miércoles, 22 de agosto de 2018

Excursión 419: Embalses de Puentes Viejas y El Villar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Manjirón
Final: 
Manjirón

Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  14,4 Km
Desnivel [+]: 168 m
Desnivel [--]: 168 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 3,5
Participantes: 5

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Para este día Antonio nos había convocado a las 10:30h. en el pueblo de Manjirón, para hacer una ruta con baño en los embalses de Puentes Viejas y el Villar, ambos en el río Lozoya. Respondimos pocos a la convocatoria y fuimos menos; solo cinco senderistas y tres perros, una de las excursiones con menos participantes de los últimos tiempos. Los valientes senderistas éramos además de Antonio y yo mismo, Raquel, César y Helen que venía por primera vez con nosotros. Y los valientes perros: Mecha, Twitter y Vito.

El día estaba tranquilo, con algunas nubes y con alguna posibilidad de tormenta por la tarde, según decían los pronósticos del tiempo. Así que sin más, tras un rápido café, iniciamos la marcha.

Partimos por un camino de tierra bien marcado. Hacía calor y Mecha “la exploradora”, como es habitual en ella, iba investigando nuevos caminos y senderos por donde transitar, así que Raquel no tuvo más remedio que ir buscándola cada vez que desaparecía. 

Pasamos la fuente del Camino Real y la Casa de los Conejos, entrando en una zona arbolada que se iba inundando de matorrales según nos acercábamos al embalse de Puentes Viejas. El primer punto de contacto con el embalse no nos gustó para el baño, así que, sin más, seguimos entre matorrales hasta llegar a otro punto donde nos pareció mejor para lavar los arañazos y darnos un chapuzón, pues el día se estaba poniendo muy bochornoso y hacía calor.

Aquí sí disfrutamos: nos bañamos todos, humanos y perros, aunque Mecha no se atrevía a meterse y Raquel tuvo que ayudarla un poco. Aunque era aún pronto, decidimos comer allí, pues el sitio era muy agradable. La siesta… bueno, no hubo siesta. Ya sabéis, se levantó el Boss y nosotros detrás.

El cielo se estaba cerrando y ya se veía que había tormentas lejanas. Seguimos caminando, atravesando la Dehesa de San Chálvaro y la carretera M-135. Poco después Cesar, inteligente estrella fugaz, nos abandonaría para volver directamente a Manjirón; el resto nos dirigiríamos a ver el Azud del Tenebroso, que toma su nombre del cerro cercano y fue construido para desviar las aguas turbias que se producían arriba del embalse del Villar y conseguir que ésta se autodepurase. Parece que no llegó a funcionar para tal fin.

Seguidamente nos encaminamos hacia el embalse del Villar. El cielo estaba cada vez más cerrado y veíamos como las tormentas se iban acercando. Estábamos rodeados, no obstante no las teníamos encima. Al poco empezó a tronar, así que pensamos si tomar el camino directo para la vuelta, pero decidimos seguir para darnos un segundo baño. Qué valientes fuimos!!!

Así que llegamos y nos bañamos, bueno todos menos yo, que no me apetecía mucho. Justo al salir empezaron a caer las primeras gotas, primero pocas, después cada vez más hasta convertirse en un chaparrón. Al mismo tiempo truenos y relámpagos. Nosotros nos encaminamos rápidamente hacia nuestro destino, pero llegó un momento en que la lluvia era tan intensa que decidimos cobijarnos en un encinar y esperar a que amainase un poco. Los perros, muy asustados, se nos metían entre las piernas para cobijarse.

Y justo en ese momento, oí un estruendo y me vi tirado en el suelo. Al darme cuenta, me miré a ver si estaba entero y vi que sí, así que empecé a levantarme, cuando observé que nuestras dos compañeras estaban ayudando a levantarse a Antonio. Caímos los que estábamos más cerca del tronco donde cayó el rayo, o eso creo yo.

Con el miedo en el cuerpo emprendimos el regreso sin importarnos la lluvia, no sin antes notar como olía a madera quemada. Por supuesto dejamos una distancia de seguridad entre nosotros y no paramos de caminar y mojarnos hasta que llegamos de regreso a Manjirón. Toda una experiencia!!! Una experiencia que no debemos repetir.

A la vuelta estaban cerrados todos los bares del pueblo y a mí se me estropeó el móvil, parece que por la humedad, así que tras cambiarnos, yo no pude contactar con nadie para tomar la cervecita de rigor en otro sitio.

La valoración se me hace difícil, pues no sé si valorar la experiencia como buena o mala, así que daré un discreto 3,5 sicarias.
F. Javier Bartolomé

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