* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
Un miércoles más el GMSMA se reúne para hacer una nueva ruta, en esta ocasión con inicio en Navares de Enmedio, el pueblo donde nací y crecí.
La cita fue a las 11 de la mañana, aunque Enrique, Choni, Alejandro y Carmen llegaron a las 9 para ayudar a Mayte (mi mujer) a terminar de colocar las mesas y todo lo necesario para la comida, que tendría lugar al finalizar la marcha.
Enseguida se hicieron las 11, y mientras Mayte se quedó terminando los preparativos, nosotros nos unimos al grupo en la plaza de la Iglesia.
El tiempo parecía que nos iba a complicar la marcha, paraguas y cazadoras impermeables daban cuenta de ello, suerte que al final solo fue una leve lluvia, sin mayores consecuencias.
Después de los pertinentes saludos, iniciamos el recorrido con dirección al camino del Alto del Monte, un servidor en bicicleta debido a la dificultad para andar por un problema de artrosis.
Enseguida terminamos la empinada cuesta para alcanzar el bonito altiplano; desde este lugar, se pueden divisar unas preciosas vistas con un ángulo de 360º.
En nuestro frente, el camino serpenteante que nos conducirá al monte de Ayuso, y al fondo tierras de Soria, girando a la derecha, toda la Sierra de Abajo (límite de Segovia con Madrid) que este grupo tan bien conoce.
En la zona más baja y cercana, Navares de Ayuso, continuando hacia la derecha, Navares de Enmedio, destacando su torre y álamos con bonitos colores verdes que pronto se transformarán en los
típicos colores otoñales.
Al fondo tierra de las Pedrajas y Sepúlveda, éstas son muy pedregosas,
donde abundan las plantas de tomillo de tan agradable olor, y que dan el gusto a la buena carne
de los corderos de la zona. A lo lejos, tierras de Valladolid, un último giro a la derecha nos
permite divisar la Sierra de Arriba o Sierra de la Serrezuela, con los molinos eólicos, lindando
con la provincia de Burgos.
En las zonas más cercanas a nuestros pies, tierras con colores cálidos, pertenecientes a esta época del año, como los amarillos de los rastrojos o las tierras marrones rojizas, y los tonos grises de las piedras calizas, contrastan con el cielo, de nubes blanquecinas y grisáceas, sobre un fondo azul celeste claro.
Una pequeña bajada nos conduce al Vallejo de la Ren, ya en lo alto, tomamos un camino que nos conduce a la charca de La Laguna, con esperanza de verla con agua.
Desafortunadamente, nos la encontramos seca, con su fondo arcilloso cuarteado por la sequía, nunca la había visto sin agua. En sus alrededores, muchas plumas de buitres de cuando venían a beber agua antes de que ésta se consumiese.
Abandonamos la charca de La Laguna para continuar, cruzamos campo a través hacia el arroyo de Santa María de Los Regueros, para alcanzar de nuevo el camino de Corralejo.
En una pequeña cuesta del
camino, en su lateral,
tomamos el tentempié de
media mañana (Ángelus).
En esta zona conocida como
las Pedrajas, en dirección a Navares de las Cuevas.
Hace unos 40
años, recuerdo haber visto cómo las máquinas que hacían las
calles para plantar los pinos, (los que cuando llega la temporada,
producen abundantes níscalos) levantaban las piedras, y se
encontraban con la sorpresa de que muchas de ellas eran fósiles
marinos de coral, pero se hizo caso omiso de este importante hallazgo; en cambio en El Valle de
Tabladillo, si se han considerado y se hacen rutas geológicas muy interesantes.
Reanudamos la marcha y al borde del camino nos encontramos con la valla que limita el monte de Ayuso, y por una cancela nos adentramos en este por un valle que nos da acceso al arroyo de la Vega.
En este pequeño tramo nos encontramos con un boletus de color blanco sucio, que al cortarlo azulea como el Boletus satanás, según Ángel su nombre es Boletus radicans, no comestible.
En cualquier caso. Lo que sí que nos enseña esta variedad y la de otros boletus es que para que salgan es tan importante la temperatura (entre 4º y 20º) como la humedad, que en esta ocasión hemos visto que es muy escasa.
Alcanzando el arroyo de la Vega, realizamos un giro a la izquierda para tomar el camino paralelo al arroyo. En apenas 200 metros, alcanzamos la señal de unas piedras y un roble al borde del camino donde nos reagrupamos, y después de aparcar la bicicleta, emprendemos la marcha ascendiendo una ladera empinada, para alcanzar la cueva de los Relaños, que se encuentra a unos cien metros.
A pesar de haber ido muchas veces, la frondosidad de jaras y robles me hicieron dudar del lugar donde se encontraba.
Nuevo reagrupamiento para no perdernos en la
espesura del monte, y en apenas veinte metros más
adelante, en una zona más despejada, por fin
encontramos
la cueva.
El acceso no es
muy fácil, pero
los que se
atrevieron a hacerlo comprobaron la curiosidad de su
interior, más grande de lo que parece desde fuera. Gracias a la luz que se filtra por uno de los huecos del
techo, nos permitió hacer bonitas fotografías.
Ya toca el regreso a Navares, volvemos a tomar el camino paralelo al arroyo, en dirección a la charca de la Cuburrilla.
En este trayecto, encontramos endrinos con abundantes frutos ya maduros; con ayuda de unos cuantos, Choni consiguió recoger las 111 endrinas necesarias para que, mezcladas con un litro de aguardiente dulce, en medio año de maceración conseguir un exquisito pacharán, cuando este coge su color las endrinas se tienen que retirar.
Cruzamos el arroyo, y una pequeña cuesta en la ladera del monte, nos lleva a la charca de la Cuburrilla, esta si con agua. En su lateral, José María nos hizo la foto de grupo con gran éxito, a pesar de las dificultades para clavar la vara que sujeta la cámara, por la sequedad del terreno.
Ahora toca salir del monte por una nueva cancela en el camino de Los Palomares, donde pudimos ver campos de girasoles, a punto de ser cosechados, que ya han perdido su belleza de flores amarillentas mirando al sol, sólo algunos más pequeños, y que nacieron más tarde, nos permiten disfrutar de la belleza de sus pétalos amarillos.
En una tierra abandonada, nos sorprendieron unas plantas rastreras con frutos parecidos a pequeñas sandías, con espinas de nombre Cucumis myriocarpus, de nombre vulgar Sandía espinosa o amarga, catalogada como maleza nociva e invasora. Un poco más adelante descubrimos unos almendros con sus frutos ya listos para su consumo.
Descendemos la cuesta de Los Palomares para entrar en Navares de Enmedio, junto a la cerca del jardín. Cruzamos la plaza de abajo y llegamos al horno de mi hermana Rosi, donde nos esperaban los cuartos de cordero lechal asados en horno de leña y cazuelas de barro.
Con la ayuda de 14 senderomagos, los trasladamos a la nave de la huertona, para degustarlos con unos exquisitos entrantes: empanadas, aceitunas variadas, patatas fritas y ensaladas acompañados con vino de Ribera de Duero, cervezas fresquitas y alguna Coca-Cola, para terminar, unos exquisitos cafés y pastas variadas que nos tenía preparados Mayte. Para finalizar, la entrega de estrellas en un acto muy emotivo, por parte de Antonio, con ayuda de Leonor y Marcos.
En resumen, una bonita jornada, de unos 12 kilómetros y casi 300 metros de desnivel, en muy buena compañía. Valoración 4,5 sicarias. ¡Hasta la próxima excursión!
Marcos Cid Martín
FOTO REPORTAJES







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