lunes, 20 de agosto de 2018

Excursión 418: Piscinas naturales de Navafría y El Chorro

FICHA TÉCNICA
Inicio: Navafría
Final: 
Navafría

Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  17,3 Km
Desnivel [+]: 543 m
Desnivel [--]: 543 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 14

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Quedamos en la plaza del ayuntamiento de Navafría y aunque era festivo, nos reunimos 14 participantes, con dos caras nuevas para el grupo y además jóvenes, Alba y Jorge. Bienvenidos.

Nos pusimos en marcha buscando hacia el sur la calle Arroyo La Mata, que entre chalets de bella estampa nos acercó a las inmediaciones del Museo Etnológico El Martinete, que estaba cerrado. Continuamos por la cómoda pista hasta cruzar por un puente el río Cega

Nada más pasar el puente, buscamos la senda que con mucha vegetación nos acerca a la valla de la finca El Bosque y junto a ella seguimos, con más 
zarzas y matorral de las que hubiera preferido una que yo me sé, pero que añadió algo de aventura a la ruta.

Alcanzadas las ruinas de un antiguo molino, junto al río, pasamos por un puente, enlazando enseguida con la carretera del Chorro, por la que seguimos hasta alcanzar el área recreativa del mismo nombre.

Con algo de dudas, nos animamos casi todos a darnos el primer baño de la ruta en las piscinas naturales que hay en el complejo, que a primera hora aún no tenían mucha gente.

El agua estaba gélida, pero fue muy agradable y nos puso las pilas para continuar la ruta entre mesas y barbacoas humeantes, que prometían copiosas comidas.

Rebasada la zona de bullicio, nos dirigimos, en dirección oeste, previo paso por un pequeño puente, que marca el final del arroyo del Chorro, que en este punto vierte sus aguas, como buen afluente al río Cega, al que nos acercamos para remontarlo por su margen derecha hasta alcanzar la charca conocida como El Pozo Verde, lugar de leyenda, donde según cuentan, sellaron su amor eterno Rosa y Leonardo, dos jóvenes del pueblo cuyas familias, una pobre y otra rica, no veían con buenos ojos su relación. Ante la prohibición de verse, “una noche escaparon de casa y se esperaron en la calle del Puerto.

Y después de un largo beso, abrazados y en silencio, del Pozo Verde el camino recorrieron. Una vez allí llegados los muchachos desaparecieron... Al día siguiente en sus casas los echaron de menos y corrió la voz de alarma. Y les buscó todo el pueblo. A la caída de la tarde, al Pozo Verde subieron y la Luna dejó ver al fondo del agujero, desnudos y abrazados de los muchachos los cuerpos”.

Con la incertidumbre de saber cuánto de verdad encierra esta leyenda, contemplamos sus profundas aguas. Junto a ella, unas mesas de madera invitan a permanecer en este singular lugar, pero debemos continuar.

Nos separamos del río, ascendiendo por una senda a retomar la ancha pista con restos de asfalto del inicio, que nada más dar una curva nos muestra a la izquierda el refugio del Peñón, construido en piedra, con techo de teja reforzado con cemento, al igual que las paredes del interior, decoradas con graciosos dibujos de Epi y Blas, y que parecía estar en proceso de restauración, ojalá que así sea.

Continuamos, en dirección sureste, el suave ascenso por la pista, paralela a gran altura al río, contemplando en el camino, esbeltos pinos albares, un tejo y otros árboles de verdes hojas que no llegamos a identificar. Al poco, alcanzamos, a nuestra derecha, el refugio de la Fragua, construido con rocas unidas con cemento, tiene un techo algo más rústico, en semicírculo recordando a los búnker de la guerra civil, su interior es mucho más sobrio que el anterior, aunque al igual que éste, posee una chimenea y bancos de piedra para hacerlo más confortable.

A pocos metros surge una bifurcación, continuando por la pista de la derecha, que enseguida nos deja en el llamado puente de Hierro, aunque en realidad es de piedra, que cruza el río Cega, donde nos hicimos fotos y tomamos el
tentempié de media mañana, antes de regresar de nuevo para continuar el ascenso por la otra pista que antes habíamos desestimado, la de la izquierda.

En ella encontramos una atractiva cascada de varios saltos que forma el arroyo de las Vueltas, unos metros antes de desembocar en el río Cega.

Con moderada pendiente, ascendimos por la pista, que tras una cerrada curva, gira hacia el noreste, cruza de nuevo el arroyo de las Vueltas, precedido de de un pequeño embalse a modo de balsa donde nuestras mascotas Vito y Twitter se dieron un monumental baño. Tras otra amplia curva, abandonamos la cómoda pista en la zona conocida como Piemediano, continuando por una polvorienta pista en busca de El Chorro.

La senda, que más parecía un arrastradero de troncos, nos condujo a las inmediaciones de un roquedal con buenas vistas, quizás por ello han instalado un banco de madera a modo de mirador.

Tras hacernos allí la foto de grupo, continuamos el descenso, suavizado por las zetas que realiza el camino, hasta dejarnos prácticamente a los pies de la impresionante chorrera.

El agua del arroyo se precipita desde unos 20 metros como si se tratase de un divertido tobogán. Es un remanso de agua con puente y apeadero; una escala para el ascenso al cielo, que eleva el ánimo, cambia de perspectiva, despega sobre el suelo e invita a abrir las alas y volar. 

A la derecha de la cascada se hallan unas escaleras de piedra, con una barandilla de madera con gruesas cuerdas que accede a la zona más alta, donde otro mirador natural nos proporcionó a los más atrevidos una espectacular vista del agua deslizándose por la resbaladiza losa de la chorrera.

Más arriba, los aún más atrevidos contemplamos otra pequeña chorrera que desde abajo no se aprecia, con una caída más vertical, que satura nuestros sentidos por el sonido de la caída del agua entre la brecha rocosa de la parte alta, que se pierde hasta donde la vista se pierde.

Alcanzado el cielo, descendimos por las escaleras a tierra firme, donde los que no subieron estaban disfrutando del agua e incluso alguno se había atrevido a meterse bajo la refrescante ducha.

Lo que no tardamos en secundar, y para nuestra sorpresa encontramos el agua más "caliente" que en otras visitas a tan
paradisíaca poza, no sabemos si por el calentamiento global o por venir nosotros calentitos de la trepada.

Después del descanso, que aprovechamos también para tomarnos los bocadillos, continuamos descendiendo por la senda que baja paralela a la orilla izquierda del arroyo del Chorro.

Pasamos por la fuente que nos sale a la izquierda, hasta alcanzar de nuevo el puente que cruza el arroyo del Chorro, junto al cual se encuentra el refugio del Chorro, el único cerrado con un candado, con una fuente a su derecha  y un divertido laberinto de palos de madera por el que buscamos la salida antes de llegar de nuevo al área recreativa, en cuyo bar paramos a refrescarnos.

Regresamos volviendo a pasar por el área recreativa, pero esta vez no nos bañamos en las piscinas naturales, muy concurridas, si no que nos reservamos para hacerlo en las del pueblo.

La intención era seguir la carretera para evitar tener que pasar por la zona boscosa, pero dos chavales que llevaban nuestro mismo camino nos enseñaron otro camino, mucho más sombreado que el de la carretera, y sin zarzas, que además discurre junto al río Cega todo el tiempo. Al alcanzar las ruinas del Viejo Martinete, vadeamos el río y enseguida llegamos al puente que habíamos cruzado por la mañana, desde allí era camino conocido.

Al internarnos en el pueblo, nos desviamos a la izquierda para descender por una senda a las mismas puertas de las Charcas, las estupendas piscinas naturales en las que nos dimos el último baño, casi todos, ya que algunos tenían prisa por regresar a Madrid.

Sin muchas ganas de movernos de allí, porque se estaba muy bien, cerveza en mano, regresamos a la plaza del pueblo donde habíamos dejado los coches, finalizando así esta estupenda excursión, que por unanimidad se mereció 5 sicarias.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Paco Nieto

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