Inicio: Valdemaqueda
Final: Valdemaqueda
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,5 km
Desnivel [+]: 507 m
Desnivel [--]: 507 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 21
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
RESUMEN
RESUMEN
La
participación fue bastante inferior a lo que se acostumbra en los últimos
tiempos, lo que indica que existe una relación proporcional y directa entre el
número de senderistas y la predicción meteorológica para el día de la marcha;
concretamente la asistencia fue de 21 senderomagos. A esto añadir la escasa
presencia de "atléticos"; por determinar si debido a una noche de
celebración por la victoria ante el Bayern Leverkusen, seguida de la
consiguiente resaca, o a la amigdalitis provocada por la subida de los
genitales a la altura de la garganta, por supuesto esto último solo de
aplicación al género masculino.
Dicen
que los animales barruntan los desastres naturales, como los terremotos, los
tsunamis, etc, pero puedo asegurar que el ser humano tiene idéntico
comportamiento ante otro tipo de situaciones. Me explico. En el coche comenté
con los que me acompañaban que a última hora casi aborto mi participación en la
marcha; mi mente creía que era por lo desapacible del día, pero el verdadero
motivo se desveló nada más iniciar la marcha, al ser nombrado "cronista
por un día" por Melchor.
La comunicación de tal honor va seguida de un cursillo intensivo sobre las técnicas necesarias para su elaboración, lo que facilita las cosas y evita los correspondientes exabruptos hacia el "cronista titular"; todo está estudiado y ante tales muestras de empatía por su parte se pasa, en décimas de segundo, del "me acuerdo de toda la familia de Melchor" al "pero cómo no se le va a querer". Lo dicho, todo está estudiado.
La comunicación de tal honor va seguida de un cursillo intensivo sobre las técnicas necesarias para su elaboración, lo que facilita las cosas y evita los correspondientes exabruptos hacia el "cronista titular"; todo está estudiado y ante tales muestras de empatía por su parte se pasa, en décimas de segundo, del "me acuerdo de toda la familia de Melchor" al "pero cómo no se le va a querer". Lo dicho, todo está estudiado.
Mi
primera intención, después de ser testigo de ciertas intimidades, fue darle
cierto tinte rosa a la crónica, pero al ser víctima de chantaje y extorsión por
parte de la "doble A", he preferido la opción más tradicional y
llevarme el secreto a la tumba. Por cierto, "doble A", ese tipo de
prácticas no son licitas.....y lo sabéis.
Venga,
vamos "al turrón" que se hace tarde y aún no hemos empezado a andar.
Con
un día fiel a las predicciones meteorológicas, es decir, lluvioso “hasta decir
basta” salía la “serpiente multicolor” del GMSMA de Valdemaqueda por su calle
principal (Calle de San Guillermo), que dentro de la localidad coincide con la
carretera M-537; escasos metros más allá dejamos de transitar por el asfalto
para adentrarnos en las estribaciones más occidentales de la sierra de Guadarrama y las
primeras al este de Gredos.
Los riscos que hoy son nuestro primer objetivo
(Riscos de Valdecatones, del Águila, del Chaparral, Valdeparaíso y Gelechal),
al sur de Valdemaqueda, fueron a finales de agosto de 2012 miraderos privilegiados
desde donde se vieron saltar las llamas sobre la cresta del Santa Catalina. El
incendio que devastó más de 2.000 hectáreas de bosques y montes, cuya
ausencia, tanto tiempo después, la siguen señalando las zonas desnudas y
renegridas de gran parte de este monte que se alza justo encima de
Valdemaqueda.
Siguiendo el camino, siempre rumbo al sur, bordeamos el Cerro de
la Cruz Colorada (948 m) y a continuación hicimos lo mismo con el Cerro de
Valdecantones (1.061 m). Después de “evitar” los cerros anteriormente
mencionados tocaba acometer la ascensión al Risco del Águila (1.047 m), que da
nombre a la excursión, para lo cual giramos a la derecha para abandonar la
senda que transitábamos.
Finalmente alcanzamos la cima, punto emblemático de
estos lares, declarada zona de especial interés para las aves, ZEPA. Estas
zonas son catalogadas por los estados miembros de la Unión Europea, como zonas
naturales de singular relevancia para la conservación de la avifauna amenazada
de extinción, y por tanto han de ser protegidas con las diferentes gestiones
para que se proteja su hábitat, por lo que es obligatorio conservar las
condiciones medio ambientales requeridas por estas aves.
En Madrid existen un total de siete zonas ZEPA distintas, ocupando una superficie total terrestre de 185.331 hectáreas. La que hoy visitamos, la ZEPA 56, de los Encinares del río Alberche y río Cofio, fue declarada como tal en el año 1989, y es la más extensa de la Comunidad de Madrid, ocupando el 45% de la superficie total de las zonas declaradas como ZEPA en toda la Comunidad. Tan al pie de la letra se han tomado las aves eso de la protección que no se dejaron ver en nuestra estancia en el Risco del Águila. Lo que si divisábamos era el Risco del Chaparral al que dirigimos nuestros pasos después de recrear nuestra vista con el valle formado por el arroyo de La Hoz.
En Madrid existen un total de siete zonas ZEPA distintas, ocupando una superficie total terrestre de 185.331 hectáreas. La que hoy visitamos, la ZEPA 56, de los Encinares del río Alberche y río Cofio, fue declarada como tal en el año 1989, y es la más extensa de la Comunidad de Madrid, ocupando el 45% de la superficie total de las zonas declaradas como ZEPA en toda la Comunidad. Tan al pie de la letra se han tomado las aves eso de la protección que no se dejaron ver en nuestra estancia en el Risco del Águila. Lo que si divisábamos era el Risco del Chaparral al que dirigimos nuestros pasos después de recrear nuestra vista con el valle formado por el arroyo de La Hoz.
Iniciamos el descenso, fuera de caminos “oficiales”,
que nos llevó tras un pequeño repecho a las proximidades del Risco del
Chaparral (1.029 m) y de ahí a buscar la coronación del siguiente hito de la
cuerda: El Risco de Valparaiso (984 m), considerado por el grupo lugar idóneo
para la breve pausa correspondiente al desayuno. En esta ocasión las viandas
fueron regadas con un vino francés, gentileza de Santiago, que a buen seguro
pronto formará parte de las guías de vinos más prestigiosas: Peñin y Robert
Parker. Las notas de cata puestas de manifiesto por aquellos que lo probaron
hablan de “vino difícil en los aspectos gustativos, con mucho cuerpo y sobre
todo mucho bouquet”.
Repuestas
las fuerzas y el espíritu, retomamos el camino, siempre en dirección sur, por
una loma que nos permitió contemplar las vistas de dos valles: a la derecha, el mencionado
del arroyo de la Hoz y a nuestra izquierda, el que forma el río Cofio. La lluvia,
que cayó de forma intermitente a lo largo de toda la jornada, hizo acto de
presencia y nos acompañó mientras comenzamos el descenso por la loma del cerro
Castillejos, para llevarnos a los pies del Risco del Gelechal (936 m), que
bordeamos dejándolo a la derecha.
La siguiente tirada consistió en recorrer la
pista, también en descenso aunque de pendiente más pronunciada, que nos condujo al valle del Rio Cofio. El río discurría con bastante ímpetu, consecuencia de
las últimas lluvias y el deshielo, y se une al grupo, como un senderomago más,
en este caso hostil porque según las indicaciones del boss era preciso cruzar
el río para poder seguir nuestro camino. Confiando en las habilidades de José
Luis R con la pértiga para alcanzar ese objetivo, continuamos nuestra marcha
paralelos al río hasta encontrarnos con el puente Mocha, que desveló que
todo se trataba de una broma del jefe. ¡Cuanta ingenuidad cabe en las inocentes
mentes de los senderomagos!
El Puente Mocha, a pesar de una excesiva
restauración, aún conserva sus hermosos modos y tiende sus cinco ojos tres
kilómetros al sur de Valdemaqueda. Junto al puente, el área recreativa, cuyas
mesas y bancos hubiesen dado un buen soporte para nuestra comida, pero
continuaba lloviendo y todos buscamos cobijo en uno de sus ojos; bueno, todos
menos dos que prefirieron utilizar el ojo contiguo…ellos sabrán por qué!!! Y no
digo más ná!!
Tras
la comida, y una vez realizada la consabida foto de grupo, nos dispusimos a
cubrir la última etapa de la jornada, el ascenso al Cerro de San Pedro (1.021
m), “cerro hermano” del emblemático para el GMSMA situado en Colmenar Viejo. Siguiendo el curso de una amplia senda que
discurre, como todo nuestro camino de hoy, entre una tupida masa forestal que cubre
esta pequeña serrezuela en toda su superficie y esporádicos roquedos que
salpican el horizonte con su dentellada de granito, llegamos a la
bifurcación con un “camino ancho”, término utilizado al estar prohibido dentro
del vocabulario del GMSMA el de cortafuegos.
En ese punto giramos a la
izquierda, rumbo norte, y comenzamos la subida al “cerro hermano”, pasando,
como paso previo y antesala de su coronación, por el Cerro Boquerón (908 m).
En las proximidades de la cima fuimos recibidos, como en los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, por toda la fauna de la zona, que hasta el momento había permanecido “protegida” de la lluvia: decenas de aves rapaces, fueran éstas buitres, águilas o vaya usted a saber, cientos de cabras y los mastines que cuidaban de éstas. San Pedro había obrado el milagro una vez pusimos nuestros pies en “su cerro”, haciendo que cesara la lluvia y pudiéramos recrearnos más gratamente con las vistas del lugar, lo cual entendimos como una buena señal y nos consideramos “bendecidos” para el resto del camino.
En las proximidades de la cima fuimos recibidos, como en los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, por toda la fauna de la zona, que hasta el momento había permanecido “protegida” de la lluvia: decenas de aves rapaces, fueran éstas buitres, águilas o vaya usted a saber, cientos de cabras y los mastines que cuidaban de éstas. San Pedro había obrado el milagro una vez pusimos nuestros pies en “su cerro”, haciendo que cesara la lluvia y pudiéramos recrearnos más gratamente con las vistas del lugar, lo cual entendimos como una buena señal y nos consideramos “bendecidos” para el resto del camino.
Sólo
restaba bajar a Valdemaqueda, algo que hicimos levitando, no sé si por la paz
interior fruto del milagro del santo, o porque las fuerzas siempre flaquean al final de la
jornada. Una vez en el pueblo, y siguiendo la tradición, dimos buena cuenta de
las correspondientes cervezas en el único bar que vimos abierto. Joder, como me
suena esto último a J. Sabina!!!
De
vuelta a casa, y después de un día idílico, pues no en vano estuvimos entre
“Ángeles” y “Rosas”, a algunos nos tocó darnos de bruces con la cruda realidad; la de una
administración en forma de radar móvil, que con claro afán recaudatorio, acecha en nuestras carreteras y la de la intransigencia más radical en forma de
Kalashnikov, que atenta de forma indiscriminada contra las libertades en Túnez, en fin...siempre nos quedarán los miércoles.
Por todo ello, esta excursión es calificada con 4 sicarias, ni una más ni una menos.
José Luis Benavente
No hay comentarios:
Publicar un comentario