* Mapas de localización y 3D de la ruta
TRACK
el GMSMA no se para.
Ni aunque lloviera o nevara,
ni aunque cayera una helada,
la excursión se anularía.
No se admite una excepción,
si es miércoles, excursión,
lo demás es tontería.
Ya se ve, pero allí arriba
a mil metros más o menos
la torre de sarracenos.
La subida fue intensiva
y era hora de comer;
—¡Entonces, comamos, pues!
* Track de la ruta (archivo gpx)
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
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el GMSMA no se para.
Ni aunque lloviera o nevara,
ni aunque cayera una helada,
la excursión se anularía.
No se admite una excepción,
si es miércoles, excursión,
lo demás es tontería.
Antonio me encomendó
conducir la expedición
que comenzó y terminó
en el pueblo del Vellón.
Fuimos pocos este día,
once, pero muy osados
al estar amenazados
por la meteorología
y un puente que mermaría
el número de apuntados.
conducir la expedición
que comenzó y terminó
en el pueblo del Vellón.
Fuimos pocos este día,
once, pero muy osados
al estar amenazados
por la meteorología
y un puente que mermaría
el número de apuntados.
por la forma de su ruta
—que nadie me lo discuta—,
fue más bien cuadrangular.
En nuestra etapa primera
nos movimos por caminos
entre vacas y gorrinos
mirando hacia La Cabrera.
Luego un cambio se produjo,
al encontrar un regajo
hacia el este y cuesta abajo,
cuyo cauce nos condujo
por una senda encantada
de vegetación frondosa,
exuberante y preciosa,
totalmente rodeada
por unos grandes terrones
de paredes pedregosas
y formas vertiginosas
llamados Los Quebraones.
Un error de navegante
hizo que yo les guiara
—¡qué cosa más humillante!—
por la senda equivocada
hacia un alto dominante.
Mas el refrán dice que
«No hay mal que por bien no venga».
—Las doce en punto —avisé—
¡A tomar el tentempié,
cada uno lo que tenga!
Retomamos al final
la senda correctamente,
llegando seguidamente
a una pista del Canal,
y por ella recorrimos
sin correr a todo gas
cuatro kilómetros más
hasta que por fin la vimos.
—¡Vaya, vaya,
si ya se ve la atalaya!
—que nadie me lo discuta—,
fue más bien cuadrangular.
En nuestra etapa primera
nos movimos por caminos
entre vacas y gorrinos
mirando hacia La Cabrera.
Luego un cambio se produjo,
al encontrar un regajo
hacia el este y cuesta abajo,
cuyo cauce nos condujo
por una senda encantada
de vegetación frondosa,
exuberante y preciosa,
totalmente rodeada
por unos grandes terrones
de paredes pedregosas
y formas vertiginosas
llamados Los Quebraones.
Un error de navegante
hizo que yo les guiara
—¡qué cosa más humillante!—
por la senda equivocada
hacia un alto dominante.
Mas el refrán dice que
«No hay mal que por bien no venga».
—Las doce en punto —avisé—
¡A tomar el tentempié,
cada uno lo que tenga!
Retomamos al final
la senda correctamente,
llegando seguidamente
a una pista del Canal,
y por ella recorrimos
sin correr a todo gas
cuatro kilómetros más
hasta que por fin la vimos.
—¡Vaya, vaya,
si ya se ve la atalaya!
Ya se ve, pero allí arriba
a mil metros más o menos
la torre de sarracenos.
La subida fue intensiva
y era hora de comer;
—¡Entonces, comamos, pues!
Pero un viento de través
que no nos dejaba ver
apareció de repente,
preguntándonos, no obstante,
si lo más inteligente
era seguir adelante,
porque comerse el bocata
en el pueblo del Vellón,
es mejor proposición
que bajo la lluvia ingrata.
Así pues, al pueblo fuimos
que ya cerca se veía
y tal como yo os decía,
los bocatas nos comimos,
aunque de forma tardía.
Y ahora el tema literario.
Hice una pregunta irónica:
—¿Quién escribirá la crónica,
quién se ofrece voluntario,
hay alguno que querría?
Un absoluto mutismo.
—Pues la escribiré yo mismo
y además lo haré en poesía.
Cronista, poeta y guía,
¿afán de protagonismo?
ser todo en el mismo día,
y además me toca a mí
calificar la excursión,
pues os diré mi opinión
tal y como prometí:
Tras pensarlo con ahínco
y sin querer hacer tongo,
a esta marcha yo le pongo
sicarias, tres coma cinco.
Paco Cantos
que no nos dejaba ver
apareció de repente,
preguntándonos, no obstante,
si lo más inteligente
era seguir adelante,
porque comerse el bocata
en el pueblo del Vellón,
es mejor proposición
que bajo la lluvia ingrata.
Así pues, al pueblo fuimos
que ya cerca se veía
y tal como yo os decía,
los bocatas nos comimos,
aunque de forma tardía.
Y ahora el tema literario.
Hice una pregunta irónica:
—¿Quién escribirá la crónica,
quién se ofrece voluntario,
hay alguno que querría?
Un absoluto mutismo.
—Pues la escribiré yo mismo
y además lo haré en poesía.
Cronista, poeta y guía,
¿afán de protagonismo?
ser todo en el mismo día,
y además me toca a mí
calificar la excursión,
pues os diré mi opinión
tal y como prometí:
Tras pensarlo con ahínco
y sin querer hacer tongo,
a esta marcha yo le pongo
sicarias, tres coma cinco.
Paco Cantos
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