viernes, 12 de agosto de 2022

Excursión 643: Nocturna a Siete Picos con luna llena

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de Navacerrada
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 6,6 Km 
Desnivel [+]: 338 m 
Desnivel [--]: 338 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 3
Participantes: 28

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

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RESUMEN
Como todos los veranos,
—y esto ya es una costumbre—,
hemos subido a una cumbre
para contemplar, ufanos,
desde estos montes serranos,
algo que es, sin duda alguna,
conjunción muy oportuna:
irse el sol por el oeste
y enfrentada, por el este,
la salida de la luna.

Nos juntamos en el puerto
de Navacerrada, ¡cierto!
Mágica noche soñada,
mucha gente congregada
y el parking nada desierto.
Comenzamos la excursión
con mucha disposición,
y así, sin muchos engorros,
fuimos hasta Los Cogorros
emprendiendo la ascensión
por una pista de esquí,
y al llegar a la pradera
de la Piedra Ventolera
la cuesta no es baladí,
pues comienza una pedrera
que a Siete Picos nos lleva,
al pico de Somontano
que es el pico más cercano
y el que más alto se eleva,
Al llegar al altozano
el sol casi se ocultaba.
—¡Foto de grupo! —anunciaron,
pues la luz ya se escapaba.
Veintiocho se contaron
y alguno ya preguntaba:
—¿Ya es la hora de cenar?,
que tengo un ansia lobuna.
—Pues no vamos a esperar,
porque para despuntar,
le falta un rato a la luna.

Cenamos, tranquilamente
mientras la luz decaía;
postre y café, finalmente,
y alguno estaba impaciente
pues la luna no salía.
Por fin asomó, graciosa,
salió por La Maliciosa;
la Superluna de agosto
iluminó nuestro rostro
en actitud silenciosa,
mientras, en la noche oscura,
muchos fervientes devotos
veneraban la figura
de su circular blancura
haciendo cientos de fotos.
La claridad de la luna
impidió ver las estrellas
fugaces, que son tan bellas,
pero no vimos ni una
de las perseidas aquellas.
—¿Por qué no nos vamos ya?
—se oyó repentinamente.
—¡No me seas impaciente!,
un poquito más, quizá,
diez minutos solamente.

Si la subida fue mal
con la luz habitual,
entre pinos y sin luz,
la bajada fue fatal.
¡Válgame Señor, qué cruz!,
una fila muy extraña
de luces serpenteantes
bajando de la montaña
como La Santa Compaña,
luces muy desconcertantes.
Y en llegando a La Pradera
no cogimos la ladera,
nos tiramos por las pistas
de esquí. ¡Vaya deportistas,
así desciende cualquiera!
Mas, faltaba una sorpresa:
la pista estaba cerrada
por una valla muy gruesa
que solo de una sentada
saltamos, como si nada.

Y esta es mi valoración
de esta pequeña excursión
de bajadas temerarias,
por esa misma razón
solo le doy tres sicarias.
Paco Cantos

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