miércoles, 28 de agosto de 2024

Excursión 797: Valle de las Cerradillas y de la Angostura

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos 
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13 Km 
Desnivel [+]: 550 m 
Desnivel [--]: 550 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 13

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Tras mi lesión de tobillo y el parón veraniego, ya tenía ganas de volver a caminar junto a los compañeros y esta ruta, por los alrededores del Puerto de Cotos, me pareció apropiada para retomar esta actividad que tanto me gusta.

No íbamos a ser muchos, las vacaciones de verano aún se hacen notar, pero en compensación teníamos una nueva incorporación, bienvenida Ana P., y además dos reencuentros, el de mi primo Luis y un nieto de Rosana.

Amaneció un día soleado, sin nubes ni viento, lo que presagiaba calor. Iniciamos la ruta cruzando la carretera M-604 para iniciar la subida por el bosque que hay frente a la Venta Marcelino, donde nos hicimos la foto de grupo, y por el que descendimos a continuación hasta alcanzar la carretera de Valdesquí.

La cruzamos y al alcanzar la explanada que hace de antesala al refugio del Pingarrón giramos a la derecha en busca de las hermosas praderas por donde discurre el recién nacido arroyo de las Guarramillas.

Una plataforma de madera nos facilitó el paso al otro lado del arroyo, continuando por el PR-27, la senda que une el puerto de Cotos con Cabezas de Hierro.

En ligero ascenso, la senda nos fue acercando hacia su punto de mayor altura, desde donde se tienen unas vistas impresionantes del Valle de la Angostura y Cabezas de Hierro, distinguiéndose perfectamente los impresionantes "pulmones", que en invierno representan todo un reto subirlos o bajarlos.

Tras un breve descanso para agruparnos, continuamos hasta alcanzar el arroyo de las Cerradillas, que nace a los pies de Cabezas de Hierro, y al que llegamos tras un notorio descenso. Lo cruzamos por un puente de madera para acompañarlo en su descenso hasta su encuentro con el arroyo de las Guarramillas, en agradable paseo por pista, bajo la sombra proporcionada por los pinos de las Navas de Cabeza de Hierro, que hacían que tuviéramos una temperatura muy agradable.

Al poco de conectar con otra pista, cruzamos el ahora arroyo de la Angostura para continuar el descenso por el Camino de las Vueltas, otra agradable y ancha pista que acompaña al arroyo en su descenso.

Cruzamos el arroyo del Toril, con poca agua, que desciende de la falda de la Peña de los Quesos, y un poco más adelante, el arroyo de La Laguna de Peñalara, con algo más de agua y evidente origen.

Al poco, dejamos la pista y descendimos hasta el Puente de los Hoyones, donde paramos a tomarnos el tentempié de media mañana y que al coincidir con el mediodía, llamamos el ángelus.

Tras el descanso, continuamos el descenso, ahora con el arroyo de la Angostura a nuestra izquierda. Pronto llegamos a una gran poza, con una bonita cascada, donde nos deleitamos contemplando tan bello rincón amenizado por el rumor del agua al caer desde dos brazos antes de precipitarse en espectaculares saltos.

En este punto, iniciamos el regreso cruzando el arroyo de Peña Mala, casi seco, usando los puentes de madera. Dejamos, sin cruzar, a nuestra  derecha, el puente de los Hoyones para seguir un sendero que se eleva, dejando el arroyo a nuestra derecha.

Junto  a un puente formado por bloques de hormigón nos agrupamos para seguir, en agradable paseo por una senda que trascurre a cierta altura del arroyo por su ladera derecha, cerca del agua.

Cruzamos el arroyo de las Cerradillas a poco de entregar sus aguas al arroyo de las Guarramillas  y siguiendo su meandro, llegamos a una pista que enseguida dejamos, a poco de alcanzar un puente, para seguir por una borrosa senda, poco señalizada y cercana al arroyo hasta encontrar la poza y cascada que hay junto a unos tejos milenarios.

Allí paramos a comernos los bocadillo, con el sosiego que siempre transmite el sonido del agua.

Tras el descanso, algunos, accedieron al secreto y angosto callejón que va a dar a la cascada más interior, que con una gran cola de una decena de metros, solo se puede contemplar en toda de longitud desde este oculto rincón. Los que no la conocían quedaron encantados.

Para seguir remontando el arroyo, había que bordear el peñasco rocoso que da origen a esta bella cascada, subiendo una empinada cuesta que bordea los tejos y que da paso a un mirador natural con unas espectaculares vistas del valle, que desde aquí se antoja inmenso. 

Pero no fue fácil, el calor ya manifiesto y lo empinado de la subida lo complicó un poco, pero las vistas compensaron el esfuerzo.

Una vez arriba, buscamos la senda que poco a poco se va acercando al arroyo de las Guarramillas hasta finalmente vadearlo, pasando a remontarlo por su orilla izquierda hasta alcanzar la poza de Sócrates, dejando atrás otras más pequeñas de gran belleza. 

Esta apartada y recoleta poza no debe su nombre al sabio ateniense, sino a Sócrates Quintana, que salvo filósofo fue de todo a lo largo de su dilatada existencia (1892-1984): jugador del Atlético de Madrid, plusmarquista nacional de salto con pértiga, 800 metros y decatlón, pintor impresionista, grabador y funcionario de Hacienda.

También fue, desde 1914, un miembro hiperactivo del Club Alpino Español, y como delegado del albergue que dicha sociedad tiene en Cotos, se preocupó de acondicionar con un muro de contención, hoy día desaparecido, esta cercana poza para que los señores socios pudieran bañarse con una comodidad insólita para los inicios del pasado siglo.

Tras el breve descanso para hacer las fotos, continuamos el ascenso del valle, desviándonos hacia el refugio del Pingarrón a nuestra derecha, donde nos estaban esperando los compañeros más adelantados.

Con un sofocante sol, cruzamos la pradera que hay por encima del refugio y alcanzamos la carretera de acceso a Valdesquí, que dejamos a nuestra izquierda porque continuamos por el mucho más agradable sendero que, paralelo a ella, llega al puerto de Cotos. En la Venta Marcelino celebramos el fin de esta bella y acuática excursión.

Por lo disfrutado contemplando múltiples rápidos, cascadas y pozas, a la sombra de los pinos albares, los tejos, los robles y los abedules esta ruta se merece un 4,5.
Leonor Moliz

FOTOS

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