mascota en el grupo, esperaban ambos impacientes, uno sujetando la correa y otra la perra, ladrando como una descosida, ambos inquietos por la llegada de Rocío, invitada por Sol a la excursión y dueña de la mascota que previamente se había extraviado y obligado a unos cuantos senderomagos, a ir en su búsqueda. Rocío nos agasajó con unos exquisitos higos negros toledanos en su punto óptimo de maduración.

Reanudamos la ruta descendiendo por el camino y dejando a un lado el Arroyo de Cotos hasta encontrarnos con el Arroyo de las Cerradillas, que tras cruzarlo por un puente, nos mete en una pista que va paralela al Arroyo de la Angostura, llamado ya así tras recoger las aguas de los anteriores arroyos mencionados. 

Ya solo le queda recoger las aguas de los Arroyos del Toril y de la Laguna, estos ya por el lado izquierdo desde la zona de Peñalara, antes de su cruce con el Arroyo Aguilón aguas abajo, punto en el que pasa a llamarse Río Lozoya.

Y es que esta cantidad de arroyos con las pozas y pequeñas cascadas que se van formando, es lo que le da, junto con la frondosa vegetación, el atractivo como excursión en verano y no menos atractiva en invierno con las primeras nieves.

Llegado a un punto en que la pista cruza el río, llamado Puente de los Pontones, nos desviamos por una senda a la derecha, que es otro de los atractivos de la excursión. Se trata de una entretenida senda o senda mágica, que va junto al río unos metros más alta y que va zigzagueando subiendo y bajando por las raíces de árboles junto al rio.

Espectáculo de nuevo garantizado por las numerosas pocillas y cascadas que vas viendo y por lo entretenido de esta senda mágica, salvando pequeños obstáculos a su paso con árboles que han adoptado formas curiosas con troncos retorcidos y adaptados al terreno en su caída hacia el río y a la búsqueda de luz en la frondosidad de este tramo angosto, que honra al nombre del valle.

Así seguimos hasta el Puente de los Hoyones, que marcará nuestro punto más alejado desde el inicio de la ruta y desde donde cruzaremos el Arroyo de la Angostura e iniciaremos el regreso.

En este punto, un par de senderomagos, no atraídos por el desnivel perdido y que teníamos que recuperar, deciden continuar aguas abajo a la espera de su rescate motorizado más tarde.

La ruta de regreso sigue la Colada del Camino de las Vueltas, por pista en ascenso, que se sigue sin abandonar más adelante, un ramal en descenso hacia el rio y que de seguir, conectaría con el tramo de pista que abandonamos en la bajada para seguir por la senda mágica.

Así, hasta una nueva desviación en casi 180 grados a la derecha, que esta vez si tomamos para subir hasta la carretera de Cotos a Rascafría (M-604).

Está perfectamente indicado como RV9 o Ruta Verde 9. Realmente nuestra ruta de hoy sigue la RV9 ampliado poco más de dos kilómetros con el tramo de la senda mágica, que creo merece la pena.

Ya en el desvío hacia la carretera, la pendiente se agudiza y se empiezan a escuchar las preguntas de cuánto queda y de si va a ser todo así.

Afortunadamente el recorrido no es muy largo y, tras reagruparnos, llegados al asfalto, cruzamos la carretera y continuamos por senda también ascendente pero menos pronunciada, hasta alcanzar el Arroyo de El Toril y refugio de igual nombre, metros arriba. 

Comemos, descansamos en torno a las escasas aguas que bajan ya en esta época y seguimos por la senda que cruza en un puente el camino viejo de El Paular y deja ver ya las prometedoras planicies de pastos cercanas a el puerto, vaticinando ya el fin de la excursión.

Por lo bonito del entorno, en pleno Parque Nacional, el tiempo acompañando sin excesivo calor, la alegría de los reencuentros tras el verano con otros senderomagos y porque me coge con buen talante, le vamos a dar cinco sicarias a esta excursión, candidata a incluirse en una de las clásicas del grupo, a repetir cuando el boss lo diga incluso en invierno si superamos los miedos y planificamos bien el cruce de los arroyos, que esa estación pueden llevar mucha agua.
César R. Bachiller

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