Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 12,8 Km
Desnivel [+]: 579 m
Desnivel [--]: 579 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 38
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
Antonio se buscó una excusa para volver a pisar nieve: había que ir a busca el lugar donde se encuentra una plaquita en recuerdo de un militar de la Guerra Civil en Peña Citores y de paso subir a Peñalara (ahí es nada!) y de paso bajar al refugio Zabala y a la Laguna Grande, para remate de la fiesta blanca, por si no había bastante.
En el aparcamiento de Cotos iniciamos la aventura propuesta para esta ruta de marcado ambiente invernal, con cielo algo nublado y mucha nieve por la mayoría de su recorrido.
Remontamos el aparcamiento hasta llegar a la fuente Bernaldo de Quirós, erigida aquí en honor del que fuera símbolo del excursionismo y montañismo en el Guadarrama. Está situada frente a la Venta Marcelino, que con su tejado de pizarra a dos aguas semicubierto por la nieve y sus travesaños de madera, nos hace trasladarnos a los Alpes.
Dejamos a nuestra izquierda el que fue el Albergue de la Real Sociedad Española de Alpinismo, de los más antiguos de España, desgraciadamente abandonado hoy día a su suerte, y a la derecha, el centro de Interpretación del Parque, para dirigirnos al comienzo de la exigente Senda del Batallón Alpino.
Pasamos junto al Mirador de Lucio, con estupendas vistas, y nos internamos en el denso bosque, comenzando así un ascenso constante por la loma de Dos Hermanas. La senda discurre por un bosque de pino silvestre, en dirección noroeste, con vistas a la Bola de Mundo y las pistas de Valdesqui, hoy aparentemente fuera de servicio, y está marcada con algún que otro hito y círculos amarillos.
El Batallón Alpino, fue organizado en septiembre de 1936 para mantener a raya desde las cimas más altas de Madrid a las fuerzas rebeldes acantonadas en La Granja. Ellos abrieron desde el puerto de Cotos (1.848 metros) esta senda para abastecer las posiciones de Peña Citores (2.181), Dos Hermanas (2.285) y Peñalara (2.428), superando aquí los tres peores inviernos que nadie haya pasado jamás en la sierra de Guadarrama.
A poco más de una hora, dejamos la emboscada y sombría ascensión por el pinar para continuar por el piornal, semicubierto de nieve, alcanzando enseguida un collado raso donde nace el arroyo del Infierno, paradójicamente en un manantial con nombre mucho más angelical: la Fuente de los Pájaros.
Sin pararnos en ella, continuamos en dirección oeste, directos a nuestro objetivo, la posición fortificada circular, del tamaño de una plaza de toros, situada a caballo entre Peña Citores, a nuestra izquierda, y Dos Hermanas, a la diestra, por allí teníamos que buscar la placa, faena en la que puso gran empeño nuestro único zapador gallego, que pala en mano cavó en los puntos que le iba indicando nuestro pintor, más guiado por la intuición que por el acierto. Hubo que esperar a que llegara Antonio para acertar, gps en mano, con el lugar exacto.
Mientras tanto, fuimos tomando el aperitivo contemplando desde privilegiado espolón cómo se señorean las más altas cumbres de la sierra: desde Peñalara, Dos Hermanas, hasta la Mujer Muerta, pasando por Cabezas de Hierro, las Guarramillas, Siete Picos, Montón de Trigo...un festín para nuestra vista.
No es de extrañar que eligieran este excepcional lugar de vigilancia quienes llenaron esta cresta de trincheras y parapetos durante la guerra civil, con excelentes vistas además de Valsaín y su pinar, La Granja y todas las tierras de Segovia.
Tras encontrar la emotiva placa homenaje al capitán Leatherdale que su hijo le dedicó, nos asomamos a la vertiente segoviana, que con la claridad del día dejaba ver, como si de maquetas se tratase, Segovia y todos los pueblos de sus alrededores. Tras la fotos de rigor, iniciamos la subida a Peñalara, ascendiendo con bastante nieve buscando el PR-32, que discurre por la cuerda de la misma.
En el collado antesala de la gran subida nos abandonaron los que tenían prisa para regresar a Madrid, o al menos eso dijeron, mientras miraban de reojo la empinada planicie de subida a la cumbre más alta de la Sierra de Guadarrama.
Fatigados por el sobresfuerzo de caminar con nieve, alcanzamos los 2.428 metros de su cumbre, coronada por un vértice geodésico junto al cual paramos a comer los bocadillos y alguno hasta se echó una cabezadita.
El descenso lo realizamos, volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar a Hermana Mayor (2.284 m) donde nos desviamos para seguir por ella y continuar por Hermana Menor (2.269 m) en busca de las zetas del PR-3 y su continuación, hasta llegar a una de las revueltas de donde sale la senda que va al refugio Zabala, tramo con mucha nieve y donde muchos hundimos el pie, la pierna y medio fuimos engullidos por la blanda nieve.
En el aparcamiento de Cotos iniciamos la aventura propuesta para esta ruta de marcado ambiente invernal, con cielo algo nublado y mucha nieve por la mayoría de su recorrido.
Remontamos el aparcamiento hasta llegar a la fuente Bernaldo de Quirós, erigida aquí en honor del que fuera símbolo del excursionismo y montañismo en el Guadarrama. Está situada frente a la Venta Marcelino, que con su tejado de pizarra a dos aguas semicubierto por la nieve y sus travesaños de madera, nos hace trasladarnos a los Alpes.
Dejamos a nuestra izquierda el que fue el Albergue de la Real Sociedad Española de Alpinismo, de los más antiguos de España, desgraciadamente abandonado hoy día a su suerte, y a la derecha, el centro de Interpretación del Parque, para dirigirnos al comienzo de la exigente Senda del Batallón Alpino.
Pasamos junto al Mirador de Lucio, con estupendas vistas, y nos internamos en el denso bosque, comenzando así un ascenso constante por la loma de Dos Hermanas. La senda discurre por un bosque de pino silvestre, en dirección noroeste, con vistas a la Bola de Mundo y las pistas de Valdesqui, hoy aparentemente fuera de servicio, y está marcada con algún que otro hito y círculos amarillos.
El Batallón Alpino, fue organizado en septiembre de 1936 para mantener a raya desde las cimas más altas de Madrid a las fuerzas rebeldes acantonadas en La Granja. Ellos abrieron desde el puerto de Cotos (1.848 metros) esta senda para abastecer las posiciones de Peña Citores (2.181), Dos Hermanas (2.285) y Peñalara (2.428), superando aquí los tres peores inviernos que nadie haya pasado jamás en la sierra de Guadarrama.
A poco más de una hora, dejamos la emboscada y sombría ascensión por el pinar para continuar por el piornal, semicubierto de nieve, alcanzando enseguida un collado raso donde nace el arroyo del Infierno, paradójicamente en un manantial con nombre mucho más angelical: la Fuente de los Pájaros.
Sin pararnos en ella, continuamos en dirección oeste, directos a nuestro objetivo, la posición fortificada circular, del tamaño de una plaza de toros, situada a caballo entre Peña Citores, a nuestra izquierda, y Dos Hermanas, a la diestra, por allí teníamos que buscar la placa, faena en la que puso gran empeño nuestro único zapador gallego, que pala en mano cavó en los puntos que le iba indicando nuestro pintor, más guiado por la intuición que por el acierto. Hubo que esperar a que llegara Antonio para acertar, gps en mano, con el lugar exacto.
Mientras tanto, fuimos tomando el aperitivo contemplando desde privilegiado espolón cómo se señorean las más altas cumbres de la sierra: desde Peñalara, Dos Hermanas, hasta la Mujer Muerta, pasando por Cabezas de Hierro, las Guarramillas, Siete Picos, Montón de Trigo...un festín para nuestra vista.
No es de extrañar que eligieran este excepcional lugar de vigilancia quienes llenaron esta cresta de trincheras y parapetos durante la guerra civil, con excelentes vistas además de Valsaín y su pinar, La Granja y todas las tierras de Segovia.
Tras encontrar la emotiva placa homenaje al capitán Leatherdale que su hijo le dedicó, nos asomamos a la vertiente segoviana, que con la claridad del día dejaba ver, como si de maquetas se tratase, Segovia y todos los pueblos de sus alrededores. Tras la fotos de rigor, iniciamos la subida a Peñalara, ascendiendo con bastante nieve buscando el PR-32, que discurre por la cuerda de la misma.
En el collado antesala de la gran subida nos abandonaron los que tenían prisa para regresar a Madrid, o al menos eso dijeron, mientras miraban de reojo la empinada planicie de subida a la cumbre más alta de la Sierra de Guadarrama.
Fatigados por el sobresfuerzo de caminar con nieve, alcanzamos los 2.428 metros de su cumbre, coronada por un vértice geodésico junto al cual paramos a comer los bocadillos y alguno hasta se echó una cabezadita.
El descenso lo realizamos, volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar a Hermana Mayor (2.284 m) donde nos desviamos para seguir por ella y continuar por Hermana Menor (2.269 m) en busca de las zetas del PR-3 y su continuación, hasta llegar a una de las revueltas de donde sale la senda que va al refugio Zabala, tramo con mucha nieve y donde muchos hundimos el pie, la pierna y medio fuimos engullidos por la blanda nieve.
Tras deleitarnos con las vistas desde el refugio, bajamos al pie de la Laguna Grande, que estaba completamente congelada, excepto por la parte de su desagüe, convertido en un gélido manantial.
Más fotos en el incomparable marco del Circo de Peñalara, donde es fácil ensimismarse ante tanta belleza, y comenzamos el regreso al Puerto de Cotos, descendiendo por el sendero, con tablas de madera que protegen el entorno, hasta el chozo de vigilancia que hay junto al arroyo de la Laguna, continuamos por el PR-15, disfrutando de las espectaculares vistas de la Cuerda Larga y el Valle de la Angostura a la que pasábamos por la fuente del Cedrón y nos internábamos en el pinar.
Alcanzada la pista de las zetas que habíamos dejado en el desvío al refugio de Zabala, en el Cobertizo del Depósito, descendimos por ella, parando en el Mirador de la Gitana, para ver si su reloj de sol estaba en hora, y que como era de esperar, así fue.
Sólo quedaba dejarse caer en cómodo paseo hasta el puerto, pasando por la fuente Cubeiro, que últimamente nunca tiene agua, y en línea recta de nuevo estábamos en Venta Marcelino, donde nos esperaban los hermanos Anaya, que de toda la ruta, no querían perderse la parte más gratificante de la excursión: las cervecitas al sol en su incomparable terraza.
Por todo lo anterior esta excursión, de nieve, sol, investigación, diversión, emoción y gratificación bien se merece la nota máxima: 5.
Una Rosa
FOTO REPORTAJES
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