Inicio: Puerto de Cotos
Final: Rascafría
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 18,3 Km
Desnivel [+]: 650 m
Desnivel [--]: 1307m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 26
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
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RESUMEN
Cuando Antonio
anunció la marcha, me dije: —Esta es una de las que se recuerda, aunque ¡menuda
bajada! !Nos va a doler todo! Y vamos a acabar a las mil. Bueno, tengo una
excusa para no ir, porque estoy pintando la casa. Pero no me la podía perder,
así que el martes curré como nunca y a las diez de la noche estaba muerto, pero
había terminado la faena. No me perdería la excursión.
Eran las 10 de
la mañana y poca gente del grupo se veía en Rascafría pero, a la hora señalada,
apareció Antonio organizando el embarque automovilístico para subir a Cotos.
Ya en el puerto,
nos pusimos las polainas —porque seguro que habría nieve—, nos ajustamos las
botas y empezamos a subir por grupos separados, como mandan las reglas del
Parque, para juntarnos más arriba; nos veríamos en el puente de la Laguna. Llegando
al puente, nos alcanzó el tercer grupo.
—En el puente
nos esperáis para juntarnos todos. —decía Antonio por su walkie talkie.
Pero al llegar
allí, del primer grupo ni rastro. Pasamos el puente y nos paramos en el mirador
de Javier. La vista era espectacular, todo el circo de la Laguna Grande, con
mucha más nieve de la que habíamos visto hacía tres semanas, cuando subimos a Peñalara.
Hechas las fotos de rigor, seguimos avanzando hacia la laguna de los Pájaros.
Nuestro grupo
estaba constituido por 15 senderomagos. Coronamos el contrafuerte con la
esperanza de ver al grupo de los «adelantados», pero nada. Antonio se
desgañitaba:
—Ir parando para
tomar el aperitivo y nos esperáis.
—Antonio, que no
te oyen.
Empecé a pensar
que hoy me tocaría escribir la crónica del segundo grupo de la excursión,
porque a los otros, no los íbamos a ver hasta Rascafría.
Ya estábamos en
los Llanos de Peñalara. Debajo, ocultas entre la nieve se suponían las Cinco
Lagunas. Optamos por buscar un lugar en donde tomar algo: - Allí hay unas
piedras para sentarse. Estábamos llegando cuando alcanzamos a los rezagados del
primer grupo.
—¿No os paráis a
tomar algo?
—No, nosotros ya
hemos comido.
Así pues,
después de un paréntesis para el tentempié, seguimos lo poco que nos faltaba
para la Laguna de los Pájaros.
—Antonio, ¿nos
recibes?
—¿Cómo?, ¡pero
si no les funcionaba el walkie!
—Yo creo que no
te querían oír.
La Laguna de los
Pájaros estaba helada y cubierta por la nieve, así que no la vimos. Lo que sí
vimos fue al grupo de los «adelantados». Saludos, besos, abrazos —hay que tener
en cuenta que no nos habíamos visto todavía— y despedida de «los fugaces».
—Esperar que
falta… la foto de grupo.
Algunos ya se
habían ido, otros volvieron para la foto. José María, solemne, como
siempre, para inmortalizar el momento y, de paso, hacer el recuento para el
Observatorio Estadístico del GMSMA. Ángel Vallés para el otro Adelantado, el de
Segovia: Ahora mirando al este, ahora otra mirando al oeste.
Seguimos por la
cuerda hacia el Cerro Claveles. Durante toda la travesía no habíamos dejado
de pisar nieve, sobre todo desde las Cinco Lagunas. Desde el Cerro Claveles
se puede apreciar la particular forma del Macizo de Peñalara. Desde este lado,
el Pico de Peñalara queda oculto por el impresionante Risco de Claveles que
parece el casco de un barco puesto al revés y por cuya peligrosa quilla
deberíamos pasar si desde aquí quisiéramos llegar a Peñalara.
Nos acercábamos
ya a los Altos de Poyales, que son dos, pero solo subiríamos al Alto de Poyales
Oeste, nuestra última cumbre, porque desde aquí íbamos a bajar ¡930m! de
desnivel en 8 Km. de recorrido, todo seguido.
El plan era llegar
a la pista que baja del Puerto del Reventón, (el GR-10) para lo cual, habría
que bajar atrochando 1,3 Km por una pendiente del 20% y cubierta de nieve
virgen. Fue bastante divertido, aunque el que mejor se lo pasó fue Antonio que
iba abriendo camino en la nieve siguiendo su GPS; a juzgar por su marcha, parecía
que el GPS tiraba de él.
Y llegamos a la
pista, justo por donde cruza el arroyo de Santa María, que es el que más abajo pasa
por el Monasterio del Paular y desemboca junto al Puente del Perdón. Esto ya no
tenía tanto glamur, ya no había nieve y la pista empezaba a hacer zigzags, así
que algunos empezaron a hacer «trampas», otros los seguimos, y al final lo
hicimos casi todos. Tomamos cinco atajos, acortando la distancia y aumentando
el desnivel. Esto ya era otra cosa, y
menos aburrido.
Llegados a esta
parte, Juan sugirió acercarnos al Carro del Diablo que se encontraba cerca del
camino de bajada. Efectivamente, estaba casi en el mismo camino, el que no estaba
era el Diablo, y el carro —que hay que tener imaginación para verlo— podría ser
hasta de Manolo Escobar.
A Rascafría 3,5
Km, decía el cartel. Pero, como en otras ocasiones, los últimos kilómetros,
los más cansados —ya sabéis «¿Cuánto queda? Hora y media, kilómetro y medio»—,
pues las plantas de los pies ya se resentían. Estábamos justo encima del Paular, del que sobresalía su esbelto campanario, y el camino descendía suavemente, por una zona boscosa, hacia el este, dónde ya
se veía Rascafría. En realidad, esto no era una novedad: la llevábamos viendo
desde que empezamos a bajar, pero al menos, ahora ya se veía más cerca.
Ya solo faltaba
1 Km. cuando abandonamos el GR-10 —que giraba a la derecha para dirigirse al
Paular—, y enfilamos el camino de tierra que nos llevaría a nuestro destino
final. Parece que el solo hecho de pensar en cervezas frías atrajo al grupo,
porque un rato después ya estábamos en el bar de la plaza celebrando el
nacimiento del nieto de Jose Luis Rubiales, el cumpleaños de Melchor y la
estrella negra de Fernando Díaz-Hellín, que no nos dejaron pagar las consumiciones.
Habíamos
cumplido de sobra con los 18 kilómetros y pico, que hicimos en 8 horas, para lo cual nos
vino muy bien el cambio de hora. Solo quedaba el traslado a Cotos de los que
tenían allí su vehículo.
No soy amigo de
dar la puntuación máxima, pero la excursión se lo merecía, aunque habría que
restar algo por lo de los «dos grupos». Voy a dar las 5 sicarias para que no me
digan que soy un roñoso.
Paco Cantos
Paco Cantos
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